domingo, 24 de septiembre de 2017

CON LA S DE ... SOSEGAR

Recuerdo que mi profesor de autoescuela me decía que me tomara un copazo de coñac antes de ir al examen. ¡Qué tiempos! Vaya recomendación. Se reía al mirar mi gesto e insistía en que estar tan tranquila era igual de contraproducente que estar demasiado nerviosa.

Cada día sosiego mejor. Y que conste que me ha costado un güevo llegar a desarrollar esta capacidad. Reconozco que la materia prima es buena, pero todo conlleva en esfuerzo.

¿Que no llego a fin de mes? Sosiego. ¿Que no hay manera de que adelgace los cinco kilos que quiero? Sosiego. ¿Que cada día duermo menos? (Ya estoy en cinco horas raspadas a veces!) Pues sosiego. ¿Que no ligo? Ommmm. ¡Esto último es mentira! Jajajaaja. Al final terminamos muchas veces dando las gracias a aquellos que nos han hecho sufrir. Y es que hay situaciones que vivimos que aunque parezcan tremendas; que lo son en el momento, luego nos aportan grandes enseñanzas.

Os recomiendo a todos esta práctica tan valiosa para cienes y cienes (me gusta el palabro) se circunstancias cotidianas. ¿Que me tocas las pelotas? Yo, sosiego. ¿Me vas a amargar tú a mí? Mira, mira que sosegada estoy. ¿Un atasco? Buah, me da hasta la risa.

Esta mañana he conocido a alguien que mientras me enseñaba lo que yo iba a comprar, me ha mirado a los ojos diciendo:

"Me da mucha pena venderlo, tiene un gran valor sentimental para mí, pero me hace falta el dinero. Me quedo tranquila porque te lo llevas tú y eres buena persona. Lo sé."

No es la primera ni la segunda vez que un desconocido me dice esto. Sosegadamente os digo que si, lo soy. E intento serlo cada día un poquito más. Quizá por eso cada vez sosiego mejor. Y ahora mirad hacia dentro, a ver qué veis.

Besos y abrazos. Y en nada la presentación del libro. ¡Pues claro! En realidad ¿a qué he venido yo aquí? ... ; )

lunes, 11 de septiembre de 2017

¿RETOMAMOS?

Parece que el verano va llegando a su fin. Aunque todavía nos queda el veranillo de San Miguel ¿no? Han sido unas vacaciones curiosas las mías este año. He disfrutado de la soledad y de mi hijo. He escrito mucho y me ha gustado. He pensado otro tanto y tomado alguna decisión que otra. Curioso verano.

Me quedan asignaturas pendientes que en ocasiones llegan a atormentarme. Me siguen costando mucho algunas cosas y me produce cierta frustración no ser capaz de lograr el objetivo. Una de ellas es la de ser más fría. He mejorado bastante pero todavía me queda mucho camino.

Pensaréis que es una barbaridad lo que estoy escribiendo, pero os aseguro que no es así. La afectividad termina siendo un lastre, se sufre demasiado y yo estoy cansada. Lo malo es que a pesar de todo no encuentro la manera, intento fijarme en personas inteligentes que tengo a mi alrededor, que encuentro en mi camino o con las que me cruzo en algún momento de mi vida. Lo tengo claro cuando lo veo en los demás, pero luego...

Me cuesta mucho no sentir, o mejor dicho, dejar de hacerlo de un día para otro. No cierro mal los capítulos pero soy incapaz de pasar página así sin más. De romper lazos, de olvidarme de instantes, palabras, miradas... Admiro a quienes lo hacen con tanta facilidad. A quienes se olvidan de todo de un día para otro. ¿Eso se puede hacer? Pues si, se puede. Quizá hasta se debe.

En fin, no quisiera que mi vuelta sonara triste. No lo es. Tampoco mis palabras tienen intención alguna, que nadie se de por aludido. Es una reflexión repetida a lo largo de mi vida muchas veces. Soy intensa, ¿qué le voy hacer?

Bienvenidos a mi reformado salón. El te y el café están al fondo. La cerveza en la nevera. Podéis elegir sentaros en los sillones o en el suelo. Escucharé igual vuestras palabras que vuestros silencios. Nunca os faltará una sonrisa. Me queda mucho, mucho camino hasta lograr esa frialdad que quizá, solo quizá no logre, porqué en realidad no la quiero.

LO MÁS LEÍDO