domingo, 23 de diciembre de 2018

TODOS TENEMOS UNO

Suena el teléfono.

-Hola
-Hola- responde una voz desconocida para mi.
-¿Quien eres?
-No me conoces, he marcado tu número al azar.
-¡Ah!-respondo sorprendida y curiosa.
-¿Te molesta?
-Depende.
-Necesitaba hablar con un desconocido.
-Pues tú dirás.
-Tengo un sueño que se repite desde hace tiempo y no se lo puedo contar a nadie que me conozca.
-¿Un sueño?
-Si. ¿Puedo contártelo a ti?
-Claro, si eso te va a ayudar.
-Gracias, he llamado a treinta y dos números antes y todo el mundo ha colgado el teléfono. ¿Porqué tú no?
-No lo sé, supongo que no me molesta escuchar a los demás.
-¿Siempre has sido así?
-Si. Pero tú me has llamado para contarme tu sueño ¿no?
-Tienes una voz muy bonita y una manera de expresarte acogedora.
-Gracias.

A estas alturas de la conversación me encuentro pegada a mi móvil sin poder ni tan siquiera seguir caminando. Me siento en un bordillo y enciendo un cigarro.

-La navidad no me gusta nada, es cuando el sueño se repite un día tras otro.
-¿Qué es lo que ocurre en el sueño?
-Escucho una voz que dice una y otra vez “nunca te rindas, sigue luchando”. Y después veo una especie de dragón enfadado que mueve bruscamente su cabeza. Me quedo inmóvil frente a él, con miedo, se gira hacia a mi y echa fuego por su boca. Comienza a batir sus alas y golpear el suelo con la cola y en el instante en el que empieza a alzar el vuelo, me mira y me sonríe. Le veo alejarse y siento como mi corazón late apresuradamente.
-¿Te despiertas en ese momento?
-Si, pero no puedo moverme. El corazón parece salirse.
-¿Sientes miedo?

Hace frío y se me están quedando las manos heladas, una por el teléfono y la otra por el cigarro. Pienso que estas cosas solo me pueden pasar a mi. Al principio de la conversación estaba convencida de que aquello era una tomadura de pelo, llegados a este punto sabía que no era así.

-Siento vértigo.
-Pero el dragón al final te sonríe.
-Lo sé, por eso mismo.
-No lo entiendo, deberías entonces de pensar que es algo bueno. Quizá el alma de algún ser querido que te dice que sigas adelante.
-Eso quiero pensar, pero al mismo tiempo me asusta. Quizá no merezca ser feliz.
-No digas eso, todos lo merecemos.

Se produce un silencio.

-¿Sigues ahí?-pregunto.
-Si
-Estás llorando.
-Si
-¿Por qué?
-No lo sé, no puedo controlar las lágrimas, salen de mi alma.
-Esas son las más bonitas.
-Tú estás sonriendo ahora.
-Cierto.
-Sonríes con el alma, eres especial.
-Gracias. Todos lo somos de alguna manera.
-Yo no, no como me gustaría poder serlo.
-No digas eso, lo somos gracias a las personas que están cerca de nosotros. Al amor que somos capaces de dar sin pedir nada a cambio y que siempre regresa. Somos especiales cuando luchamos por un sueño y lloramos ante un vértigo. Demostrando valentía, levantándonos una y otra vez ante las adversidades. Somos especiales superando un reto, sabiendo mirar y no solo ver. Todos lo somos en mayor o menor medida.
-Tú lo eres por todo eso y por tu sonrisa.
-Creo que tú también.
-Pero ahora no puedo sonreír.
-Claro que puedes. ¿Me haces un favor?
-Por supuesto.
-Cierra los ojos, piensa en el dragón.
-Ya
-Respira hondo.
-Ya
-Muy despacio vuelve a abrir los ojos.
-Lo hago.
-Y ahora, sonríeme. A mi, soy tu dragón. Nunca olvides esta conversación. Nunca dejes de soñar, ni de luchar por lo que te hace feliz a pesar de los vértigos. Nunca dejes de llorar con el alma, jamás te rindas. Sonríe.

La pantalla de mi teléfono se apaga en ese instante después de haber escuchado varios bip segundos antes. Comienza a llover.



sábado, 15 de diciembre de 2018

53

Hace 53 años mi madre estaba casi camino del hospital. Si, tardé un día y medio en salir. A las 20:40 del día 17 decidí que había llegado el momento de ver la luz y por fin asomé la cabeza y llegué. ¡Pobre madre! Más de 24 horas de parto y sin epidurales y esas cosas modernas que hay ahora. No me extraña que aún hoy de vez en cuando me mire de soslayo.

Hacía poco más de un año que se habían casado y ahí estaba yo, con mis tres kilos y medio y cara de chinita. Mi madre no recuerda mucho más de ese momento y no me extraña, la pobre estaría exhausta y seguro que me tendría un poco de manía. Lo entiendo, ¡que criatura más pesada!

A veces ella no me dice la verdad sobre alguna cosa y yo siempre la miro con media sonrisa, levantando la ceja y le digo “mamá, que te conozco desde que nací”. Ella se ríe, se sienta a mi lado y me lo cuenta.

