martes, 30 de diciembre de 2014

ESTE QUE SE ACABA ...

Como ya sabéis, el balance del año yo lo hago en el mes de agosto frente al mar, frente a mi Atlántico. Este año no ha sido posible desnudarme frente a él y como siempre es bueno mirar hacia dentro y limpiar para dejar sitio... Lo haré ahora, frente a este año que termina.

Caray!! Que de cosas se asoman ... Primero las buenas, que han sido muchas y casi todas en forma de personas. Y sinceramente creo que eso es una gran suerte. Otras aparecen con forma de canción, otras se posan en mi corazón como mariposas. Otras tantas son sonrisas que ya forman parte de mi.

Y como ya he dicho en alguna otra ocasión, mi mejor regalo para todos son mis palabras. Además de mis besos, mis abrazos, mis pensamientos, mi cariño y mi alegría.

Y todo eso lo tengo gracias a muchos de vosotros que me cuidáis, me mimáis, me escucháis y secáis mis lágrimas. Que compartís conmigo instantes únicos. Compartir, eso tan fantástico y que tanto me hace crecer.

Con las malas, las cosas feas, también me quedo y las reciclo y me sirven para continuar caminando. Porque lo importante, es el camino...

Nunca en este saloncito he mencionado a nadie directamente. Permitidme que hoy, en este momento de balance lo haga. Me cuesta hasta escribir su nombre porque desde hace tres meses lo digo solo para adentro ... Con él hablé muchas veces de ese camino y este brindis va por ti Granizo. Por ti.

martes, 23 de diciembre de 2014

Favores Impagables (Fantasías Sexuales-14)

Son las once de la noche y suena un mensaje en mi teléfono. Mi jefe me pide un favor impagable. Que poco me gustan estos favores, los impagables, resultan siendo así siempre. 

“Mañana hay una recepción oficial, necesito que me cubras. Ya sabes” 

Si, ya se. Lo sé todo muy bien desde hace dos años en los que le dice a su mujer que tiene eventos oficiales y la que va y aguanta el tostón, soy yo. Siempre pienso que como un día pase alguna cosa y su mujer se presente en uno de esos actos, me va a dar la risa…

“¿Dónde es esta vez? Un día de estos van a dejar de ser impagables estos favores y te voy a pedir a cambio un viaje a Bora Bora”- le respondo

“Lo que quieras, eres la mejor… Es en Barcelona, en la Generalitat, recepción para la sociedad catalana. Estarás en tu salsa… Jejeje”

Mi jefe, además de tener un morro tremendo, también es muuyyy simpático.

“Vale, mándame todo a la oficina y que Mercedes me saque el billete mañana”

Preparo rápidamente la maleta, estoy acostumbrada y no tardo en meter dentro de ella todo lo necesario para estas cosas. Lo tengo aprendido de memoria, siempre es el mismo. Vestido negro, los mismos zapatos de tacón, el mismo cinturón, idénticos pendientes; esos de nácar que cuelgan un poco y se dejan ver por debajo de mi pelo. Y como siempre, el mismo conjunto de encaje negro debajo del vestido.

Después de una mañana nada fácil de trabajo, de un puente aéreo que se retrasa y de un frío normal de estas fechas; llego al hotel a las cuatro de la tarde. A penas tiempo para darme una ducha, mandar un par de mails y llamar a ese tipo tan guapo con el que había quedado en hablar esa tarde para tomar una copa. Pienso cuando le cuelgo, después de decirle que de nuevo no podemos vernos; pienso, lo bien que se lo estará pasando el otro y yo allí, preparándome para sonreír forzadamente, justificar mi presencia en un acto que no me corresponde y salir airosa esquivando invitaciones incómodas y mostrando interés por cosas que me importan poco.

Mirándome al espejo, despeino un poco mi pelo, me perfumo y poniéndome los pendientes, suena el teléfono de la habitación. Desde recepción me avisan de que hay un taxi esperándome en la puerta. Dando las gracias a la recepcionista y colgando el auricular; cojo mi bolso, el abrigo y cierro la puerta dirigiéndome hacia el ascensor.

El taxista ya sabe donde me tiene que llevar, no es necesario que yo le diga nada. Dándome las buenas tardes, me sonríe. Le devuelvo educadamente las palabras y la sonrisa. Miro por la ventanilla del coche, quiero parecer distraída, no me apetece que aquel señor tan simpático quiera demostrar que lo es y empiece a contarme como pasa el tiempo y lo mayores que están sus nietos.

Llegamos a nuestro destino, hay que esperar, las fuerzas de seguridad de la puerta están pidiendo las invitaciones y echando un vistazo a los coches. Dos más y ya estaremos dentro. 

Buenas tardes, nos dice un agente muy amablemente.
Buenas tardes, contesto, alargando mi brazo con mi salvoconducto en la mano.

Mirando con atención el cartón donde aparecen mis datos al mismo tiempo que la lista que tiene delante, mira hacia dentro del taxi y con una atractiva sonrisa me dice que podemos continuar.

Y sin darme cuenta, miro hacia atrás cuando el coche comienza a andar. El agente, espera al siguiente invitado sin quitar su mirada de mi taxi. No esta nada mal, pienso. Y es que un uniforme, cuando sienta bien, sienta bien y si se acompaña de una sonrisa como la de él… pues mejor, claro está.

