domingo, 23 de diciembre de 2018

TODOS TENEMOS UNO

Suena el teléfono.

-Hola
-Hola- responde una voz desconocida para mi.
-¿Quien eres?
-No me conoces, he marcado tu número al azar.
-¡Ah!-respondo sorprendida y curiosa.
-¿Te molesta?
-Depende.
-Necesitaba hablar con un desconocido.
-Pues tú dirás.
-Tengo un sueño que se repite desde hace tiempo y no se lo puedo contar a nadie que me conozca.
-¿Un sueño?
-Si. ¿Puedo contártelo a ti?
-Claro, si eso te va a ayudar.
-Gracias, he llamado a treinta y dos números antes y todo el mundo ha colgado el teléfono. ¿Porqué tú no?
-No lo sé, supongo que no me molesta escuchar a los demás.
-¿Siempre has sido así?
-Si. Pero tú me has llamado para contarme tu sueño ¿no?
-Tienes una voz muy bonita y una manera de expresarte acogedora.
-Gracias.

A estas alturas de la conversación me encuentro pegada a mi móvil sin poder ni tan siquiera seguir caminando. Me siento en un bordillo y enciendo un cigarro.

-La navidad no me gusta nada, es cuando el sueño se repite un día tras otro.
-¿Qué es lo que ocurre en el sueño?
-Escucho una voz que dice una y otra vez “nunca te rindas, sigue luchando”. Y después veo una especie de dragón enfadado que mueve bruscamente su cabeza. Me quedo inmóvil frente a él, con miedo, se gira hacia a mi y echa fuego por su boca. Comienza a batir sus alas y golpear el suelo con la cola y en el instante en el que empieza a alzar el vuelo, me mira y me sonríe. Le veo alejarse y siento como mi corazón late apresuradamente.
-¿Te despiertas en ese momento?
-Si, pero no puedo moverme. El corazón parece salirse.
-¿Sientes miedo?

Hace frío y se me están quedando las manos heladas, una por el teléfono y la otra por el cigarro. Pienso que estas cosas solo me pueden pasar a mi. Al principio de la conversación estaba convencida de que aquello era una tomadura de pelo, llegados a este punto sabía que no era así.

-Siento vértigo.
-Pero el dragón al final te sonríe.
-Lo sé, por eso mismo.
-No lo entiendo, deberías entonces de pensar que es algo bueno. Quizá el alma de algún ser querido que te dice que sigas adelante.
-Eso quiero pensar, pero al mismo tiempo me asusta. Quizá no merezca ser feliz.
-No digas eso, todos lo merecemos.

Se produce un silencio.

-¿Sigues ahí?-pregunto.
-Si
-Estás llorando.
-Si
-¿Por qué?
-No lo sé, no puedo controlar las lágrimas, salen de mi alma.
-Esas son las más bonitas.
-Tú estás sonriendo ahora.
-Cierto.
-Sonríes con el alma, eres especial.
-Gracias. Todos lo somos de alguna manera.
-Yo no, no como me gustaría poder serlo.
-No digas eso, lo somos gracias a las personas que están cerca de nosotros. Al amor que somos capaces de dar sin pedir nada a cambio y que siempre regresa. Somos especiales cuando luchamos por un sueño y lloramos ante un vértigo. Demostrando valentía, levantándonos una y otra vez ante las adversidades. Somos especiales superando un reto, sabiendo mirar y no solo ver. Todos lo somos en mayor o menor medida.
-Tú lo eres por todo eso y por tu sonrisa.
-Creo que tú también.
-Pero ahora no puedo sonreír.
-Claro que puedes. ¿Me haces un favor?
-Por supuesto.
-Cierra los ojos, piensa en el dragón.
-Ya
-Respira hondo.
-Ya
-Muy despacio vuelve a abrir los ojos.
-Lo hago.
-Y ahora, sonríeme. A mi, soy tu dragón. Nunca olvides esta conversación. Nunca dejes de soñar, ni de luchar por lo que te hace feliz a pesar de los vértigos. Nunca dejes de llorar con el alma, jamás te rindas. Sonríe.

La pantalla de mi teléfono se apaga en ese instante después de haber escuchado varios bip segundos antes. Comienza a llover.



sábado, 15 de diciembre de 2018

53

Hace 53 años mi madre estaba casi camino del hospital. Si, tardé un día y medio en salir. A las 20:40 del día 17 decidí que había llegado el momento de ver la luz y por fin asomé la cabeza y llegué. ¡Pobre madre! Más de 24 horas de parto y sin epidurales y esas cosas modernas que hay ahora. No me extraña que aún hoy de vez en cuando me mire de soslayo.