¡53! ¡Como pasa la vida! Si, si, parece que fue ayer de un millón de cosas y ya estoy en la mitad de la década. Ni me siento vieja ni me faltan sueños. Soy consciente que muchas ilusiones se han quedado por el camino, lo acepto y sonrío y me quedo con el hecho de haberlas tenido. Sigo pensando que desde ese instante en el que llegué he sido afortunada. Nunca me ha faltado un beso, una risa, algún azote y el inmenso amor de mis padres. Ese amor que hoy sigo teniendo porque él me llena el corazón de ello y mi madre me lo da con su mirada. Soy afortunada por tener los hermanos que tengo. Aun siendo la mayor y desde siempre mi rol ha sido el de asumir responsabilidades y ser la fuerte, siempre me cuidan, me respetan y me quieren. Soy afortunada gracias a los amig@s que me acompañan en el camino. Lo soy porque tengo el mejor hijo que pudiera desear. Y sobre todo, me tengo a mi. Ese bebé con cara de chinita que 53 años después ha aprendido lo que es dar las gracias a la vida por tanto.

Sigo pensando que estoy estupenda y en un fantástico momento. Sigo sin tener miedo a apostar y perder. Sigo caminando mirando hacia atrás algunas veces pero sin pararme. Continúo sintiéndome bien conmigo misma, sin dejar de querer aprender y crecer interiormente. Grito a los cuatro vientos que VIVIR SIGUE SIENDO LA CONSIGNA y por supuesto, SONRÍO.

jueves, 13 de diciembre de 2018

REFLEXIÓN DE 1/2 NOCHE

No entiendo la costumbre que tienen algunas personas de decir eso de “te deseo lo mejor, te lo mereces” justo en el momento en el que se marchan dándote la espalda. Ya sé yo que me lo merezco, hasta ahí llego. Lo malo es que a gente como a mi, lo mejor nunca nos llega porque lo vamos dando por el camino. Asumo toda la responsabilidad, ya que eso es algo que como otras muchas cosas, hay que trabajar. Ahora que recuerdo, una tía de mi padre era monja, ¿será eso? O quizá es que nací con alguna falta en mi cadena de ADN.

Hace poco lo escribí, “que poco se lleva eso de ser buen@“. Y cuanto más lo seas más hostias te llevas y más fuerte te las dan. Mira que me lo digo a diario... “Piensa más en ti Anita. Tienes que ser un poquito más HDP”, pero parece que estoy sorda. Y esto de encariñarme con la piedra me está empezando a preocupar porque ya tengo una edad y luego estas cosas ya no te las quitas ni con espátula.

Ainssss, aburridita estoy de vivir así. ¡Mátame camión! Líbrame de este interior tan intenso y dame la paz de una rubia, por diosssss.

Os he dicho que quizá algunas veces lo que escribo no tiene porque ser autobiográfico ¿verdad? Ni aquí ni en otros foros. Me gusta escribir en primera persona, le da mas realismo al texto. Me he unido a una página de escritor@s de mi barrio que es La Prospe. Vamos a cambiar de tercio y a ver si por fin alguien es capaz de decir “vamos a por todo lo bueno que te mereces. Lo mejor ya lo he encontrado yo”. Porque yo de terapeuta ya estoy jartita de vivir aunque luego a veces termino siéndolo y todo por ser valiente y buena gente. 

¡Qué difícil es encontrar buena gente, pero de la buena de verdad y que poco se dan cuenta much@s!
En fin, así es la vida. 




martes, 11 de diciembre de 2018

INOLVIDABLE

Me he despertado con la misma sonrisa con la que me acosté anoche. Nuevamente pasan por mi cabeza momentos del concierto de ayer. Y vuelvo a sonreír cuando Dani Martín cantó una preciosa “Las cuatro y diez” y agradeció a sus padres haber compartido con él las canciones de Aute. Sonrío recordando cuando salió al escenario Rosa León y todos gritábamos emocionados ese comienzo “Si te dijera amor mío ...”, quedando sin voz en la parte del estribillo. “Al alba” es una de las canciones clave de una generación, la mía.

Enorme esa Massiel inesperada, con una fuerza contagiada y ese “Rosas en el mar”. Espectacular Miguel Poveda llevando a su terreno una de las canciones más bonitas de Aute “Prefiero amar”.  Una emocionada Rozalén que tuvo que dejar de hablar porque casi se echó a llorar recordando que “La Belleza” fue la primera canción que ella aprendió a tocar con la guitarra.

Insuperable el final que nos regaló Marwan de “Siento que te estoy perdiendo”.  Ismael Serrano dando ese toque tan personal suyo a “Mira que eres canalla”. Jorge Drexler se cargó el “Slowly” pero que le vamos a hacer... José Mercé, como no Suburbano, un joven Andrés Suárez con una tremenda sensibilidad, Luis Pastor y esos dos o tres segundos de ternura y que me llevaron al ínsti cuando con la misma melena, pero no blanca, iba a cantar y nosotros con él, que tenía que llover y a cántaros.

Y no tengo palabras y mi sonrisa se instala en mi cara si pienso en Víctor, en Ana, en Serrat, en Sabina, en Silvio... Y como no, aunque anoche no estuviera allí, en Aute. Y me emociono mucho y lloro porque son una parte importantísma de mi vida. Son mis ilusiones, mis ganas de luchar, mis manifestaciones, mis melancolías, mis gritos en las concentraciones, esa utopía añorada tantas veces, mi identidad...

Las letras de sus canciones que gritaba hasta quedar afónica unas veces o hacían que mis lagrimas fluyeran sin permiso otras. Ellos me han regalado su MÚSICA y su AMOR por ella. Por eso anoche, viéndolos y escuchándolos a todos me sentí feliz. Porque en mi vida, en mí interior, no necesito nada más que esas dos cosas.

domingo, 9 de diciembre de 2018

CADA DÍA

Hay que pasarlo, lo sé. Tienen que llegar todas las fechas importantes en las que él no esté. Se acerca mi cumpleaños y junto con el último día del año sé que son las más difíciles. Intento mantenerme lo más fuerte posible, pero no puedo. Y eso que rechazo ese pensamiento. “No puedo” no está en mi repertorio vital, siempre se puede aunque cueste. Siempre se puede si se quiere.