Unos golpes en el cristal de mi ventanilla me devuelven a mi realidad de postín. El secretario de estado, me increpa desde fuera. 

Sal de ahí ya mujer, y dame dos besos que hace mil años que no te veo…

¿Y porqué le gusta a este hombre gritar tanto? Me pregunto mientras un largo suspiro me ayuda a salir del taxi y encomendarme a sus besos y abrazos.

Saludos y más saludos, llevamos ya una hora y media de “hola, ¿Cómo estas?” No puedo decir ni un “bien, gracias. ¿Y tú?” más. Consigo salir a los jardines, donde se pueden apreciar pequeñas columnas de humo. Busco en mi bolso y saco yo también un cigarrillo que enciendo dando una larga calada. Hace frío, pero es preferible a ese calor de hipocresía y política que hay dentro. Y el mamón de mi jefe, tan gusto con su churri, como dice él…

Escucho una voz cerca de mi, giro la cabeza y en la oscuridad de la noche veo su sonrisa. Me sorprende ver de nuevo al agente de la puerta.

Buenas noches, me dice con ese gesto amable que tanto me gustó antes.
Buenas noches, le contesto coqueta.
Hace frío, se va a resfriar usted aquí fuera…
Si, bueno, no importa- Y sonrío
Termino mi turno en cinco minutos, ¿puedo invitarla un café? Quizá sea un atrevimiento por mi parte.
No, no, no se preocupe. Acepto ese café.

Con un gesto me invita a comenzar a caminar, doy los dos pasos que me separan de él y ya a su altura vamos caminando mientras nos sonreímos sin hablar.

Me llamo Jorge
Yo Eva, encantada

Jorge, es un hombre de unos 50 años, no mucho mas alto que yo, delgado… A través de su chaqueta roja, se adivina un cuerpo atlético, fibroso. Parece un tipo que se cuida y practica deporte. Pantalón azul y camisa blanca, al menos aquello que se puede ver de ella, lo que sobresale de su chaqueta.

Ya han pasado los cinco minutos, me dice. Ya estoy fuera de servicio.
¿A que hora has empezado?- le pregunto curiosa.
A las siete de la mañana. Hoy ha sido una jornada algo más larga. Por motivo del evento, mi jefe me pidió que me quedara un rato más.
Ay, estos jefes, comento yo divertida.
¿Porqué dices eso? Me responde riendo
Nada, nada… Los favores impagables que nos piden siempre.

Continuamos el paseo hasta llegar a un edificio anexo al lugar de la recepción. Abriendo la puerta del mismo, Jorge me invita a pasar. Me gusta este hombre de gestos educados, buena conversación y simpatía.

Pasa. Si esperas un minuto me cambio
No, no… Me ruborizo al darme cuenta de la manera en la que le he dicho que no se cambiara. Me pregunto que habrá pensado de . No lo he podido evitar. Nunca me han llamado especial atención los uniformes, pero es de este en particular, si lo ha hecho.
¿No me lo quito?- pregunta sorprendido.
No hace falta y tampoco puedo entretenerme mucho, tengo que volver a la recepción- Bueno, pienso que he salido airosa del aprieto.
Vale, tienes razón. ¿Cómo quieres el café? Me pregunta acercándose a una maquina de esas donde saques el tipo de café que saques siempre está igual de malo.
Solo, por favor- Contesto.

Me acerca el café y siento levemente el roce de su mano cuando me da aquel vaso que me quema. Noto como trago saliva y miro hacia otro lado y pienso que me lo va a notar. Que me va a notar que me estoy excitando por momentos. Que va a notar las ganas que tengo en ese instante de acompañarle a esa habitación cercana, cerrar el pestillo y quitarle esa chaqueta roja, poder ver y tocar esos brazos que llevo imaginándome desde que por la tarde le mostré mis credenciales. Me va a notar que estoy imaginando como comienzo a desabrocharle los botones de su camisa azul celeste. Uno a uno, poco a poco. Mientras mis ojos no dejan de mirar los suyos. Mis manos acarician su pecho y la camisa cae suavemente. Me va a notar que me estoy muriendo por besarle. Se daría cuenta de mi deseo, de que en este momento lo daría todo porque se hiciera dueño de la cremallera de mi vestido y lo dejara caer, dejando al descubierto ese conjunto de encaje negro que por fin alguien iba a disfrutar… Retiro la mirada porque se va a dar cuenta que estoy pensando en él por todo mi cuerpo, que estoy notando sus manos en todos mis rincones, que siento su boca en todos mis límites. Mi excitación va en aumento y ya no puedo dejar de mirarle y le hablo con mis ojos, le grito, le pido, le explico mi deseo. Se levanta lentamente extendiéndome su mano. No hacen falta las palabras. Entramos en aquella habitación, sus labios en mi cuello, sus manos en mis pechos. Las mías dentro de su pantalón. Sin dejar de gemir nos deseamos, nos exploramos, nos damos placer, tanto como podemos, tanto como somos capaces en ese instante

Impagable Pedro, este si que será impagable Pensé por un momento…

domingo, 30 de noviembre de 2014

CAMINO DE AQUEL PAÍS ...

