viernes, 27 de septiembre de 2013

MIRAR CON EL CORAZÓN (PARTE 1)




No es tan difícil, lo primero es querer hacerlo y después reunir el coraje.


Caminaba por aquella carretera, recordaba aquel día en el que el romanticismo de la bicicleta me jugó la mala pasada de hacer cinco kilómetros cuesta abajo; y lo que me costó después el camino de retorno cuesta arriba. El recuerdo me hacía sonreír. Miraba a un lado y a otro, escuchaba como la naturaleza me hablaba y me contaba lo mucho que habían cambiado las cosas desde entonces. Ya no existía la pequeña piscina natural, con esa agua congelada que dejaba el cuerpo aterido y reconfortado al mismo tiempo. Ya no había buitres planeando en el cielo porque ya no había ovejas muertas en el monte. Tampoco huertos donde robar los garbanzos verdes y después pagar eldelito con un cólico en toda regla. Habían dejado de llegar las cabras amedia noche y no se oían los gritos de las cerdas pariendo.


Después de tantos años regresaba a ese lugar donde el tiempo no pasaba, donde el aire era de todos. Donde pasear por sus calles, cruzarte con un vecino y hablar con él era un gusto y no un sacrificio. Regresaba al recuerdo de aquella vida tranquila.


Sentada en las escaleras de la iglesia, en lo alto del pueblo, dejo que el viento me obligue a medio cerrar los ojos, le dejo que entre hasta mis huesos. Miro al horizonte, las calles vacías y el sol escondiéndose me trasladan a aquella tarde de abril cuando monté en su coche y no quise mirar hacía atrás.


Sin darme cuenta aterrizaba el avión en Santiago, Antonio cogía mi bolso mientras yo me desperezaba y miraba con curiosidad por la ventanilla del avión. Llegamos, pensé en voz alta. A partir de ese momento mi vida en Chile fue un cuento. Un cuento de hadas a veces, de terror otras. No elegí unos años fáciles para vivir la aventura. Pasaron tantas cosas, que ahora mismo no sabría por donde empezar. Quizá pronto, ponga en orden mi corazón y mi cabeza y pueda compartir alguna con vosotros. Ahora solo quiero quedarme aquí, en estas escaleras, con este horizonte… Dándome cuenta de que puedo mirar con el corazón. Y eso, es a él a quien se le debo.

Continuará….


domingo, 22 de septiembre de 2013

EL AMOR EN SU PIEL


Me gusta ir en ocasiones al parque de Santander, dentro hay un circuito por donde la gente camina, corre, patina… Tiene grandes rectas y entonces yo me coloco en un lado, camino lentamente con los ojos cerrados y voy escuchando lo que dicen las personas que pasan a mi lado. La percepción de las palabras es diferente si lo haces con los ojos abiertos. Y ahora es cuando pensáis que estoy como un cencerro, lo se. Probarlo y me decís, pero hay que andar, no vale quedarse parado a escuchar.

Después de este “ejercicio”, elijo un banco. Con rosales detrás o rodeado de vegetación o cerca de los columpios o al lado del agua. Seguís pensando que no estoy bien… jaja. Y es que no todos los días quiero lo mismo, a veces preciso silencio para leer y otras son mis sentidos los que mandan.

Y ahora es cuando os cuento lo que me pasó no hace mucho en este estupendo parque, en un día en el que me decidí por los rosales y el sonido del agua.

Este verano había leído una entrevista a Xoan Tallón y me había gustado. Me apunté el nombre del libro del que hablaba y uno de los días en los que me acerqué al centro tuve la suerte de poder comprar en la Fnac el último ejemplar que les quedaba en ese momento. Inmersa estaba yo leyendo como Tallón llegó a Madrid, cuando por el rabillo del ojo vi que alguien se sentaba a mi lado. Pensé que sería algún tío coñazo que en breve me diría el buen tiempo que teníamos. Si, si, he dicho tío con total conocimiento de causa.

Pero no, era una mujer. Aproveché el AIRE para colocar mi pelo y así, de manera discreta, echar un vistazo a mi compañera de banco. Estaba sentada de manera relajada, mirando al frente, sus dedos entrelazados sobre sus piernas cruzadas. Un bolsito pequeño, de colores, cruzaba su pecho. Vestido estampado y sandalias de tacón marrones. Con un vistazo soy capaz de fijarme en muchos detalles, es verdad.