Volveré a levantarme como he hecho hasta ahora aunque he de reconocer que cada derrota me deja débil y con menos fuerza. Solo espero no acostumbrarme nunca a la pérdida.

No recuerdo cuando fue mi último cumpleaños feliz, intuyo que por varios motivos, este tampoco lo será.

sábado, 1 de diciembre de 2018

DAÑOS COLATERALES

Sentada en el coche, mi fiel compañero en momentos de soledad y reflexión, siento el sol en mi cara. Ha amanecido algo nublado o quizá haya sido yo la que se ha despertado triste.

Hace un rato bajé a la pastelería donde me gusta desayunar algún sábado. Sentada frente a la puerta, con la mirada perdida al igual que mi pensamiento, extendía el tomate por el pan y de pronto se ha acercado a mi una señora que estaba detrás. Era pequeñita, no muy joven, llevaba un gorro y una bufanda a juego en tonos lilas. Y me dice bajando el tono de voz e inclinándose ligeramente hacia mi: “Está riquísima la tostada, yo no me he pedido otra por vergüenza”. Me he quedado mirándola y he sonreído como hacía días. “Si, tiene muy buena pinta, ahora voy a disfrutarla yo”, he respondido. Me he quedado mirando como salía y sin dejar de sonreír pensaba en que estaba segura de que era un ángel. Si, si, yo creo en ellos. Y en las hadas y en los hilos rojos.

Sentada como digo en mi coche y dejando que el sol me energetice (si no existe la palabra, ya la he inventado yo) he estado compartiendo palabras con alguien al que no conozco personalmente pero si su interior. Sonreía pensando en lo curiosa que es la vida. Ahí estaba yo, dando mi opinión a alguien sobre su relación con mi amiga, intentando ayudarle a él a encontrarse a sí mismo cuando en este momento yo me siento tan perdida.

¿Sabéis que son los daños colaterales? Pues una puta mierda (perdón por la expresión, pero relaja mucho). Cuando se habla de ellos se pone cara de pena y se encogen los hombros ¿verdad? Así me siento yo ahora mismo, como un puto daño colateral. Pues ¿sabéis dónde los voy a mandar? A TPC con las luces rojas, porque esta vez no me rindo y los consejos que vendo para mi si tengo. Espacio, tiempo, paciencia y reflexión. Eso si, hacia adelante y sin dejar de luchar por lo que sabes que es.

jueves, 29 de noviembre de 2018

LUCES ROJAS

Hace poco tiempo que aprendí que es eso de las “luces rojas”. No, no me refiero a los clubes de carretera. ¡Ay madre, que me lío! Es verdad que he escrito antes sobre miedos y miserias, quizá sea lo mismo dicho de otro modo.

Es curioso, ya que se supone que según vamos cumpliendo años y acumulando vida, debemos de estar más seguros de nosotros mismos y afrontar las cosas con mayor madurez y experiencia. Así debería de ser, pero parece que no pasa siempre.

Lo peor de todo es que en ocasiones esas “luces rojas” no hemos sido nosotros quienes las hemos creado, sino precisamente esa vida que ha sido injusta tantas veces. O mejor dicho personas con las que nos hemos cruzado. Devolviéndonos un golpe donde nosotros habíamos dejado un abrazo, dejándonos fuera allí donde habíamos llegado con tanto esfuerzo. Recompensando la confianza con una traición. Haciendo que nos sintamos siempre perdedores a pesar de batallar como titanes.

No me gustan nada “mis luces rojas”. Me producen inseguridad, desconfianza, desasosiego, un miedo terrible a sentir que de nuevo, perdí. Y me da un coraje tremendo porque yo no era así. ¿Esto es madurar? Pues vaya mierda.

¡Quiero recuperar mi inmadurez! Y confiar y sentir sin ahogos y reírme hasta llorar y que me duela la barriga. Quiero mirar de frente y no estar pendiente de mi espalda. Quiero volver a ser yo y sentir que si, que por fin gané aquello que merecía desde hace tanto tiempo, desde siempre.

Voy a poner empeño en mandar a TPC a esas “luces rojas” que me caen tan mal, tanto como el corrector del Wasap que pone lo que quiere y sin mi permiso. No, que no quiero dejar de ser como he sido siempre, como aprendí de mi padre. Positiva, confiada, alegre y buena. ¡Que poco se lleva eso de ser bueno! Desde que nací me tocó estar en este lado y nada ni nadie me va a mover de él.

¿Seré para siempre una inmadura? Pues lo seré y el colmillo retorcido se lo dejo a otr@s. ¿Lloraré? Pues si, así tendré los lagrimales bien hidratados. ¿Me harán daño una y otra vez? Espero que no, joder. Y si es así, el karma será justo. 

Las luces que sean de colores, de muchos colores. Y a vivir.

jueves, 15 de noviembre de 2018

ESE CAMPO DE AMAPOLAS

Siempre repites que nunca mas y ese momento continúa sin llegar. Te dices una y otra vez que no puedes ni debes sentir con tanta intensidad mientras te lames las heridas. No encuentras el motivo por el cual te es tan difícil cambiar tu manera de vivir.

Y te levantas de nuevo con la certeza de que pronto volverás a caer y ya no sabes si es un vicio o se ha convertido en una automutilación emocial de la que no puedes prescindir.

Escuchas de nuevo esas mismas palabras una y otra vez en diferentes bocas y con distintas voces y que a estas alturas se antojan vacías por repetidas.