Tengo una amiga que en esas tardes de gin tonic y Marlboro, charlas interminables, risas y reflexiones, me dice que le sigue sorprendiendo ese toque naif que tengo a veces. Y no solo no me molesta ni me sorprende, si no que me gusta que me lo diga. Y es que siento que en estas fechas en las que se acerca ese 17 de hace ya bastantes años, ese día que a mi tanto me gusta. Siento, como decía, que aún conservo esa inocencia que en verdad nunca he querido perder. Siento en mi esa mezcla de experiencia, sueños e ilusión. Esa necesidad a veces de seguir al conejo y entrar por esa pequeña puerta.
Hace poco escribía sobre las corazas y lo poco que me gustan y el daño que a veces eso me provoca. Escribía sobre el dolor, el llanto, el duelo y seguir hacia adelante, siempre.
Disfruto aprendiendo cada día, entre sonrisas y lagrimas, disfruto con esos grandes suspiros que me salen del corazón cuando soy capaz de darme cuenta que después de reflexiones y preguntas sin respuestas he llegado a la meta con serenidad. Y sin poder evitarlo afronto un nuevo reto porque es la manera que tengo de sentirme viva.
Dando una vuelta últimamente a eso del "echar de menos", he llegado a la conclusión de que ese "de menos" son tan solo momentos, instantes fugaces, pellizcos, calambres, paradas efímeras de nuestro caminar. Ese "de menos" en verdad son muchos "de mas" previos al momento de la llegada. La llegada a ese lugar anhelado, a tus besos, a esa luz diferente a todas las demás, a sus abrazos, a eso olor que nos devuelve a aquel momento. La llegada a esa caricia, a aquella sonrisa, al caminar sin prisa. Al silencio y al vacío que nos obliga a comenzar de nuevo. Sin nada ya y con todo al mismo tiempo ...

jueves, 13 de noviembre de 2014

MI OTOÑO

El otoño es una estación de nostalgia, de sonrisas sin porque, de lágrimas redondas, de recuerdos y anhelos. El otoño es una estación de amarillos y marrones, de deseos y caricias, de abrazos apretados y sensaciones de futuro.

Siempre ha sido mi estación favorita, estos días nublados en los que tímidamente el sol saluda en algún momento, días en los que la llegada del frío se adivina, época de amigos y chimenea.

Una manta que te cubre mientras una y otra vez suena aquella canción en tus oídos y cierras los ojos y sueñas y reconoces esa palabra dicha por alguien y te embarga el deseo de bailar sin parar. Esa canción que te lleva a ese lugar cálido que tanto echas de menos. La música, tan importante en mi vida, me acompaña en estas tardes de te y cigarrillo. Y la permito ciertas licencias que no permito a nada ni a nadie más. La dejo que me traiga recuerdos y ausencias, me fundo con ella en ese querer Querer y me susurra y me mece y me recoge y me acaricia mientras yo me dejo hacer por ella sin pensar.

Mientras, mis dedos comienzan su danza sobre el teclado del ordenador, no los pongo freno, ellos toman la decisión de la letra a la que rozar y poco a poco van creando, con tanta suavidad que hasta yo me sorprendo del resultado. Leo y releo las palabras que van quedando en esta hoja en blanco y de la misma manera, poco a poco, voy necesitándote.Y escucho esos acordes de piano de esa canción que tanto me gusta y pienso en el día en el que los bailemos juntos y no sé si quiero que llegue ese momento o seguir soñando con ello.

"Anoche te escribí nuevas canciones y eso solo significa que le robé palabras a tu ausencia para tratar de seguir".

"Te quiero por que a pesar de todo me vas a seguir queriendo un poco mas". Lo se.


domingo, 26 de octubre de 2014

ESE HABLAR SIN PALABRAS ...

Sin lugar a dudas los sentidos son una inagotable fuente de placer. Con la mirada se habla, se insinúa y percibes sin querer el deseo y el rubor del otro. Con el olfato te sientes acariciado sin necesidad de que te rocen. El oído hace que al escuchar su voz, un suspiro de paso a una sonrisa en tu rostro. El sabor de un beso largo deja en tu boca ese gusto de unas lenguas que sin pudor bailan a su son. Y el tacto, ese hablar sin palabras, esa caricia inocente, dulce y apasionada otras veces. Ese apretar de manos que están diciendo aquí estoy. Me pregunto que sienten esas parejas que siempre van cogidos de la mano. Que entrelazan sus dedos sin pensar. Que cualquier obstáculo es salvable sin soltarse. Me pregunto que piensan al caminar y levantando levemente sus brazos se aprietan uno contra el otro y sonríen.
Me pregunto que se siente al saber que esa mano siempre esta ahí para ti. Abierta, sincera, limpia y llena. Llena de ese querer compartir y caminar. Esa mano que dice te ayudo, celebro contigo, camina junto a mi, bailemos, hablemos, acariciémonos, no te vayas nunca, no te dejaré marchar. Me pregunto como será... Ese hablar sin palabras...

domingo, 19 de octubre de 2014

ES POSIBLE

Resuena en la habitación nuestro último jadeo y me acaricias la cara sin mirarme, preguntándome que me pasa... ¿Qué me pasa? te contesto con la mirada recorriendo el techo de la habitación. Me pasa que estoy cansada...

Cansada de mirar y no ver
De buscar sin encontrar
Cansada de querer y no sentir
De escuchar sin oír
Cansada de leer y no saber

Estoy cansada mi vida, te respondo cerrando los ojos y apretándolos fuerte para no llorar. Tu mano coge la mía y me aprietas fuerte. Pero no siento que estés conmigo. Hoy, ahora si, pero ¿y ayer? y ¿la semana pasada?¿Qué haré mañana cuando necesite ese mano tuya?