Hacía poco más de un año que se habían casado y ahí estaba yo, con mis tres kilos y medio y cara de chinita. Mi madre no recuerda mucho más de ese momento y no me extraña, la pobre estaría exhausta y seguro que me tendría un poco de manía. Lo entiendo, ¡que criatura más pesada!

A veces ella no me dice la verdad sobre alguna cosa y yo siempre la miro con media sonrisa, levantando la ceja y le digo “mamá, que te conozco desde que nací”. Ella se ríe, se sienta a mi lado y me lo cuenta.

¡53! ¡Como pasa la vida! Si, si, parece que fue ayer de un millón de cosas y ya estoy en la mitad de la década. Ni me siento vieja ni me faltan sueños. Soy consciente que muchas ilusiones se han quedado por el camino, lo acepto y sonrío y me quedo con el hecho de haberlas tenido. Sigo pensando que desde ese instante en el que llegué he sido afortunada. Nunca me ha faltado un beso, una risa, algún azote y el inmenso amor de mis padres. Ese amor que hoy sigo teniendo porque él me llena el corazón de ello y mi madre me lo da con su mirada. Soy afortunada por tener los hermanos que tengo. Aun siendo la mayor y desde siempre mi rol ha sido el de asumir responsabilidades y ser la fuerte, siempre me cuidan, me respetan y me quieren. Soy afortunada gracias a los amig@s que me acompañan en el camino. Lo soy porque tengo el mejor hijo que pudiera desear. Y sobre todo, me tengo a mi. Ese bebé con cara de chinita que 53 años después ha aprendido lo que es dar las gracias a la vida por tanto.

Sigo pensando que estoy estupenda y en un fantástico momento. Sigo sin tener miedo a apostar y perder. Sigo caminando mirando hacia atrás algunas veces pero sin pararme. Continúo sintiéndome bien conmigo misma, sin dejar de querer aprender y crecer interiormente. Grito a los cuatro vientos que VIVIR SIGUE SIENDO LA CONSIGNA y por supuesto, SONRÍO.

jueves, 13 de diciembre de 2018

REFLEXIÓN DE 1/2 NOCHE

No entiendo la costumbre que tienen algunas personas de decir eso de “te deseo lo mejor, te lo mereces” justo en el momento en el que se marchan dándote la espalda. Ya sé yo que me lo merezco, hasta ahí llego. Lo malo es que a gente como a mi, lo mejor nunca nos llega porque lo vamos dando por el camino. Asumo toda la responsabilidad, ya que eso es algo que como otras muchas cosas, hay que trabajar. Ahora que recuerdo, una tía de mi padre era monja, ¿será eso? O quizá es que nací con alguna falta en mi cadena de ADN.

Hace poco lo escribí, “que poco se lleva eso de ser buen@“. Y cuanto más lo seas más hostias te llevas y más fuerte te las dan. Mira que me lo digo a diario... “Piensa más en ti Anita. Tienes que ser un poquito más HDP”, pero parece que estoy sorda. Y esto de encariñarme con la piedra me está empezando a preocupar porque ya tengo una edad y luego estas cosas ya no te las quitas ni con espátula.

Ainssss, aburridita estoy de vivir así. ¡Mátame camión! Líbrame de este interior tan intenso y dame la paz de una rubia, por diosssss.

Os he dicho que quizá algunas veces lo que escribo no tiene porque ser autobiográfico ¿verdad? Ni aquí ni en otros foros. Me gusta escribir en primera persona, le da mas realismo al texto. Me he unido a una página de escritor@s de mi barrio que es La Prospe. Vamos a cambiar de tercio y a ver si por fin alguien es capaz de decir “vamos a por todo lo bueno que te mereces. Lo mejor ya lo he encontrado yo”. Porque yo de terapeuta ya estoy jartita de vivir aunque luego a veces termino siéndolo y todo por ser valiente y buena gente. 

¡Qué difícil es encontrar buena gente, pero de la buena de verdad y que poco se dan cuenta much@s!
En fin, así es la vida. 




martes, 11 de diciembre de 2018

INOLVIDABLE

Me he despertado con la misma sonrisa con la que me acosté anoche. Nuevamente pasan por mi cabeza momentos del concierto de ayer. Y vuelvo a sonreír cuando Dani Martín cantó una preciosa “Las cuatro y diez” y agradeció a sus padres haber compartido con él las canciones de Aute. Sonrío recordando cuando salió al escenario Rosa León y todos gritábamos emocionados ese comienzo “Si te dijera amor mío ...”, quedando sin voz en la parte del estribillo. “Al alba” es una de las canciones clave de una generación, la mía.