Y ya no sabes lo que es auténtico, lo que es verdad, lo que es sentido o amañado con el fin de lograr un objetivo fugaz y lleno de cinismo.

Tu mirada perdida, fija en algún punto de ese horizonte tal lejano donde en ocasiones parece que veas algo que se convierte en espejismo al instante te hace cada día más daño. Lloras, gritas, ríes y te derrumbas entre lodos y campos de amapolas. Analizas, piensas y sientes que eso debe de parar. No puedes más, no quieres poder más.

El agotamiento y el llanto te llevan a un sueño en el que descansas por fin y al despertar, de nuevo piensas que quizá ese nuevo día te traiga por fin el sosiego que necesita tu corazón, te lleve a ese campo de amapolas.

sábado, 3 de noviembre de 2018

OTRA PALABRA BONITA, FAMILIA

Hace unos días, una reunión familiar me trajo un montón de recuerdos. Miraba en silencio a mi alrededor escuchando las voces y risas de mi familia y pensando en lo que habían cambiando  nuestras vidas en todos estos años. Repasaba la edad de cada uno y me parecía mentira. Uno de mis primos me traía a la memoria a mi tío, su padre. Los mismos gestos, la misma manera de hablar y esa mirada irónica. Aquel hueco en la mesa, que ocupé yo, era el espacio de mi padre hacia apenas unos meses. Nuestros hijos habían dejado de ser aquellos niños que comían pizza y jugaban en la habitación a la PsP para convertirse en adolescentes y algunos de ellos ya tenían a su novia al lado. En una esquina, en sus sitios de siempre, los octogenarios. Sus miradas cansadas y sus gestos torpes me hacían recordar la vitalidad de otros tiempos.

Y allí estaba yo, sentada en la mesa de la cocina, con la espalda apoyada en la pared y las piernas cruzadas, encendiendo de nuevo un cigarro. Sonriendo. Con una melancolía que me hacía sentirme atrapada por momentos en aquellos tiempos en los que no faltaba nadie.

Mi infancia, mi niñez, mi adolescencia, mi vida... Siempre han estado unidas a mi familia, a tantos momentos felices, a comidas con debates interminables, a risas, a sentimientos que siempre me han producido esa sensación de orgullo y cariño hacia todos ellos.

Se acerca el final de este año y comienzo a pensar, a repasar todas las cosas que han ocurrido. Inevitablemente ninguna alcanza a ocupar el protagonismo de la pérdida de mi padre. 2018 será el año en el que una parte de mí se fue para siempre.

En unas semanas volveremos a tener otra celebración familiar y como siempre habrá un momento en el que me quede en silencio mirando a mi alrededor sentada en aquella silla de la cocina y piense que al final son ellos los que siempre me devuelven esa sonrisa cargada de amor.

sábado, 6 de octubre de 2018

ME VOY

El aleatorio me trae a Julieta Venegas con su “Me voy” y la canción se convierte en recuerdo. Ese que después de tantos años ya, hace que mis ojos se empañen. Esa canción es la que cantaba ahogada en el coche camino del sur aquel verano, la que se aprendió mi hijo sin saber lo que su madre sentía al escucharla.

https://youtu.be/y8rBC6GCUjg

Y recuerdo el valor que tuve entonces y es el mismo que me ha faltado después en estos años posteriores. El mismo que me hizo soportar tanto dolor y pensar que en algún momento vería la luz al final de aquel túnel que se antojaba infinito. Gasté tanto, trabajé la paciencia de aquella manera tan salvaje que mi interior quedó inmóvil y así ha permanecido hasta hoy.

Ese valor que me llevó a querer sentirme de nuevo, a desear que la ilusión, la mía, volviera a mi vida. El mismo que hizo que volviera a respirar hondo sin miedo, ese que logró que de nuevo mirara de frente mi camino, me dejó exhausta.

Y durante una mano de años he vivido con miedo y esa paciencia elevada a la enésima potencia que me ha impedido decir me voy cuando debería de haberlo hecho en más de una ocasión. Ese miedo convertido en necesidad y esa paciencia transformada en conformismo. Sin duda dos compañeros de viaje poco recomendables.

Aquel “me voy” me costó mucho y aún hoy me sigue costando y he entendido que el precio de cualquier otro nunca será mayor, por lo que escuchando de nuevo la canción he decidido reencontrarme con mi valor y establecer una distancia con mi paciencia. A partir de hoy me iré las veces que sean necesarias, sin miedos y con paso firme.

Aquel verano camino del sur y escuchando a Julieta decidí no volver a parar mi vida por nada ni por nadie. En ocasiones lo hacemos por y para nosotros, pero solo debe de ser para coger aire y continuar.

“No voy a llorar y decir que no merezco esto, porque es probable que lo merezca, pero no lo quiero”.

domingo, 30 de septiembre de 2018

Y LAS TUYAS ¿DE QUÉ COLOR SON?

Había llegado a aquella playa sin apenas darse cuenta, caminaba sin rumbo con la única intención de escuchar las olas y sentir la brisa. Estaba cansado de pensar, de intentar tomar siempre la mejor decisión, de no hacer daño aunque el precio fuera hacérselo a sí mismo. Sus pies desnudos sobre la arena, los pantalones arremangados y un libro entre sus manos. No necesitaba nada más, no quería necesitar nada más. Se paró bruscamente mirando el horizonte y llenó sus pulmones de aire hasta casi marearse. Necesitaba respirar, demasiado tiempo conteniendo palabras, lágrimas, reproches, tristeza, melancolía y ganas. Esas ganas de vivir que tanto tiempo llevaba olvidando.