Me levanto de la cama y voy al baño, el espejo que ocupa toda la pared me recibe con maldad, esa que tienen los baños de las habitaciones de hotel, esos tan grandes que al mirarte te sientes pequeña, perdida en una inmensidad, miras y ves tantas caras que por allí han debido de pasar... Esos en los que apenas te miras un segundo y retiras de allí los ojos para no poder ver lo que no quieres.

Cojo el vaso que está al lado del grifo, junto a los tubitos de gel y shampoo. Lo lleno de agua hasta la mitad y salgo buscando el tabaco. Ya me has encendido un cigarro, te sonrío y te beso mientras te doy las gracias. Tumbada junto a ti, respiro hondo y pienso que no debo de ir más allá. Besas mi sien, juegas con mi pelo y escucho de tu boca un Te quiero.

jueves, 2 de octubre de 2014

MI BAÚL

Tengo un baúl en mi corazón donde guardo los relojes que se paran. Tengo que guardar el tuyo, el morado que no azul, ese que ya sabias que utilizaba antes de verlo, el mismo que tan rápido pasaba las horas delante de unas cervezas. Ese que nos regaló tiempo de compartir risas, enfados, debates y algún anhelo…

Hay veces en la vida, que las cosas son fáciles, tan solo hay que dejarse llevar al tener la certeza de que llegara el momento. Hay veces en la vida, que las personas son difíciles, tan solo hay que dejarse llevar al tener la certeza de que formaran parte de ti.

Y en la pandilla del feliz viernes,seguiremos siendo cinco. Y seguiremos guiñándonos el ojo al despedirnos y sé que no dejaremos de hablar, de quitarnostantas veces la razón el uno al otro y de dárnosla otras tantas. De reírnos y regañarnos, de saber de lo que hablamosy sentimos con la intensidad que nos llevó a encontrarnos.

¿Qué te voy a echar de menos? Pues claro. ¿Qué te voy a llorar muchas veces? Por supuesto. Y también me enfadaré contigo y con el mundo y con la vida. Esa de la tú y yo tantas veces hablamos, esa que nos regala y nos arrebata pero que siempre nos deja algo valioso. Y a mí, esta vez, me ha dejado un reloj parado que guardar en mi baúl.

martes, 2 de septiembre de 2014

El juego de los cepillos (Fantasías Sexuales -13)


Suena el despertador como cada mañana, quince minutos antes de la hora. Elena es perezosa y siempre se le pega la SÁBANA cuando tiene que ir a trabajar. Las seis; si es que esto debería de estar prohibido; piensa un día tras otro, estirando todos sus músculos e intentando abrir los ojos.

Elena es una mujer de mediana edad, agradable de ver, simpática y a la que le gusta su trabajo a pesar de los madrugones. Nunca se casó y no tiene hijos, dice no echarlos de menos al mismo tiempo que suelta una carcajada nerviosa. Piensa que ponerse hoy mientras se ducha, le apetece mucho colgar de sus orejas esos aretes que le regalaron sus compañeros por su último cumpleaños. Así que, vaqueros y una camiseta.

La crema sobre su cuerpo, Elena se cuida mucho, las uñas de los pies perfectamente pintadas, las sandalias con tacón, brillo en los labios, ese perfume... Coqueta coloca las gafas de sol en su cabeza y cambia las cosas a ese bolso azul que tanto le gusta. Y lista para afrontar un día como los demás. O eso creía ella.

A media mañana, Elena sale a desayunar como todos los días con dos de sus compañeras. Risas, confidencias del fin de semana, alguna protesta por la cantidad de trabajo acumulado.. Pero sobre todo miradas cómplices, con el para nada oculto deseo de saber si hay algo nuevo que contar ese lunes. Como todos, ella sonríe tímidamente, y les dice a sus compañeras "Nada, no hay nada nuevo que contaros" "¿Qué tal vosotras en el parque de atracciones con los niños?" Mientras sus compañeras le explican que se empaparon en la atracción de la barca y que el pequeño de una de ellas casi se pierde... Elena queda absorta, pensando en cuando llegará ese lunes en que tenga emocionante que contar.

Suena su móvil, no le presta demasiada atención, piensa que será su madre para hacerle la misma pregunta que sus compañeras. Frunce el ceño y no entiende muy bien porque son todas tan pesadas, siempre con el mismo tema... De reojo ve que no es su madre, el nombre es más largo, no pone "mamá". Cogiendo el teléfono intrigada, le desbloquea y entra en los mensajes. No hay nombre, tan solo un pequeño cochecito y el texto:

" Hola, qué tal? No me conoces, yo a ti si. Un amigo me ha dado tu número, me gustaría si te apetece invitarte a tomar un café".

Cree que será una broma, mira a su alrededor y ve seriedad en los rostros de quien piensa puedan ser los/as autores/as. Se extraña, pero sigue trabajando aunque no sin cierta intriga.

