miércoles, 27 de julio de 2016

¡QUE COSAS!

Que cosas!!! 

Hace unos años estaba espectante, ilusionada e incrédula, ante la posibilidad de que Estados Unidos fuera a tener un presidente negro. Me puse el despertador para verlo en directo en la televisión, me emocioné y por unas horas creí de nuevo. No podía dejar de sonreír y sentir cómo hacía mucho tiempo. Creer y sentir que había sido posible. Recordar y pensar en todos aquellos negros que durante tantos años habían luchado, habían esperado y nunca se habían rendido.

Hoy siento cierta desazón. La posiblidad de que sea Hilary la primera mujer presidenta de aquel país deja una leve sonrisa en mi rostro. Pero ya no es lo mismo, aunque esa posibilidad como mujer debería quizá de ilusionarme más.

Hace unos años decidí que mi vida debía de seguir un nuevo camino. No sin miedo y con un equipaje nada pesado pero sí importante levante mi barbilla y comencé a dar pasos firmes hacia ese nuevo futuro.

Hoy tengo más ilusión que entonces si cabe, alguna cana más, cicatrices en el corazón y pequeñas arrugas en el alma. Pero soy más yo que nunca y eso que creo y siento; como aquella madrugada de ilusión, es lo que me llevará a continuar hacia adelante. Como aquellos negros de hace tantos años. Sin cejar en el esfuerzo, la paciencia y la lucha. Intentando siempre no dejar de sonreír.

Que cosas!!

lunes, 18 de julio de 2016

MI 18 DE JULIO

Hace muchos años que decidí que para mí esta fecha debía de descansar en paz.

No acostumbro a compartir ni opinar en las redes sociales sobre política. Y es que cada vez me produce más pereza y aburrimiento. Con lo que yo he sido!! Jajaja.

Hoy viendo las noticias y leyendo algún artículo, me ha apetecido contaros alguna cosa. Cosas que seguramente han hecho, entre otras muchas, que sea como soy.

Mis padres nacieron en el 36. Son hijos de viudas de guerra. Parece sorprendente decir esto, ¿verdad? Suena tan lejano... Yo soy nieta de viudas de guerra. De las que aprendí sobre todo como se sigue adelante frente a la injusticia, la adversidad y la sin razón. A mis abuelos los fusilaron y no en el frente precisamente. Fue algo peor. Y a cada uno en un frente distinto.

Recuerdo aquellas noches cuando yo tenía a penas la edad de mi hijo ahora; doce años. Y me sentaba con mi abuela en aquella mesa camilla que habia en aquel diminuto salón de su casa. Recuerdo la taza de leche condensada y aquella caja de zapatos llena de fotos y como colocándome en la silla, sonriendo y con los ojos muy abiertos le decía: "abuela, cuenta cosas de la guerra". Mi abuela reía y me contestaba "pero niña, si ya te lo he contado mil veces". " No importa abuela, cuéntamelo otra vez " le decía yo sacando las fotos de aquella caja.

Nos daban más de las doce y yo no paraba de hacerle preguntas. Todas las que en aquel momento me venían a la cabeza. Todas las  que me ayudaran a entender.

Es imposible entender ciertas cosas, pero supongo que de alguna manera el querer hacerlo te provoca hacerte preguntas que al final te ayudan a crecer y tener tu propio criterio frente a la vida.

Recuerdo el olor de los croissants los sábados por la mañana cuando mi abuela me despertaba con un "vamos holgazana, tienes sueño ahora por no querer dormir pronto anoche".  Sentada en el filo de la cama me miraba y yo sé que era con orgullo. Yo quitándome las legañas, la sonreía, la abrazaba y la decía ..." Abuela, te quiero". Creo que ahí fue cuando entedí lo que era sentirse orgullosa de alguien.

domingo, 17 de julio de 2016

TODOS SOMOS EL SECRETO DE ALGUIEN

Todos lo somos, es cierto ...

Sabiéndolo o sin saberlo, todos somos el secreto de alguien. Incluso podemos ser el secreto de más de una persona. ¿Y cómo se siente uno siéndolo? Iba a decir que a ratos bien y a ratos menos bien. Pero creo que no es la respuesta correcta. Se siente un poco de vértigo, gran dosis de morbo, una pizca de transgresión, adrenalina en ocasiones y deseo.

La palabra secreto tiene por si sola ese halo de misterio, de disimulo, de esconder, de prohibido, de seducción, de intimidad y pasión.

¿Os habéis preguntado alguna vez si sois el secreto de alguien? ¿Acaso tenéis la certeza de serlo? ¿Hay alguien que sea el vuestro? ¿Veis como solo leyendo las preguntas sentís todo lo que he escrito antes?