Se percató entonces de que justo delante de él una mujer sentada en la arena parecía tener sus mismas necesidades. Se acercó cauteloso y le dijo:

-Ten cuidado con las medusas.

Ella apenas levantó su cabeza mirándole de arriba a abajo.

-¿Qué medusas?- respondió.
-Las que hay dentro de tu pensamiento- dijo él.

Ambos tenían la misma necesidad de soledad y sin saber cómo empezaron a caminar juntos. En silencio esos primeros pasos, tan solo mirándose los de después. Eran dos extraños compartiendo miles de cosas en aquel instante. Los ojos, los gestos, la manera de arrastrar los pies sobre la arena. Todo parecía acompasado, ensayado y puesto en escena como una sorprendente obra de teatro.

-¿De qué color son las tuyas?- preguntó ella deteniéndose frente a él.
-¿Las mias?- respondió él.
-Tus medusas, ¿de qué color son?

La miró y después de tantos años sintió aquella ternura olvidada. Los ojos de ella llenos de lágrimas esperaban aquella respuesta anhelada.

-¿Las mias? Son de color añil.
-¿Añil? Ese color me recuerda a mi infancia- sonrío ella cayéndole la primera lágrima por su rostro.

Habían llegado al final de la playa. Él la ayudó a subir a un pequeño montículo, ella le miró en silencio agradeciendo su gesto. Cerca de una roca había una zapatilla vieja y descolorida por el agua.

-Mira- exclamó ella.

Él miraba de un lado a otro sin ver.

-Ahí, sobre la roca más grande de todas.

Mirando aquel resto de quién sabe qué, él acertó a decir en un susurro.

-¿Crees que su dueño alcanzaría la felicidad?

Ella le miró con ternura, esa olvidada y llevando su vista hacia el horizonte, contestó:

-¿La felicidad? Te refieres a esa brisa que de pronto llega pero que nunca se queda?

domingo, 23 de septiembre de 2018

GUAPA

Me hace gracia que últimamente me dicen que estoy guapa y con gesto pícaro, que algo debo de tener por ahí. Refiriéndose claro está a algún hombre y casualmente la mayoría que lo dicen son mujeres.

Y yo siento entre pena y rabia al comprobar que mis congéneres dan por hecho que una mujer solo puede estar guapa si tiene a un hombre cerca. ¡Pues no queridas! Al menos en mi caso no es así. Tengo problemas de casi todos los colores y formas, pero respiro hondo y sonrío. No hace mucho me han dejado por otra más fea que yo, me miro en el espejo y sonrío. Sufro la adolescencia de mi hijo entera, sin compartirla con la otra parte, suspiro y sonrío. Llego a final de mes sudando muchas veces, pienso en verde y sonrío. De vez en cuando siento pinchazos en el corazón y otras tantas en el alma, escucho música y sonrío.

¿Por qué estoy guapa? Facilito, porque me quiero y valoro. Porque tengo la conciencia tranquila, porque me gusto, porque nunca dejo de luchar, porque no me faltan las ilusiones ni los retos, porque sé quién soy y hacia donde quiero ir, porque asusto a los hombres con mi manera de ser y seguridad y eso me hace reír. Porque lo soy, guapa. Por fuera y por dentro. Porque soy generosa en afecto, y sobre todo porque estoy rodeada de personas que me quieren de verdad de la buena.

Estoy guapa por y para mí. Y si algún hombre se cruza en mi camino y aporta estaré más guapa todavía, pero no porque tenga algo por ahí, sino porque alguien estará a mi lado enriqueciendo mi vida. Queridas, estemos guapas para nosotras, no necesitamos a ningún hombre cerca para eso. Al fin y al cabo el espejo no refleja a nadie más que a ti misma.

sábado, 15 de septiembre de 2018

ENTRE MAJA Y BRUJA


La gente es muy sensible ¿no? Desde que escribí sobre los jeques no he vuelto a tener visita de Emiratos Árabes, pues tampoco lo entiendo ¡vaya carácter que tienen algunos! No nos engañemos, jeques sigo sin querer pero ¡hombre! se puede negociar un barquito en Formentera o alguna mansioncilla discreta en la Costa Azul. Buff, me sigue costando hacerme al bigotazo.

Ahora como fidelidad, la visita de Portugal, me siento muy eurovisiva en eso. Aunque solo sea un punto siempre nos dan algo. Últimamente hay visitas de Región Desconocida. ¡Ehhhh! ¿Cómo os quedáis? Y claro, el mapa está en blanco, no hay nada sombreado y a mi eso me pone un montón porque es cómo no poder buscar ¿para qué? Si es desconocida. Una visita cósmica, de no se sabe dónde. Me emociono solo con escribir sobre ello. Ya, es normal, lo entendéis.

Luego están las visitas secretas, esas que se hacen a hurtadillas, sin que nadie se entere. Esas son creo yo las de Alemania o las de Argentina. Me da a mi. Y luego está el IPhone, el Ipad o Windows, sin olvidarnos de los Android, esos grandes conocidos.

Y ya como culminación, los rayos que tengo yo en mis ojazos (no quiero risas). Si, si, los entorno quedándome fija en la visita, sobre todo en la hora; que también la veo. Y digoooo.... ¡Fulanito! ¡Menganita! Joé que la clavo oye.

La conclusión es que os veo a todos, no se me escapa nadie. Paso lista y sé quien si, quien no, quien después, quien quiero y no puedo, quien puedo y no quiero, quien ¡cómo me gustaría poder!, quien ni puedo ni quiero (no sé entonces para qué entras), quien pude pero ya es tarde, quien he perdido la puerta a los colores y me quedé con el gris, quien como me gustaría tener una oportunidad de poder, el no quiero pero querrá. En fin, como la vida misma. El querer y el poder tan presentes siempre en nuestras vidas.

