jueves, 25 de mayo de 2017

DESPUÉS DE LA MOÑA, LA CAÑA

Si, soy más yo. Más caña que moña. Así que vamos a darle un poquito a la inspiración. No tengo nada más que pensar en sudor y viene sola. ¡Qué cosas! ¿Porqué me gustará a mi tanto esta expresión? Eso mejor lo dejamos para otro momento.

Hablábamos de sudor, de lo que la palabra en si evoca. El otro día quedé con una amiga que hacía tiempo que no veía. Después de estar esperándola más de veinte minutos; siempre llega tarde, nos dimos un abrazo de esos que pesan y un montón de besos. Nos queremos mucho pero nos vemos poco. ¿Qué tal todo? Le pregunté. Carcajada que anunciaba una noche divertida y llena de noticias. Bien, bien. Me respondió. Pues venga cuenta, le dije yo.

Hace un par de meses conocí a un tío. Empezamos a chatear y quedamos en Chueca. Me dijo que para que nos sintiéramos cómodos, al encontrarnos nos diéramos un pico.

Yo no parpadeaba. Estas son las historias que a mí me dejan callada. Sigue, le pedí con gesto de ruego.

Pues nada, llegué a la puerta de San Antón, del mercado, y allí estaba. Joder tía, estaba muy bueno. No era muy alto, pelo así canosito, un pequeño flequillo, con barbita muy corta, muy mono vestido. Con un jersey anudado en la cadera y unas gafas que le daban un toque guay. Y nos dimos el pico.

Yo la miro y pienso "¡qué cabrona!". Nunca se liga a uno feo la tía.

Subimos a la terraza y nos tomamos un par de cervezas mientras íbamos cogiendonos la medida. (Y suelta una carcajada la muy ... que me deja muerta sabiendo lo que vendrá después).

Nos fuimos luego a un bareto. El tío súper majo e inteligente, me molaba. Estábamos sentados uno frente al otro en la barra en un par de taburetes y a la segunda caña, se acerca y me besa. (Y vuelve a reírse mientras me lo cuenta de esa manera que tanta rabia y envidia insana me produce).

Besaba de puta madre tia. Me ponía un montón. Ahí estuvimos un par de cañas más, otros tantos besos y metiéndonos un poco mano mientras hablábamos al mismo tiempo de lo humano y lo divino.

¿Metiendoos mano en la barra del bareto? Calla, calla. Me contesta. Eso no es lo más fuerte. Y de nuevo esa risa que comienza a irritarme.

Me dice que si nos vamos a otro sitio, le digo que vale, salimos a la calle y empieza a tocarme el culo. Todo esto como si nada, vamos que nosotros seguíamos hablando de las sinergías con gesto concentrado y serio. Entramos en otro sitio donde había una pequeña barra a la izquierda y alrededor unas cuantas mesas. Un sitio pequeño y lleno de gente. Nos pusimos en la barra a mirar que poder pedir para picar. Él se pegó mucho a mi y mientras mirábamos el tablón que había detrás del camarero que esperaba a que nos decidiéramos, va y me desabrocha el botón del pantalón.

Espera, la interrumpo. ¿Me estás diciendo que allí en medio, en mitad del local y con toda la gente alrededor, te saca el botón? Si tía, como te lo cuento. Me responde mi amiga con todo su cuajo. El camarero fliparia, claro. Le digo yo.

Los camareros fliparon cuando una vez que habíamos pedido y mientras esperábamos, empezamos a besarnos, pero a besarnos y él metió la mano dentro de mi pantalón, llegando hasta donde quería, claro!!

Abro muchos los ojos y le pregunto: ¿me estás diciendo que te masturbó en medio del garito?

Mas o menos, tampoco se podía. Estábamos de pie en la barra. Sacó su mano y llevo los dedos a su boca chupándoselos y mirándome fijamente.

¡Habría mogollón de gente! Qué va, me contesta, estaban en las mesas. En la barra no había casi nadie.

Mi amiga se descojona, yo alucino. Y sigue contándome.

