martes, 2 de septiembre de 2014

El juego de los cepillos (Fantasías Sexuales -13)


Suena el despertador como cada mañana, quince minutos antes de la hora. Elena es perezosa y siempre se le pega la SÁBANA cuando tiene que ir a trabajar. Las seis; si es que esto debería de estar prohibido; piensa un día tras otro, estirando todos sus músculos e intentando abrir los ojos.

Elena es una mujer de mediana edad, agradable de ver, simpática y a la que le gusta su trabajo a pesar de los madrugones. Nunca se casó y no tiene hijos, dice no echarlos de menos al mismo tiempo que suelta una carcajada nerviosa. Piensa que ponerse hoy mientras se ducha, le apetece mucho colgar de sus orejas esos aretes que le regalaron sus compañeros por su último cumpleaños. Así que, vaqueros y una camiseta.

La crema sobre su cuerpo, Elena se cuida mucho, las uñas de los pies perfectamente pintadas, las sandalias con tacón, brillo en los labios, ese perfume... Coqueta coloca las gafas de sol en su cabeza y cambia las cosas a ese bolso azul que tanto le gusta. Y lista para afrontar un día como los demás. O eso creía ella.

A media mañana, Elena sale a desayunar como todos los días con dos de sus compañeras. Risas, confidencias del fin de semana, alguna protesta por la cantidad de trabajo acumulado.. Pero sobre todo miradas cómplices, con el para nada oculto deseo de saber si hay algo nuevo que contar ese lunes. Como todos, ella sonríe tímidamente, y les dice a sus compañeras "Nada, no hay nada nuevo que contaros" "¿Qué tal vosotras en el parque de atracciones con los niños?" Mientras sus compañeras le explican que se empaparon en la atracción de la barca y que el pequeño de una de ellas casi se pierde... Elena queda absorta, pensando en cuando llegará ese lunes en que tenga emocionante que contar.

Suena su móvil, no le presta demasiada atención, piensa que será su madre para hacerle la misma pregunta que sus compañeras. Frunce el ceño y no entiende muy bien porque son todas tan pesadas, siempre con el mismo tema... De reojo ve que no es su madre, el nombre es más largo, no pone "mamá". Cogiendo el teléfono intrigada, le desbloquea y entra en los mensajes. No hay nombre, tan solo un pequeño cochecito y el texto:

" Hola, qué tal? No me conoces, yo a ti si. Un amigo me ha dado tu número, me gustaría si te apetece invitarte a tomar un café".

Cree que será una broma, mira a su alrededor y ve seriedad en los rostros de quien piensa puedan ser los/as autores/as. Se extraña, pero sigue trabajando aunque no sin cierta intriga.

La relación más larga que ha tenido esta mujer de aspecto tranquilo, duró exactamente seis años. De los cuales cuatro, él se los pasó viajando, o eso decía, pero ella se sentía feliz a su lado. Nunca supo o no quiso saber si en realidad esos viajes de trabajo eran fiestas del cole de sus hijos, fines de semana románticos con su mujer o salidas con amigos de la pareja. Solo pensaba en el tiempo que él pasaba con ella, aunque fuera poco, era para ella. Un accidente terminó con esos días robados no se sabe bien a quien o a que. Desde entonces, desde que se marchó su AMOR, como ella le llamaba, no ha habido ningún hombre ni en su cama ni en su corazón. De esto ya han pasado más de 24 meses…

Al salir de trabajar, se da cuenta de lo sucio que tiene el coche y como ya ha comido en el trabajo, decide ir a lavarlo. Hace calor, y total por dos euros más, piensa, lo meto en el túnel de lavado. Se acerca a la entrada, paga los cuatro euros que cuesta; en esa gasolinera es más barato que en otras, y se acomoda en el asiento mientras el operario comienza a rociar con jabón los cristales delanteros. Coincidiendo con el vaivén que produce el que el coche comience a entrar en el túnel, Elena recibe el mismo mensaje de esa persona misteriosa. Esta vez decide contestar al mismo tiempo que mira como los cepillos limpian los espejos retrovisores. Su mensaje obtiene una respuesta y Elena siente como esos mismos cepillos frotan el techo de su coche. Dejándose llevar por el sonido, contesta de nuevo al desconocido. Comienza a moverse en el asiento, cada vez más a medida que suena el ring de los mensajes. Sus dedos van rápido sobre el teclado; y los cepillos continúan frotando el coche, ritmo acompasado, constante, fuerte ahora, suave más tarde… Comienzan los leves sube y baja del secador, recorriendo el coche desde el capó hasta el maletero. Despacio va subiendo… baja ahora. Unos segundos de reposo mientras se secan las últimas gotas… Entonces es cuando él le escribe a Elena. “Dime una palabra” y ella responde “TERMOGENESIS”.

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