Por mi parte voy a ir queriendo y lo mejor es que puedo. ¡Región desconocida! Ese es el jeque que como dice Coque Malla, no puede vivir sin mi. Ya somos dos, yo tampoco puedo hacerlo, vivir sin mi. Porque mira que soy maja, maja. Venga vale, pero solo un poco... Bruja, bruja.

domingo, 26 de agosto de 2018

... Y UN ARROZ CON BACALAO

Hoy he soñado con mi abuela, menuda nochecita de sarandonga he pasado. Me ha tenido metida en la cocina haciendo tortillitas de bacalo más de tres horas. Eso si, con nuestra cervecita al lado.

Nos hemos reído mucho recordando anécdotas de cuando yo era pequeña y lo mal que me portaba a veces con mis primos. Más de una vez nos hemos arrancao a bailar las dos mientras se calentaba el aceite en la sartén. Doblándonos las palmas, mirándonos a los ojos que rabiaban de felicidad y tarareando las canciones a la vez.

Creo que después de comer nos quedamos dormidas las dos en el sofá y entonces soñé con mi padre. Era la primera vez que le veía desde abril y lo primero que hice fue abrazarle fuerte y llorar de emoción. Como siempre en esos casos sus palabras fueron: “No llores hija, tranquila”. Esas palabras y esa mirada que tanto consuelo me dieron siempre y me siguen dando. Y de repente desapareció. Me desperté y mi abuela estaba allí, roncando tan pichi. La miré con ternura y al oído le dije lo que muchas veces antes le había dicho “te quiero abuela”.

Abrí los ojos y estaba en mi cama, domingo 26 de agosto de 2018. Me he quedado un rato mirando al techo, luego he dado varias vueltas hasta que me he levantado cuando aún no había amanecido. Sentada en el sofá mirando la ceniza caer he pensado que podría significar ese sueño.

Escribiendo esto ahora no puedo dejar de llorar. No cesan las lágrimas, esas que salen solas, sin aspavientos, en silencio. De las que caen por las mejillas como balones. Me llega el olor del incienso, los ruidos de la calle y se me duerme la pierna derecha por la mala postura que tengo. ¡Joer! Me río yo sola.

Incorporada ya, sigo sonriendo y pienso y escribo y siento y releo y me seco las lagrimas y me voy al espejo del baño y me miro a los ojos y me gusta lo que veo y lo que no veo pero sé que está dentro de mi. Me hago una pregunta retórica ¿Que por qué soy capaz de dar amor de la manera que lo doy? Muy sencillo, lo llevo dentro de mi, ahora entiendo el sueño. Y eso me hace sentir inmensamente afortunada, por ese motivo nunca dejaré de querer, de amar como lo hago, a mi no me asusta, aunque a veces sea de más. Desde que era pequeña escuché “Más vale que sobre qué no que falte”.

La pierna no termina de despertar, cuatro cruces con el dedo mojado en saliva o quizá me tenga que arrancar con un sarandonga.

jueves, 23 de agosto de 2018

¡MANDA GÜEVOS!

¡Manda güevos! Me pregunto el motivo por el cual mi intuición, mi sexto sentido nunca me funciona con los números de la primitiva ni con el pleno al 15 de la quiniela y si con las cosas chungas. ¡Vaya poder de mierda! ¿No?

Intentado ser positiva tampoco está tan mal, al menos la cara de gilipollas no es la misma. Aunque os aseguro que me gustaría no tenerlo, no convertirme en esas ocasiones en alguien que no soy, no atar cabos con tanta facilidad y conformarme con ser la Dama de las Camelias durante un par de días y ¡listo!

Me rompe la decepción, esa que produce el engaño. Si al menos pudiera cagarme en tó, sería más fácil. Pero no puedo y eso es una tremenda putada porque todo duele más. ¡En fin! ¡Que le vamos a hacer! Cada uno es como es y yo soy como soy, ni sé ni quiero aprender a guardar rencor.

El año pasado conocí a un tipo cuya historia me pareció interesantísima e increíble, cargada de una tremenda ternura. Una tarde, mientras charlábamos sentados en la cocina de su casa fumándonos un cigarro y tomando una cerveza se quedó fijamente mirándome al tiempo que sonreía. Le pregunté por qué me miraba así y me respondió con calma y cariño: “Ana, no sé porque los hombres terminamos enganchados casi siempre a mujeres tóxicas. Tú eres absolutamente higiénica.” Sonreí pensando que eso me merecería la pena siempre porque yo no quiero a nadie que se enganche de mí sino que camine a mi lado. Así que creo que debo de tener una charla con esa intuición mia y mandarla a la mierda. Que me deje vivir tranquila y ya me las apañaré.

Pues si, ¡manda güevos!

domingo, 19 de agosto de 2018

EL PIANO

Comienzo a escucharla https://youtu.be/fhDmVwP-Cd8 y no puedo evitar recordar aquella escena de la película en la que ella, empapada por la lluvia, corre y llora al mismo tiempo. Se arrodilla sobre el barro y mira al cielo. Supongo que suplicando una respuesta a su por qué.

En ocasiones resulta muy difícil entender según qué cosas aunque probablemente la cuestión está en que no todo tiene una explicación. O quizá la tenga para unos y para otros no. O quizá sean argumentos diferentes. Lo más seguro sea que le buscamos demasiadas explicaciones a todo.