Claro, imagínate la escenita. Yo solo veía a los camareros, pero supongo que estábamos siendo la atracción del local entero. Cuando nos pusieron las cosas nos fuimos hacia una mesa alta que se había quedado libre. Y cuando me apoyé en la silla él se pegó a mí y seguimos besándonos. Entonces (mi amiga empieza a reírse mucho) pasa un camarero y le dice a otro "atención, empieza la segunda parte".

Que conste que no estábamos pedo; me dice. Teníamos un puntillo, ese que hace que te deshinibas de todo. A todo esto la conversación no cesaba, nosotros seguíamos hablando tan normal cuando dejábamos la lujuria. Me propuso entonces bajar al baño. Él lo haría primero y después yo. Y así lo hicimos.

¿Follasteis en el baño? Bueno, yo le hice una mamada rapidita y él me la metió un poco por detrás. Era un baño muy pequeño, no había mucho margen de maniobra. ¡Joooder! contesto yo. Llegados a este punto de la historia no me sale decir otra cosa.

Subimos a la mesa y me dijo al oído: "vamos a buscar un hotel". Nos fuimos a un hotel que estaba cerca y mientras él hacía el chek-in yo me fui a un chino que estaba al lado a pillar unas cervezas.

No sé si quiero que me cuentes lo que pasó después, me lo puedo imaginar. Le dije.

Ufff, me contesta con cara de vicio mi amiga. Fue salvaje, tía. ¡Qué manera de follar! Ni te imaginas. Estábamos en la cama, se levanta y me dice que vaya con él al baño, quería hacer pis. Entonces me pide que se la sujete mientras lo hace y se la menee despacio al mismo tiempo. Mientras él metió sus dedos en mi vagina sin dejar de comernos las bocas. Volvimos a la cama y recorrió todo mi cuerpo con su lengua sin dejarse ni un milímetro, no sabía yo que tenía tantos rincones ocultos sobre todo de cintura para abajo. ¡Que manera de ocupar el 1.50! Ni un resquicio de cama quedó sin deshacer. No tengo ni idea las horas que estuvimos follando, al final nos quedamos dormidos. A la mañana siguiente nos dimos una ducha, nos tomamos un café en un sitio cercano y nos despedimos.

¿Y? Le pregunto. Y nada tía, no nos volvimos a ver. ¿Por qué? le pregunto. No lo sé, supongo que hay historias que son así. Que no dan para más que una noche de sexo salvaje. Historias en las que en el fondo has dado más de lo que crees, te has quedado tan al desnudo que no deben de tener más partes. Son esas historias que nunca olvidarás por la intensidad del momento, esas en las que te sientes incluso otra persona, en las que la fantasía ha prevalecido frente a la realidad. Esas historias que han hecho que te sientas vivo, que disfrutes del instinto. Esas de cerveza y sudor sin más.

martes, 23 de mayo de 2017

UNA TARDE DE PRIMAVERA

Ella esperó a ese día, al del cumpleaños de él. Estaría contento, riendo y charlando con unos y con otros. Atendiendo llamadas y contestando mensajes. Preparando la celebración del fin de semana. Sería el momento perfecto para alejarse poco a poco, despacio, sin apenas hacer ruido y que él no se diera cuenta. Lo hizo con la mejor de sus sonrisas, sin dejar de mirarle, con los ojos empañados, el corazón triste y una preciosa mochila llena de recuerdos.

Se había propuesto no mirar hacia atrás cuando empezara a caminar, pero no pudo. Lo hizo, volvió la vista, necesitaba verle por última vez. Él estaba feliz, sin dejar de reír, hablando sin cesar con unos y con otros. Había recuperado eso que anheló durante un tiempo. El tiempo en el que la quiso a ella, ese en el que ella le había querido.

Dejó volar entonces aquella carta escrita y rota tantas veces. Dejó que las palabras fueran posándose a lo largo del camino hasta llegar a él. Pedazos de su corazón, trozos de su alma. Ese alma que luchaba por librar aquella batalla perdida de antemano.

Y alejarse fue el acto de amor más grande que jamás había hecho. Dejó libre ese espacio ocupado durante tanto tiempo en él para que fuera recuperado por quién debía de tenerlo. Al tiempo que intentaba protegerse y mantener firmes esas barreras debilitadas por el paso de los meses.