La relación más larga que ha tenido esta mujer de aspecto tranquilo, duró exactamente seis años. De los cuales cuatro, él se los pasó viajando, o eso decía, pero ella se sentía feliz a su lado. Nunca supo o no quiso saber si en realidad esos viajes de trabajo eran fiestas del cole de sus hijos, fines de semana románticos con su mujer o salidas con amigos de la pareja. Solo pensaba en el tiempo que él pasaba con ella, aunque fuera poco, era para ella. Un accidente terminó con esos días robados no se sabe bien a quien o a que. Desde entonces, desde que se marchó su AMOR, como ella le llamaba, no ha habido ningún hombre ni en su cama ni en su corazón. De esto ya han pasado más de 24 meses…

Al salir de trabajar, se da cuenta de lo sucio que tiene el coche y como ya ha comido en el trabajo, decide ir a lavarlo. Hace calor, y total por dos euros más, piensa, lo meto en el túnel de lavado. Se acerca a la entrada, paga los cuatro euros que cuesta; en esa gasolinera es más barato que en otras, y se acomoda en el asiento mientras el operario comienza a rociar con jabón los cristales delanteros. Coincidiendo con el vaivén que produce el que el coche comience a entrar en el túnel, Elena recibe el mismo mensaje de esa persona misteriosa. Esta vez decide contestar al mismo tiempo que mira como los cepillos limpian los espejos retrovisores. Su mensaje obtiene una respuesta y Elena siente como esos mismos cepillos frotan el techo de su coche. Dejándose llevar por el sonido, contesta de nuevo al desconocido. Comienza a moverse en el asiento, cada vez más a medida que suena el ring de los mensajes. Sus dedos van rápido sobre el teclado; y los cepillos continúan frotando el coche, ritmo acompasado, constante, fuerte ahora, suave más tarde… Comienzan los leves sube y baja del secador, recorriendo el coche desde el capó hasta el maletero. Despacio va subiendo… baja ahora. Unos segundos de reposo mientras se secan las últimas gotas… Entonces es cuando él le escribe a Elena. “Dime una palabra” y ella responde “TERMOGENESIS”.

jueves, 17 de julio de 2014

MI VESTIDO DE FLORES

Hoy me he puesto un vestido de flores, me he recogido el pelo en una pequeña coleta y he dejado libre un alegre tirabuzón a un lado de mi nuca. En mis orejas unos pendientes de tréboles brillan queriendo tener su protagonismo, mis pulseras de plata en la muñeca izquierda y un discreto anillo en la mano derecha.

Hoy me he puesto un vestido de flores, he comenzado el día sonriendo sin saber muy bien porque, respirando hondo y caminando de manera firme. En mi corazón la esperanza de un futuro tranquilo, en mi cabeza el saber de lo positivo que me rodea. Presente en miánimo el color y el olor de todo la que me lleva, como ese río.

Quiéreme, me dice. Bésame, abrázame… Una cascada de soledad hecha palabras. Esa necesidad de sentir desesperada. Cerrar los ojos e imaginar, sentir la piel.Una búsqueda interminable de sensaciones olvidadas o a lo peor, nunca sentidas. Querer recuperar el recuerdo de un tiempo pasado. Ese no aceptar que todo pasa y mucho de ello no queda. Y me pide que le ame como a aquel al que le queda tan solo un suspiro de vida. Necesita mis besos como al que le falta el aire para respirar. Una y otra vez el deseo de tenerme cerca y la necesidad de ese calor anhelado en el corazón.

Ámame, me implora, como si amar fuese tarea fácil, como si eso significara todo para toda la vida, como si pudiera hacerlo. Amarle, ni a él ni a ningún otro, de ninguna manera posible cuando no consigues que eso brote de tu corazón, cuando el frío congeló los sentimientos, cuando las cicatrices no dejan espacio para una flor. Ámame, una y otra vez en mi cabeza resuena la súplica, sin saber que hacer con ella, golpeando sin descanso la puerta de mi corazón, recibiendo ese eco metálico que tanto duele. A él, a mi.

Cierro los ojos, siento una lágrima, respiro hondo y me dejo llevar por aquel río.  

viernes, 4 de julio de 2014

RENDIRSE

No me rindo, nunca me doy por vencida. Lo vivo, lo disfruto intensamente, lo sufro, lo lloro e intento superarlo sin que me haga mas daño del necesario. Aunque he de reconocer que tengo ganas ya de plantarme en la segunda fase. Acepto cada día mejor, o mejor dicho a ratosmas largos, como soy y como siento.

Acepto y no me arrepiento de nada de lo que hago. Lo peor, aunque suene a tópico, seria no hacerlo. Me caigo, me tiran y vuelvo a levantarme. Me quedo con lo bueno, con esos momentos que coloco en el puzzle de mi vida. A veces encolor, otras en blanco y negro, pero siempre bellos. Y lo son por que todos me enseñan; a ser mejor, mas comprensiva, mas hábil, compasiva, ágil… Hacen que mi corazón sea cada mas fuerte sin dejar de ser grande y amable. Y lloro, y lo hago con mocos como se debe de llorar. Y río, y me sale de lo mas profundo de mi alma. Y quiero, sin reservas ni condiciones, y no lo hago por placer, sino por amor. Y vivo cada instante como lo que es, único e irrepetible.

Las corazas pesan demasiado, la valentía se paga cara, pero a mi me sigue mereciendo la pena aunque a veces me pregunte, hasta cuando…

Cuando le digo a mi hijo que hay que saber perder igual que hay que saber ganar, lo hago mirándole a los ojos y solo quiero que sienta, que vea verdad. Que tenga la certeza y el convencimiento de que es así, que no son solo palabras, no es consuelo ni resignación. Que la vida es un regalo envuelta en un montón de papeles y que según vamos desenvolviendo tenemos, debemos de irsorprendiéndonos, aprendiendo y sobre todo sintiéndolo todo. Por que eso es al fin y al cabo lo que nos hace crecer como personas, lo que nos hace ser diferentes a los otros.