Y llega el minuto 2:14, ese en el que a veces sonrío y otras me pongo a llorar con la misma intensidad. Y pienso; siempre demasiado. Y mis miedos ahora, mis seguridades después, brotan de mis ojos, de mi alma, de lo más profundo donde puedo llegar a sentir. Y como ella me arrodillo sobre ese barro imaginario en mi caso y miro al cielo con mi cara húmeda buscando mi respuesta.

Cierro los ojos y siento la música por rincones casi desconocidos. Me dejo llevar pero sigo pensando. Y cuando llegan los compases finales abro los ojos llenos de lágrimas y como siempre me digo en voz alta: “Pasará Anita, pasará”. Suspiro y pienso. Siento. Me abandono en ese instante de placer que la música me ha vuelto a regalar y como siempre, continúo camino al encuentro de la felicidad.

miércoles, 15 de agosto de 2018

MIÉRCOLES DE VÍRGENES Y CUPÓN

¡Pues miércoles de vírgenes en toda España! Esa es la fiesta de hoy ¿no? Yo es que de fiestas controlo un poco pero el santoral no lo trabajo mucho. Hay que ver la cantidad de festivos que tenemos en este país, luego hablas con alguien que vive por ejemplo en los unidos esos de América y flipan. ¿Flipar está aceptado por la RAE? Espero que así sea porque es una palabra bien chula. No, no voy a buscarlo, paso.

Alguna otra vez ya he escrito sobre palabras que me gustan especialmente y creo recordar que hasta sugerí que todo aquel que leyera la entrada participara con alguna. ¡Pero es que sois muy vagos! Hace algunos años a quien me dijera tres palabras le escribía un relato, salieron algunos bastante aceptables  teniendo en cuenta “la maldad” de algunas personas con las tres palabritas. ¡Pero lo conseguí! Como casi todo lo que me propongo aunque me cueste un güevo y parte del otro.

Hay personas a las que no les cuesta nada lograr objetivos y conseguir aquello que quieren. Es cierto que hay muchas variables que determinan esa consecución. Pues aunque no lo parezca, yo soy de las que se lo tienen que pelear. Llegar en ocasiones al límite y cuando todo parece perdido, aguantar un pelin más y ¡zas!

En ocasiones hubiera preferido no tener que valorarlo tanto y que hubiera sido fácil. En otras muchas y con la perspectiva que da el tiempo y la reflexión, me he alegrado por el esfuerzo. Por todo lo que he aprendido durante ese tiempo de pelea.

Este miércoles de vírgenes también es miércoles de cupón especial de la ONCE. Y digo yo que algo mayor estoy para seguir quedando exhausta en ocasiones. Así que como ya he aprendido mucho y rápido, ha llegado el momento de hacerlo mucho más despacio y cositas puntuales. ¡A las santas me encomiendo pues!

viernes, 3 de agosto de 2018

QUÉ MALOS SON LOS DÍAS MALOS

Qué malos son los días malos y más cuando lo único que necesitas es un abrazo, un beso en la frente, compartir un silencio, saber y sentir que no estás sola. Qué malos son los días malos en los que todo se torna gris, te cuesta respirar y tomas un café tras otro. Un cigarro tras otro con la mirada perdida y el alma cansada.

Qué malos son esos días en los que todo lo que haces parece vacío, sin sentido, sin un fin. Tan solo un desgaste de energía en vano. Esos en los que la cabeza da mil vueltas y el corazón parece estallar en cada instante. En los que te sientes indefensa, débil y vencida por momentos. Esos en los que te permites el lujo de no mostrarte fuerte como siempre. En los que todo cuesta tanto y eres incapaz de sonreír. En los que sólo deseas sentir una mano extendida y escuchar un “no pasa nada, estoy aquí”.

Qué malos son, qué malos ...

miércoles, 1 de agosto de 2018

APROVECHARLO O QUE PASE DE LARGO...

Pues ya ha llegado agosto. Siete meses llevamos del 2018, más de la mitad. ¡Que bien hago las cuentas! Y eso que soy de letras ¿Y qué? ¿Cómo vamos? ¿De vacaciones?

Yo tomándome un café con hielo, como todas las mañanas. Y pensando donde tengo la tobillera de cuero, esa que marca el tempo y huele a mar.

No parece que esté muy inspirada porque iba a ponerme a escribir sobre el calor que hace. El sonido de los martillazos en el local de abajo de mi casa me despista, no me deja concentrarme y miro la pantalla del móvil sin saber muy bien por donde seguir. Se me ocurren varias cosas pero no me convencen y al mismo tiempo estoy por darle a la cruz que hay arriba a la izquierda y borrar esta cutrez. Pero como soy terca, entre otras muchas maravillosas cosas, voy a seguir un poco más a ver si consigo enderezar esto.

Releo y encuentro que el tiempo está siendo el prota. Dicen que el tiempo lo pone todo en su sitio, que las cosas son cuestión de tiempo, que tiempo al tiempo, que el tiempo todo lo cura, que hay que dar tiempo, que solo con el tiempo te das cuenta... Y un sin fin de expresiones más. El tiempo está para disfrutarlo, no para perderlo. Esta es mi favorita. Todas las demás me resultan un pelin grises, me sugieren espera. Mi favorita es presente, es ir hacia adelante, tiene luz y transmite ganas de vivir. ¡De ahí que sea la frase que más me gusta!