Y como Penélope, se sentó en la estación, con gesto feliz, lo era por él. Esperando a que llegue el primer tren, ese que nunca llegará por mucho que ella se vista de domingo.

jueves, 18 de mayo de 2017

ADIÓS

No es la primera vez que escribo sobre los finales y los adioses. Las despedidas y lo mucho que cuesta tomar la decisión de marcharse. No es la primera vez que lo hago sobre las ausencias y los anhelos. Sobre el desasosiego y la espera. Esa espera que a ratos se hace eterna y a instantes insoportable. No será la última vez que al escribír tumbada en el sofá, mis ojos permanezcan clavados en la ventana del salón, buscando en ese cielo azul la palabra perfecta que me ayude a continuar.

Me enciendo un cigarro y tras una larga calada con la mirada perdida, esta vez no se sabe dónde, susurro "adiós", mientras poco a poco voy ahogándome en esas cinco letras.

Me siento cansada de vivir en una permanente despedida. En un adiós del que siempre salgo perdiendo; o eso creo. Me cuesta coger aire, me hastía la ingravidez de mi alma. No logro ese equilibro añorado. Y siempre la huida, hacia adelante, pero la huida.

Me derrumbo entre canciones y poemas, entre recuerdos y sonrisas. Camino como puedo con el peso que supone decir adiós de nuevo. Miro al frente, debo hacerlo. Y recordaré sus ojos en las tardes frías de invierno y despertaré pensando que todo ha sido sueño y de nuevo, volveré a decir adiós.

sábado, 13 de mayo de 2017

EL TIEMPO NO ES ORO

Nunca me han gustado los castigos, siempre he preferido hablar, hacer entender las consecuencias de los hechos y enseñar que a lo hecho, pecho. Lo que viene siendo, asumir la responsabilidad de tus actos.

Pero cuando he puesto alguno, siempre lo he pensado antes. Los castigos deben de ser madurados y maduros. Coherentes y sobre todo has de tener la seguridad de que vas a llegar hasta el final.

Es lo mismo que me pasa con los retos. Reconozco que son una de mis debilidades. Cuando alguien me propone alguno la adrenalida fluye y si creo que puedo y tengo opciones de ganarlo, acepto sin dudar. De la misma manera intento ser prudente cuando propongo alguno. ¿Y si el otro lo acepta? ¿Y si después me llevo una sorpresa? Nunca menosprecio al contrario. Asumo el riesgo que pueda conllevar lanzar el guante. Como muchas otras cosas, a estas alturas o bajuras de mi vida, es una opción personal.

Es increíble la sensación tan magnífica que produce eso. Que tu manera de vivir esté aposentada en opciones personales. Hace poco charlaba sobre la vida con un buen amigo. Él me decía que le seguía importando la desgracia ajena y que no quería cambiar. Muy de acuerdo con él en esto de no querer cambiar yo le comenté que seguía llevándome las hostias dobladas a veces por creer en las personas. Pero que al igual que antes lo hacía sin saber por dónde venían, ahora se había convertido en una opción personal el querer confiar y creer en los demás. Y que si llegaba la hostia, ya vería que hacer con ella.

Otra de esas opciones elegidas es la de hacer caso un poco más a mi cabeza y algo menos a mi corazón. ¿Eso me convierte en una mujer fría? Quizá, pero al mismo tiempo es una buena manera de hacer que las prioridades cambien. Y sea yo la primera de la lista en más ocasiones. Algo muy sano y recomendable.

No sé muy bien como he llegado hasta aquí, ni tampoco como seguir y cerrar esta chapa. La generosidad debe de comenzar por uno mismo (frase manida, lo sé), si no es así terminas haciendo reproches a diestro y siniestro. Y siempre los más duros son en primera persona.

Nunca me volveré egoísta, no lo soy. Nunca dejarán mis ojos de humedecerse, no lo quiero. Nunca querré recibir antes de dar, no sabría cómo hacerlo. Nunca me faltará una sonrisa y un abrazo, los genero sin darme cuenta. Siempre tendré tiempo para los demás. Porque como dijo Sampedro: "el tiempo no es oro, el tiempo es vida". Y mi vida la comparto con aquellos que lo necesiten, lo precisen, lo deseen o lo quieran. Mi tiempo, mi vida, ahí comienza mi generosidad. Aunque como opción personal haya elegido cambiar las prioridades.

sábado, 6 de mayo de 2017

¡QUE CARÁCTER!