Continuaba yo atenta a las reflexiones de Tallón sobre su nuevo trabajo, cuando un lejano canturreo llegó a mis oídos. Pensé que al final tendría que cambiarme de banco, lo cual me fastidiaba bastante por que había sido ese el elegido y no otro. Y de pronto giró su cabeza hacia mi diciéndome: “Joven, ¿te gusta la música?”. La jodimos, me dije. Tallón, tendrás que esperar… Cerré el libro, intuía que no iba a ser una sola pregunta con una única respuesta. Y acerté. Anocheció y las dos continuábamos nuestra charla.

Aquella mujer de pelo cano y mirada dulce, a la que le gustaba canturrear a todas horas, me contó una de las historias de AMOR más maravillosas que he oído. Estudió en el conservatorio durante diez años; amaba la música sobre todas las cosas. Pero se dio cuenta tarde, porque tampoco se lo dijo nadie; se quejaba, de que la vida era algo más que tocar el violín y leer partituras. Su hermana era religiosa en Malí y la invitó a pasar un verano en la ciudad en la que ella estaba trabajando. “Vente unos meses, Laura. Aquí podrás aclararte lejos de mamá, y podrás tomar una decisión sobre tu futuro”. Siempre creyó que su hermana era tan buena y razonable porque estaba casada con Dios. Y Laura me contó como hizo la maleta aquel verano y temblándole las piernas cogió su violín y montó en el avión que la llevaría a África.

Se le iluminaban los ojos, y jugueteaba con esos dedos cruzados sobre sus piernas cuando evocaba aquel momento.

Joven, me decía; fueron los días más especiales de mi vida, gracias a mi hermana, nunca podré agradecérselo lo suficiente… Al atardecer, ese atardecer de África diferente al del mundo, Laura sacaba con mimo su violín y en la puerta de la misión comenzaba a tocar. Las hermanas, los niños que con ellas vivían, los médicos, voluntarios y vecinos del pueblo tenían una cita con la música todos los días al atardecer.  Pero Laura me contó que había un hombre, que siempre llevaba una gorra puesta, que se quedaba atrás y muchas veces al escucharla tocar, sus ojos se llenaban de lágrimas. Una tarde, al terminar su particular concierto, Laura se acercó a él para preguntarle. Ibrahimah, que así se llamaba él, ruborizado; porque me dice Laura como enfadada que los negros también se ruborizan; le explicó que se emocionaba tanto porque él había soñado durante años con ella y con su música. Cuando se lo decía a sus amigos se reían y le llamaban loco. “Como va a venir aquí una mujer blanca con una caja de la que sale música?” Y ahora, al verla y al escucharla, lloraba de alegría… A partir de ese día, al terminar el pequeño concierto para la misión, Laura eIbrahimah se alejan un par de kilómetros del bullicio y se sentaban cerca de un lago. Allí, ella, de nuevo sacaba su caja de música y tocaba para él. Siempre la misma pieza de la misma canción. La que él siempre le pedía acariciándole las manos y sintiendo la música en su PIEL.

Laura tomó su decisión y regresó al conservatorio porque así se lo pidió aquel hombre dulce y sensible que siempre llevaba puesta su gorra. Que todas las tardes le acariciaba las manos y la miraba a los ojos como nadie lo había hecho nunca.

Aquella mujer se convirtió en un gran concertista. Y al mirar cómo le caía una lágrima por su mejilla, entendí porque siempre tenía las manos entrelazadas… Las cogí entre las mías y entendí que nadie después de él se las había vuelto a acariciar.

domingo, 15 de septiembre de 2013

VUELVO, GRACIAS A ELLOS

Hace unas semanas os pedí que me ayudarais a escribir, que me dijerais tres palabras y yo con ellas intentaría crear historias. Salió una y prometí que las demás lo harían poco a poco.

Llevo días sin teclear nada que me guste; para mi demasiados y creo que ya son suficientes. Alardeo siempre de mi fortaleza, de mi capacidad de análisis y de mi valentía. Pues bien, a demostrarlo. Por eso no me moveré de aquí hasta que hoy salga otra de las historias creadas con vuestras palabras. Palabras preciosas todas las que me llegaron, eso significa que he sabido gestionar bien a quien seguir.

Hubo alguien que me regaló tres palabras difíciles. Desarrollo, Igualdad y Futuro. Y como sabéis que me gustan los retos... Allá voy...