No me rindo, nunca me doy por vencida y alegría es una de mis palabras favoritas.Ilusión es lo que marca mis tiempos. Y la verdad es lo que me guía.

Y una vez mas queridos, regreso diciendo que soy como soy, que esto es lo que hay. Cada día una cicatriz añadida, cada día muchos momentos que recordar, sentir y de los que aprender. Intentando como siempre que mi vida valga la pena, con sus luces y sus sombras. Como la de todos.

Alguien dijo … “Y ámalo antes de que parezca merecer tu amor.”

miércoles, 2 de julio de 2014

Ay de ti, ay de mi

Las dos fuimos a sentarnos en la misma silla sin darnos cuenta. Nos miramos con una sonrisa similar y decidimos compartir la mesa.

Celia tiene 50 años y lleva más de los que le gustaría recordar enviando mensajes en una botella. Cada noche me contaba, escucha la misma canción y manda un nuevo correo a esa dirección desde la que nunca nadie le responde.

Es una mujer bella, dulce, su mirada limpia y sus ojos claros. Sus gestos livianos, su voz tranquila y su manera de expresarse. Todo ello hace que te dejes llevar a ese ensueño que ella vive con cada palabra que brota de su boca.

Cuando le pregunto porque continúa mandando esos mensajes después de tanto tiempo, sonríe y me dice que nunca ninguno ha sido devuelto.

Sigue pensando que él los lee y sueña con ella. Sigue soñando con él, con esos abrazos y el roce de sus labios. Continúa haciéndose aquella pregunta que él le repitió tantas veces. ¿ A dónde van los besos que no damos? Una y otra noche se duerme recordándole y escucha cuando aquella tarde él le escribió ... ¿Me vas a dejar quererte? Y ella contestó, sólo si lo haces mucho.

Esa aceleración del verbo querer se frenó en seco y a Celia sólo le queda escuchar esa canción cada noche y enviar ese nuevo mensaje en una nueva botella.

lunes, 23 de junio de 2014

DE VUELTA


No se exactamente el tiempo que he estado ausente de mi confortable salón. Creo que ha sido mucho, o asi lo he sentido yo, pero cuando las cosas no están en su sitio hay que colocarlas para seguir hacia adelante. Todavía queda mucho por recoger y colocar y por otra parte como decía Gregorio Marañón; " Descansar es empezar a morir". Por lo que continuo viviendo sin descanso. En realidad la cita completa dice:
 
                                          Vivir no es solo vivir,
                                          sino existir y crear,
                                          saber gozar y sufrir
                                          y no dormir sin soñar.
                                          Descansar, es empezar a morir
 
Y aquí estoy, de vuelta, con un montón de detalles que siempre necesito compartir con vosotros queridos.
 
Si, aquí estoy, de vuelta ...

martes, 22 de abril de 2014

A QUE PRECIO ...

Son esas veces cuando el corazón no sigue a la cabeza y la cabeza quiere ser libre,  cuando nos creemos llegar al límite de nuestras fuerzas y sentimos como perdemos el control en una espiral de sin sentidos y casi locura. Son esas veces en las que sin poder comprender lo que esta pasando, creemos que la vida se nos va y por más que intentamos pisar el freno, no podemos.

Es entonces, cuando paseando sin rumbo y las manos en los bolsillos, la cabeza se levanta pesadamente y miramos hacia el cielo sin saber a quien hablar, sin poder pensar y deseando que las lágrimas no visiten nuestros ojos. Es entonces, cuando sentarnos en un banco en mitad de la nada nos hace pensar lo cansados que estamos, las pocas fuerzas que quedan para continuar y por que no, las pocas ganas de hacerlo.

La inseguridad se hace dueña de nosotros y nos preguntamos si las decisiones tomadas han valido la pena, si el precio tan alto que estamos pagando por ello sirve de verdad para algo. Esas veces en que no encontramos consuelo, en las que después de haber perdido el apoyo y el cariño de alguien, piensas si fue verdad o tan sólo una mentira.

Que difícil nos resulta continuar con esa carga que nos trajo nuestra necesidad de ser nosotros mismos. Mirando alrededor no encontramos consuelo y tan sólo nos queda llorar y esperar a encontrar la respuesta, que sin duda aparecerá, pero cuando? Las fuerzas se agotan y la esperanza languidece frente a ese muro gris que intentamos pintar de colores un día tras otro.

miércoles, 16 de abril de 2014

Y PENSÉ QUE ERAS UN CERDO

Fijo la mirada en ese cable negro de grosor indeterminado, no soy buena calculando diámetros, ni pesos, ni longitudes. Tampoco lo soy calculando afectos, mentiras y decepciones. Suena la música en el salón de mi casa y sentada en el sofá cojo un libro. Me enciendo el primer cigarrillo de la mañana y me quemo con la taza de te negro.

 Una amplia calada me llena la sangre de nicotina, esa que me está volviendo a enganchar cada día más. Comienzo a leer una y otra vez las tres primeras líneas; no me concentro, no sé lo que estoy leyendo. De nuevo, ese cable negro capta toda mi atención. Viajo a través de mis recuerdos a esa habitación de hotel de colores pastel tan bien decorada. Me paro en aquel espejo en el que no dejaba de mirarme una y otra vez aquella fría mañana de marzo.