¿Alguna vez habéis llegado a un centro comercial antes de que abrieran? Yo si. Esta mañana mismo. He tenido que dejar el coche fuera del aparcamiento ya que estaban todavía las vallas al acceso. ¡Soy insufrible!, lo sé. Pero soy maja, eso me salva.

Mañana es el día de la madre. Bueno, el día en el que se celebra, porque madres somos todos los días. Que no termino yo de entender porqué a las mujeres nos tiene que dar por querer serlo a toda costa. Con lo bien que está siendo no madre y soltera. Pero claro, socialmente eso no está tan bien visto y como es la sociedad la que marca lo que está bien y lo que no... ¡Pero que rebeldía la mía! Muchas veces me pregunto porqué seré yo así. ¡Y me descojono, a ver!

¡Ay queridos! ¡Si es que nací fuera de mi época! O quizá sea por mi anterior vida. Ah si, yo creo en eso de las vidas anteriores, sino ¿de qué? Y también creo en el karma, sino ¿por qué? ¿Habéis pensado alguna vez que habréis sido en otra vida? No lo sé, pero seguro que alguna vez si habéis pensado en lo que os gustaría haber sido o ser. Jajajaja, ya sé que a la mayoría de las mujeres os gustaría ser hombres. Cuantas veces he oído esa frase ¡en otra vida yo quiero ser hombre! ¡Qué cosas!

Pues yo creo que fui cortesana, que me lo debí de pasar de lujo aunque me apretaran los corsés. Que conspiré, seducí y abondoné a todo el que se me puso por delante. Creo que incluso pude renunciar a algún trono por no estar dispuesta al sometimiento. ¡Así os lo cuento!

Si ya, querréis saber lo que me gustaría ser en la siguiente. Pues ni idea, la verdad es que paso de pensarlo. Me interesa más lo que quiero en esta. Y es que me toque la lotería porque guapa soy y rica estoy.

Y a lo tonto a lo tonto acaban de abrir el centro comercial. Voy a ver si encuentro algo sexy que esta vez, con lo que ya sé, lo mismo no renuncio al trono ; )

miércoles, 3 de mayo de 2017

¡AYY LAS APARIENCIAS!

¡Ay que me da la tos! El otro día veo que habían visitado el blog desde Taiwán, sería una de esas visitas del más allá como las llamo yo, de esas de servidores fantasmas repartidos por el mundo. Y entonces me puse a curiosear las estadísticas. Pues fíjate, que los Android eran más del doble que los IPhone y Chrome arrasaba, quedándose Internet Explorer en el tercer lugar.

Y vosotros diréis que eso qué os importa. ¡Hombre no seáis bordes! Es una curiosidad. Hay veces que las cosas no son como parecen o como uno cree. Lo malo es que como te pongas a querer entenderlo todo pues te pasa lo que a mí. Y eso que no estoy nada de acuerdo con aquello de que la curiosidad mató al gato. Si pero murió sabiendo. Ya ¿y de qué le servió? Y así hasta el infinito.

Hace poco un amigo me decía que soy muy fina y parezco como muy recatadita ... Y que era eso precisamente lo que "le ponía" de mi. Unas horas más tarde, recordaba sus palabras y me reía mucho. Es que mi amigo es muy grande. Pero no de tamaño, sino de talento.

Que cosas, ¿verdad? Eso de lo que parecemos y somos en realidad. O quizá es que lo somos todo pero solo queremos parecer parte. Es curioso y a la vez interesante pensar entonces en muchas personas que tenemos alrededor. Pensar en lo que parecen y en lo que en realidad pueden ser. O no.

¡Otra vez la tos, ayy!

Me voy a correos a enviar mi manuscrito a otro par de editoriales. Lo mismo el funcionario cuando vea los sobres pensará que son informes o algo de eso. ¡Ja! A veces las cosas no son lo que parecen. Ni las finas tan finas ni las recataditas tan recataditas. Solo pido que después de poner los sellos y yo baje las escaleras para irme a dar un paseo, al funcionario no le dé por ser curioso.

LO MÁS LEÍDO