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Ella era la mayor de los dos, siempre decía que habían nacido en Melilla, nunca supe muy bien si había sido así, tampoco me parecía importante, me bastaba con el color de su piel y su mirada. Podrían haber nacido allí o haber llegado con pocos años, de manera que afortunadamente solo recordaban eso, Melilla.

Vinieron con sus padres a Madrid, tampoco supe nunca buscando que, ni si la búsqueda les incluía a ellos o simplemente vinieron a dejarles. Seguramente los centros de acogida sean mejores aquí que en Melilla, su ciudad.

Cuando un niño llega al colegio en una ruta con unos educadores, que cambian cada seis meses por que se les termina el contrato; y acompañado de otros niños que no conoce… Sabemos que para él la IGUALDAD no existe. Doy por sentado que en estos tiempos, afortunadamente hay muchos tipos de familia, que para quien no tiene nada más, otro niño desconocido al que a lo peor ni entiende o una monitora que le arropa por la noche, puede convertirse en su referente familiar. Pero no nos engañemos, el balón con el que juega no es de reglamento.

Si a esto le sumas el sentimiento de abandono que ese niño tiene en esas actuaciones navideñas, que estaría bien que los coles le dieran una pensada a ese tema al igual que a los trabajos que se hacen en esos días tan absurdos como el de la madre y el padre. Innecesarios creo. Si además a tus compañeros de residencia van sus padres a verles y a ti no. Si tienen que empezar a medicarte por que aparece ese monstruo que es el síndrome de niño institucionalizado… Me decís como va a ser el DESARROLLO de ese niño?

Somos tannn gilipollas queridos!! Tantas cosas que de verdad importan que no vemos, tantas lágrimas que poder secar, tanto amor para compartir, tanto dolor que abrazar.

Ella está ahora contenta, en el nuevo centro hay niños de su edad, pensar en él me sigue partiendo el alma. En sus puños apretados en la última actuación de navidad, en su mandíbula chirriando mientras sus ojos recorrían todo el auditorio buscando, en su mirada, ausente siempre... Hace unos días sus padres fueron a verles con el bebé nuevo.

Se merecen lo mejor, como todas las personas, como todos los niños. Se merecen un FUTURO en el que vivir en paz, nada más, por fin, en paz.


miércoles, 4 de septiembre de 2013

FRENTE AL ESPEJO


Siempre he creído que las cosas pasan cuando tienen que pasar, que es inútil tanto huir de ellas como intentar forzarlas. Siempre he creído que no vale la pena llorar antes de tener un motivo y que la risa llega tarde o temprano.

Y tantas veces decimos “porqué?” Cuando seguramente la forma exacta sería “por que”. No es tanto el motivo sino la consecuencia de lo que nos pasa lo que debería de ocupar nuestras reflexiones. Y aprender, no dejar de hacerlo nunca sea lo que sea lo que nos encontremos en el camino.

Se que no os estoy descubriendo nada nuevo, que estas palabras las habéis leído o escuchado muchas veces, pero si creo que en ocasiones es necesario recordarlo por que tenemos una memoria frágil, sobre todo cuando se trata de pedirle cuentas a la vida. Y es bueno entender y aceptar que es ella la que las rinde cuando y como quiere.

Los cambios, cualquier cambio en nuestra vida siempre afecta, produceninseguridad, inquietud, incluso malestar. Pero esos cambios son necesarios, saludables y obligados si queremos seguir creciendo, si queremos sentirnos nosotros mismos cada día más. Creo que debemos de enfrentar nuestros miedos, mirándonos frente al espejo. Que ejercicio más difícil y más enriquecedor, estar frente a frente consigo mismo, soltar todo y llorar mirándote a los ojos.Y después sentir como se ensancha tu pecho, dibujar una sonrisa en tu rostro y saber a pesar del dolor, ha sido bueno.

Ayer me decía un amigo, “Ana, si un amigo mío tiene un problema, yo, tengo un problema”. La generosidad es de las cosas más maravillosas, seamos generosos con nosotros mismos y así como todo en la vida, podremos serlo con los demás.

Y esto no son solo palabras, todo forma parte de ese destino que vamos descubriendo día a día, ese destino que siempre nos sorprende, que nos vacila a veces, que nos despista y que nos regala tantas cosas. Ese destino que no es sino el compañero de la vida.

Esa vida queridos, de sueños, de miedos, de mentiras, de regalos, de ilusiones, de dolor, de sosiego, de inquietud, de sorpresas,…..

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