Enorme esa Massiel inesperada, con una fuerza contagiada y ese “Rosas en el mar”. Espectacular Miguel Poveda llevando a su terreno una de las canciones más bonitas de Aute “Prefiero amar”.  Una emocionada Rozalén que tuvo que dejar de hablar porque casi se echó a llorar recordando que “La Belleza” fue la primera canción que ella aprendió a tocar con la guitarra.

Insuperable el final que nos regaló Marwan de “Siento que te estoy perdiendo”.  Ismael Serrano dando ese toque tan personal suyo a “Mira que eres canalla”. Jorge Drexler se cargó el “Slowly” pero que le vamos a hacer... José Mercé, como no Suburbano, un joven Andrés Suárez con una tremenda sensibilidad, Luis Pastor y esos dos o tres segundos de ternura y que me llevaron al ínsti cuando con la misma melena, pero no blanca, iba a cantar y nosotros con él, que tenía que llover y a cántaros.

Y no tengo palabras y mi sonrisa se instala en mi cara si pienso en Víctor, en Ana, en Serrat, en Sabina, en Silvio... Y como no, aunque anoche no estuviera allí, en Aute. Y me emociono mucho y lloro porque son una parte importantísma de mi vida. Son mis ilusiones, mis ganas de luchar, mis manifestaciones, mis melancolías, mis gritos en las concentraciones, esa utopía añorada tantas veces, mi identidad...

Las letras de sus canciones que gritaba hasta quedar afónica unas veces o hacían que mis lagrimas fluyeran sin permiso otras. Ellos me han regalado su MÚSICA y su AMOR por ella. Por eso anoche, viéndolos y escuchándolos a todos me sentí feliz. Porque en mi vida, en mí interior, no necesito nada más que esas dos cosas.

domingo, 9 de diciembre de 2018

CADA DÍA

Hay que pasarlo, lo sé. Tienen que llegar todas las fechas importantes en las que él no esté. Se acerca mi cumpleaños y junto con el último día del año sé que son las más difíciles. Intento mantenerme lo más fuerte posible, pero no puedo. Y eso que rechazo ese pensamiento. “No puedo” no está en mi repertorio vital, siempre se puede aunque cueste. Siempre se puede si se quiere.

Volveré a levantarme como he hecho hasta ahora aunque he de reconocer que cada derrota me deja débil y con menos fuerza. Solo espero no acostumbrarme nunca a la pérdida.

No recuerdo cuando fue mi último cumpleaños feliz, intuyo que por varios motivos, este tampoco lo será.

sábado, 1 de diciembre de 2018

DAÑOS COLATERALES

Sentada en el coche, mi fiel compañero en momentos de soledad y reflexión, siento el sol en mi cara. Ha amanecido algo nublado o quizá haya sido yo la que se ha despertado triste.

Hace un rato bajé a la pastelería donde me gusta desayunar algún sábado. Sentada frente a la puerta, con la mirada perdida al igual que mi pensamiento, extendía el tomate por el pan y de pronto se ha acercado a mi una señora que estaba detrás. Era pequeñita, no muy joven, llevaba un gorro y una bufanda a juego en tonos lilas. Y me dice bajando el tono de voz e inclinándose ligeramente hacia mi: “Está riquísima la tostada, yo no me he pedido otra por vergüenza”. Me he quedado mirándola y he sonreído como hacía días. “Si, tiene muy buena pinta, ahora voy a disfrutarla yo”, he respondido. Me he quedado mirando como salía y sin dejar de sonreír pensaba en que estaba segura de que era un ángel. Si, si, yo creo en ellos. Y en las hadas y en los hilos rojos.

Sentada como digo en mi coche y dejando que el sol me energetice (si no existe la palabra, ya la he inventado yo) he estado compartiendo palabras con alguien al que no conozco personalmente pero si su interior. Sonreía pensando en lo curiosa que es la vida. Ahí estaba yo, dando mi opinión a alguien sobre su relación con mi amiga, intentando ayudarle a él a encontrarse a sí mismo cuando en este momento yo me siento tan perdida.

¿Sabéis que son los daños colaterales? Pues una puta mierda (perdón por la expresión, pero relaja mucho). Cuando se habla de ellos se pone cara de pena y se encogen los hombros ¿verdad? Así me siento yo ahora mismo, como un puto daño colateral. Pues ¿sabéis dónde los voy a mandar? A TPC con las luces rojas, porque esta vez no me rindo y los consejos que vendo para mi si tengo. Espacio, tiempo, paciencia y reflexión. Eso si, hacia adelante y sin dejar de luchar por lo que sabes que es.

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