 Revivo los momentos de nuestras bromas, las risas, nuestros besos y caricias. A mi mente vienen una y otra vez aquellos momentos de placer y entrega. Escucho de nuevo tus palabras, tus susurros. Y esa manera de mirarme, esa que me ruborizaba en ocasiones.

 He dejado de quererte me dijiste, se acabó. Sentí entonces un calor abrasador en mi cara y mi corazón latiendo desbocado. No sabía donde mirar, no supe que decir. Mi boca seca no me permitía articular una palabra. Los ojos se me llenaron de lágrimas y el ahogo en mi garganta me hacía respirar con dificultad. Tus palabras retumbaban en mi cabeza; he dejado de quererte, se acabó.

 De pronto me di cuenta de que estaba sola en la habitación, frente a ese espejo en el que por la noche habíamos dibujado en una esquina con uno de mis carmines, una sonrisa. Miraba esa esquina, mi cuerpo temblaba y una tras otra las lágrimas fueron rodando por mi cara. Me preguntaba como se deja de querer a alguien, pensaba en lo que me hubiera gustado hacerlo yo también en ese momento. El dolor que sentía me impedía parpadear. Sonó el teléfono de la habitación, eras tú para decirme adiós y avisarme de que estaba pagado el cava. No pude contestar, colgué el auricular pensando que eras un cerdo.

 Comienzo otra vez mi lectura con un sorbo de te que ya no quema y un nuevo cigarrillo. Después de las diez primeras páginas, miro de nuevo y de reojo a aquel cable negro y me doy cuenta de que no está solo, hay otros dos más. Diferentes diámetros, pesos y longitudes, tan diferentes como los afectos, las mentiras y las decepciones.

domingo, 6 de abril de 2014

ES LO QUE HAY

En estos días y por circunstancias que no vienen al caso, varias personas me han dicho que no es bueno mostrarse tal y como uno es. Y me quedo como una niña a la que su madre le dice que no algo y no entiende porque. Y pienso que llevo media vida intentando saber quien soy y que cada día me despierto reafirmandome e intentando sentirme bien conmigo misma. Y consciente del esfuerzo que todo ello supone, pues no me da la gana... Bien es cierto que debemos de aprender a autoprotegernos a veces, pero me niego a que eso signifique no ser como soy. Y en este aprendizaje debo de esmerarme más, lo reconozco, pero no significa crear una barrera a mi alrededor, por que a estas alturas del baile poco me importa la exposición que supone salir a la pista y dejarme llevar por la música. Pensando en todo esto y alguna cosa más, ando hoy un poco... ¿Como diría yo? Un poco cansada de tener que medir mis palabras, mis gestos, mis sonrisas, mis besos... En fin, mi actitud ante la vida. Una actitud positiva y alegre siempre que las circunstancias me lo permiten, como a todos. Y por si alguien no se había dado cuenta todavía, intendo vivir con una sonrisa permanente, la cual en muchas ocasiones no quiere decir que esté contenta o tranquila; a veces, lo que significa es que lo estoy intentando. Me cuesta no querer y eso me ha llevado a llorar mucho, ya me lo decía él hace tantos años! Pero queridos (!hacía mucho que no os decía queridos!)llorar, además de dejar los lagrimales como la patena, te deja el alma tranquila. Y asi es como yo quiero vivir. Con el alma tranquila y el corazón abierto, aún a sabiendas que se puede romper más facilmente. Poco me importa si eso significa ser como soy y vivir conforme conmigo misma. :)

jueves, 3 de abril de 2014

ESE VIERNES ERA 10 (Fantasías Sexuales-12)

Todavía retumba en su cabeza el sonido que hacia el cabecero de madera cada vez que él, con el ímpetu de la excitación, entraba dentro de ella una y otra vez…

Un fin de semana en el que estaba prevista una insufrible reunión familiar, se convirtió sin buscar, ni querer ni pensar, en un derroche de piel y humedad sin límite.

Lleva mis manos hacía atrás, le decía ella mientras encima de él, deseaba ser poseída y poseer en el mismo gemido. El olor a azahar de las velas en la habitación era una invitación a llenar los pulmones sin descanso, una y otra vez.


Había llegado el viernes y la pereza y las pocas ganas de aquel fin de semana no la invitaban ha hacer la maleta. El pantalón del viaje, un pijama y el vestido para la cena del sábado eran suficiente equipaje. No soportaba a sus primos, ni tampoco a las mujeres de estos. El ruido que los niños provocaban siempre le resultaba insufrible y el sitio elegido no tenía para ella ningún encanto.

Resoplando una y otra vez, guardó el neceser y cogió el libro que tenía sobre la mesilla de noche. Un dolor de cabeza y con suerte aprovecharía para leer las apenas cuarenta páginas que le quedaban para terminarlo.

No entendía ese empeño en reunirse todos una vez al año, pero nunca decía que no. Al fin y al cabo era la única familia que le quedaba, y aquellas reuniones le hacían evocar las que cuando eran pequeños hacían sus padres.

Miró el mapa, no le gustaban las máquinas que hablaban indicándole el camino; y puso rumbo a aquella casa rural en ese viernes soleado y aburrido hasta ese momento. La música siempre se le antojaba necesaria para conducir aunque la distancia fuera corta. De otro modo, el pensamiento, caprichoso, se iba a sitios donde ella prefería no estar; al menos esa tarde.