¡Ay, el tiempo! Es inexorable. No perdona. Con lo majo que parece y lo poco que luce a veces. Yo me llevo bien con él, siempre tengo un poco para todo o al menos lo intento. Será por eso que me gusta madrugar, porque para dormir ya tendré tiempo cuando me haya muerto. Y pienso en ese tiempo que no pasé con mi padre y ya es tarde. En ese en el que no le devolví la llamada a una amiga y lo que tenía que decirme ya no me lo dirá. En el que me quedé en casa en vez de darme un paseo y disfrutar del sol. Pienso en el tiempo que me queda y en tantas cosas que me gustaría poder hacer y no haré. ¿Sabéis por qué? Muy sencillo, el tiempo es lo único en la vida que no se detiene. Así que aprovechad el vuestro y apartad aquello de “si eso, ya mañana”. Quizá ese mañana nunca llegue y habréis desaprovechado la oportunidad de ...

Consciente soy de que he escrito cosas mejores, pero al final no ha quedado tan mal. Como dice alguien que conozco ¡Vaya tela!

lunes, 9 de julio de 2018

QUE NO, QUE NO QUIERO JEQUES

Últimamente cada vez que publico una entrada en el blog tengo una visita de Emiratos Árabes Unidos. ¡Y a mi me tiemblan las piernas! Ayer me decía un listo ; ) que lo mismo era un jeque que se había prendado de mi. Pero ¿qué dices? ¡Mírale! ¡Y encima lo dice él! Jajaja.

Entonces me puse a imaginar a un señor de esos con vestido largo, pañelo en la cabeza y espeso bigote. Cuidado eso si, pero bigotazo. ¡Bufff! Todo el día con la súper visa de diamantes gastando. Que si joyas, que si pieles, que si chaneles y dolches gabanas... Ah, y algún cochecito de esos que hacen brun-brun. Y empecé a aburrirme porque además eso podría significar que sería de las favoritas del harén. ¡Ay señor! No quiero ni pensarlo, ya que todo tiene un precio. Pero claro, un día ya no sería la nueva y los diamantes de la visa se convertirían en oro, de 24 kilates claro, pero simple oro. Y entonces ¿qué haría yo en el harén? Si si, me libraría del bigote, pero...

Mira, que no. Total para que quiero chaneles sí luego ¡nadie me los va a comprar en Wallapop!
Prefiero una Mahou al champán más caro del mundo mundial, comprarme una blusa por 1€ en Humana, una perilla bien apañada a un bigote lustroso y no dudar que es mi mano la elegida porque es la mía y no porque sea la nueva. Me quedo con tus besos y con mi Hyundai azul. No cambio tu sonrisa por todos los dientes de oro del jeque. Me quedo en casa y el jeque que mire a ver, seguro que encuentra a otras candidatas que matarían por ser las elegidas. Yo siempre he sido más de unas buenas lentejas con arroz ; )

sábado, 7 de julio de 2018

CONFESADA QUEDO

Sin darme cuenta unas veces y consciente otras, me confieso permanentemente. Dios no dudará en el momento de pillarme, lo tendrá tan fácil que incluso le aburra ir detrás de mí y decida acechar a otras presas.

Aprendí hace mucho tiempo a no ocultarme aunque si a ser discreta. A decir lo que pienso, siempre con respeto. A mirar a lo ojos sin miedo, a tararear aquella melodía que me enconge el corazón. Aprendí a frecuentar recuerdos, a sentir sin límites. A no mirar atrás.

Ya son 52 estupendisimos años los que tengo y como leí en algún sitio, si me dicen cuelga tú, cuelgo. Vivo día a día con ilusión, con ganas, de la mano y no aferrada a nada. Dejo que me sorprendan e intento hacer lo mismo de vuelta. No me escondo, no busco, no invado ni controlo. O lo que es lo mismo, valentía, sosiego, respeto y confianza. Respiro hondo cuando lo necesito, lloro cuando toca, sonrío siempre y me equivoco a veces.

Soy buena, maja y mona. ¡Ah! Y nada modesta, si lo valgo lo valgo. Lamentablemente mi sexto sentido se equivoca poco, algún defecto tenía que tener...

Mis ojos no engañan y mis palabras ni enredan ni embaucan. Soy lo que soy, lo que ves, lo sientes al estar cerca de mi. Siempre en primera línea, dando antes de recibir si es preciso, apostando fuerte por vivir. Si me caigo me levanto, si me tiran me levanto de nuevo, si me sueltan me levanto otra vez.

Mis debilidades, que también las tengo, se las confesaré a Dios cuando me pille, ¡tampoco se lo voy a poner tan fácil!. Soy una guerrera con la lágrima fácil y mi arma es el querer. Confesada quedo. ¡Ahora vas y lo cascas! ; )

sábado, 23 de junio de 2018

MAÑANA SERÁ OTRO DÍA

Mi té, mi pitillo y el silencio de la mañana ya soleada me dicen que tengo frente a mí un nuevo día. Un sábado de junio en el que he amanecido muy temprano, dando vueltas en mi cama y pensando. Inquieta pero tranquila, con ilusión sin olvidar la calma, con ganas de escribir sin abandonar la cautela.

Hace unos días alguien me dijo que no importan los sitios a los que vayas sino las personas con las que lo hagas. Es cierto, el mismo lugar es diferente dependiendo de quién te acompañe en ese momento. Las sensaciones no son las mismas, la mirada es diferente, la luz cambia y los recuerdos de entonces nada se parecen al instante del ahora.

Y no debemos de olvidar que todo vale, que todo cuenta y que todo enseña. Que la vida se construye en base a esos todos. En ocasiones echas de menos momentos, lo que no significa que desees tenerlos de nuevo. Sencillamente forman parte de ti, de tu historia, del camino.

Oigo voces en la calle a través de la ventana abierta, golpes y algún motor de coche. Son las 8:20 de la mañana y aunque este sábado de junio comenzó hace unas horas, bebido mi té y terminado mi pitillo; respiro hondo, sonrío y pienso en ese ahora. Mañana será otro día.

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