Estas son las cosas que hacen que salten chispas de vez en cuando en la vida. Estas son las cosas que merece la pena vivir y disfrutar. Las que nos hacen ver que estamos vivos, que sentimos y somos capaces de mover los cimientos de nuestra rutina. Y eso mola mucho porque nos demuestra que hay algo dentro de nosotros que nos susurra ... Vive.

¿Seré yo el secreto de alguien? Quién sabe ...

sábado, 9 de julio de 2016

FUÉ SU NOCHE (Fantasias Sexuales-17)

Último toque, los labios. Es una costumbre, siempre deja para el final pintarse los labios. Enfundada en esos pantalones negros, con las botas de tacón y esa blusa granate que sabe la favorece especialmente, sale de casa dispuesta a comerse el mundo. Bajando las escaleras hacia el portal, se mira en el espejo que está al lado de lo buzones. De frente, de perfil, a la cara ... Está guapa y lo sabe. Huele bien y aquel carmín que utiliza hoy por primera vez, le dice que será su noche.

Ya en el coche, vuelve a mirarse los ojos en el espejo retrovisor, están perfectamente pintados. Le gusta ese efecto que causa en sus pestañas su rímel nuevo. Arranca y enciende la radio, busca música entre las emisoras grabadas. Esta, piensa. Mola esta canción.


Llega como siempre unos minutos antes de la hora, lo que le permite aparcar tranquilamente y fumarse un cigarro mientras revisa su teléfono. Contesta un mensaje y saliendo del coche se dirige al lugar de la cita.

Por la mañana, cuando habían estado hablando  para ultimar los detalles, él le había pedido que al encontrarse se dieran un beso en los labios. De esa manera sería menos frío el encuentro. Ella aceptó con la convicción de que no le iba a disgustar nada hacerlo.

Eran las nueve en punto cuando llegaba a la puerta del restaurante donde habían quedado, él estaba esperando. Se miraron sonriendo y se dieron ese beso en los labios convenido. Intercambio de holas, como estás? Mientras entraban y él confirmaba con la camarera la reserva.

Había pedido una mesa que estaba en un rincón del restaurante, en una parte en la que la pared hacia un semi circulo. Era bonita y les permitía sentarse juntos. Sin embargo, él optó por ponerse frente a ella. Así puedo ver mejor tus ojos, le dijo.

Dos horas volaron; repletas de risa, de confesiones, de anécdotas y recuerdos de tiempos compartidos. De Ribera del Duero y chupitos de hierbas. El café me lo tomo a tu lado, dijo él. Y ella supo que había llegado el momento del beso.

Salieron del restaurante cogidos de la mano, besándose a cada paso y sin parar de reír. Con esa complicidad que da el alcohol y muchas cosas en común. Paseando pasaron delante de un sitio donde había música, se miraron y con una gran carcajada, dijeron los dos al mismo tiempo, siiii. Entraron en aquel sitio que sorprendió a ambos. Era un amplio jardín, con mesas y sillas de hierro forjado, bombillas de colores entre la hiedra y un gran piano en una esquina. Sin separarse caminaron entre las mesas hasta que llegaron a aquella azul que estaba libre. Sentados uno al lado del otro, una mirada y un beso indicaban que habían acertado con el sitio.

Una copa y otra, la música y la buena temperatura de la noche de verano hacían que poco a poco fueran olvidándose del mundo. Cada vez sus cuerpos más cerca, eran pocos los minutos que a estas alturas sus labios se despegaban. La mano de él subía poco a poco por la pierna de ella. Correspondida la caricia con otra en el pecho de él. Se levantó y cogiendola de la mano la sacó hacia la calle mientras al oído le susurró "vámonos". Llamó a un taxi, subieron ambos sonrientes. Con esa expresión que nace de la mezcla con deseo.

- ¿Dónde me llevas? Preguntó ella
- A un sitio que te gusta

Llegaron a aquel hotel y apenas unos minutos eternos para dar los datos y mostrar sus carnés, rozando sus cuerpos, compartiendo sonrisas cómplices.

Ya en el ascensor comenzaron a desabrocharse la ropa. Las manos eran cohetes que se movían veloces sobre sus cuerpos. Ese clik y la luz verde de la puerta de la habitación abierta ... Mientras subía la camisa granate besaba el cuello de ella que aprovechaba para desabrochar el pantalón de él. No había tiempo de llegar a la cama y el marco de la puerta del baño hizo las veces de ello. La excitación se convirtió casi en violencia, en esa en que la humedad y la pasión hacen eterna cualquier pintura de labios.

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