domingo, 31 de enero de 2016

QUIZÁ SEA ESO ...

Hace un par de días un buen amigo me saludaba mientras mirándome me dijo: "No sé si estarás bien o no, pero transmites paz interior". Le contesté riéndome: "Pero si estoy sin pintar y hoy ni me he peinado"!! "Da igual-me dijo. Mirándote a los ojos es lo que transmites".

Yo creo que los ojos son el espejo del alma. Y aunque me quede todavía un poco para estar en paz, pienso que mi alma ha llegado a esa meta. Esa serenidad, con la que creo que nací, está en este momento más presente en mi. Y no me siento serena porque todo me vaya bien y esté feliz. Creo que la cuestión está en que soy feliz conmigo misma. Nada de lo no quiero para mí se lo deseo a los demás.

Ser feliz con uno mismo no es tarea fácil, pero se trabaja. Quedan cosas, todos los días surge algo que se debe de depurar. Inquietudes nuevas y flecos con los que es necesario seguir ese trabajo duro, en ocasiones complicado, pero muy grato cuando te das cuenta un día del resultado.

La serenidad en alguien es un regalo para los demás, para aquellos que te rodean y comparten algo contigo. Algo que se percibe y se transmite, que ayuda a respirar hondo, a sonreír, a caminar con placer, a querer.

Soy capaz de dar amor a los demás porque lo recibo a diario. Porque mis canales están siempre abiertos. No me cierro a nada, no me oculto, no me miento a mí misma. Cuando descubro mentira en los demás no permito que la ira me invada, es la decepción la que llega en todo caso y la utilizo para seguir aprendiendo.

La serenidad llega al estar convencido de que el camino es el adecuado, el correcto, el que deseas seguir pase lo que pase. Me siento serena porque soy yo, porque no engaño y me muestro tal y como soy.

Me decía alguien hace poco, lo malo de ti es que no tienes pegas ... Otra persona con la que tan solo he charlado en un par de ocasiones, sin más pretensiones que eso, una charla. Se me quedó mirando y tras unos segundos me dijo; eres una mujer no para estar cinco meses con ella, sino cinco años... En ambos casos, la sensación no se produjo por un atractivo físico, sino por esa serenidad transmitida.

Creo firmemente que en la vida cada uno de nosotros lleva algo dentro que debe de regalar a los demás. En mi caso, quizá sea eso...


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