Comenzaba a anochecer, la carretera vacía y el acogedor paisaje, le hicieron esbozar una sonrisa de complacencia. Al final, hasta lo mismo se lo iba a pasar bien e iba a disfrutarlo. Un par de kilómetros más y ya habría llegado a su destino.

Subiendo la pequeña cuesta que separaba la casa de la carretera, se dio cuenta de que no había ningún coche en el aparcamiento. Extrañada frunció el ceño, su primo el mediano siempre llegaba antes de la hora. Aparcó y apagó el motor, miró de nuevo el mapa y buscó en el móvil el mensaje que le habían mandado. Sí, era allí. Bajó del coche poniéndose rápidamente la cazadora, ¡que frío carajo! Acercándose a la puerta de la entrada, empujó mirando con curiosidad. Era chulo, que bien!! Se abrió una de las puertas de dentro y apareció un tipo que la saludó con amabilidad y extrañeza preguntando en que podía ayudarla. Algo no cuadraba. ¡A que se había equivocado! ¡A que no iba a ser ese fin de semana! Trajo a su memoria el mensaje del móvil mientras le explicaba a aquel hombre… ¡Ayy, los días 11 y 12! Ese viernes era 10!


Llevaban sentados en la mesa más de tres horas sin parar de hablar; la cena había sido estupenda, todo había estado rico al igual que el anfitrión, que ya fuera por el vino, por las risas o por esa barba de tres días, también se lo parecía.

El café, en el sofá, le dijo él mirándola a los ojos mientras apuraba la copa de Rioja. Ella asintió y sonriendo se levantó de la mesa encendiendo un cigarrillo. Comenzó a pasear por el salón donde había de todo lo que uno podía desear encontrarse en una casa rural. Un montón de pelis buenas, juegos de mesa, libros de todo tipo. Novelas, arte, pintura… Música para casi todos los gustos y una exquisita y cálida decoración zen.

Se sentó junto a uno de los brazos de ese sofá color tierra que tan bien combinaba con las paredes. Cogió una revista de naturaleza que había sobre la mesa y comenzó a ojearla mientras él trasteaba en la cocina. De pronto, se dio cuenta de que no le había preguntado si vivía allí solo o compartía con alguien el negocio. Y haciendo una mueca pensó que le importaba poco.

Le preguntó si quería azúcar o sacarina y antes de que ella pudiera contestar, tenía sus manos sobre los hombros. Los hombros!! Una de las partes más sensibles de su cuerpo. Él comenzó a acariciarlos, suavemente y con firmeza al mismo tiempo. Sintió el primer roce de su boca y un beso fugaz en su cuello. Se estremeció.

Sentado ya junto a ella, sirvió el café y le acercó la taza, rozándole los labios con su mirada. Ella, sabedora de lo que iba a ocurrir, se dejaba llevar por ese momento de cosquilleo en algunas partes de su cuerpo. Fue el café más rápido desde hacía mucho tiempo, seguramente demasiado. Dos, tres meses. ¿Cuatro quizá? Demasiado sin duda.

La charla continuaba ya entre susurros, el lenguaje corporal de ambos hacía presagiar que de un momento a otro la conversación llegaría a su fin, para dar paso a los sonidos. Esos que tanto gusto dan, esos sonidos que emitimos de abajo a arriba y que quedan ahogados en más de una ocasión por el placer que produce su cuerpo, por el placer que produce el mío.

Y continuaban hablando entrecortadamente del color en los cuadros de Gaugin mientras poco a poco iban quitándose la ropa. Sus bocas a menos de un milímetro una de otra y sus ojos clavados en ellas, con ese deseo contenido de comérselas. Y mientras cae la última prenda de ella, él termina de dejar caer su pantalón. Cuerpo a cuerpo da comienzo el turno de las caricias y de los besos; suaves primero, sin pudor ni control después. El deseo se apodera de ambos. Tumbándola sobre la cama continua besándola sin dejarse un solo palmo, ella gime y nota como todo su cuerpo se estremece de placer. La intensidad cada vez es mayor a medida que va sonando el cabecero de madera en sus oidos. Una y otra vez, sin cesar. Lleva mis manos hacia atrás. le decía ella mientras encima de él, deseaba ser poseída y poseer en el mismo gemido...

lunes, 31 de marzo de 2014

UN LUNES CUALQUIERA, COMO HOY

         Miro por la ventana
         y sólo me gustaría
         encontrarme con tu mirada.


Hoy ha sido un día de buscar soledad. Un lunes cualquiera convertido en un día especial. Un día compartido con la nostalgia, la melancolía y el abismo en algunos momentos. Uno de esos en los que los ojos se humedecen a cada paso, con cada recuerdo, con cada palabra no dicha. Un día de preguntas sin respuesta.

Dicen que la soledad cuando la eliges es buena compañera, no estoy del todo convencida de ello, ya que a veces la elección es más obligación que deseo. En realidad es un cara a cara contigo misma, ese momento de silencio a tu alrededor y en el que te pides cuentas de las cosas. Son sonrisas ahogadas en lágrimas y movimientos inconscientes de cabeza de un lado a otro mientras te muerdes el labio inferior y te preguntas porqué.

Y poco a poco, según va pasando el día y no sabes cuanto tiempo llevas caminando, te vas dando cuenta que se te ha empapado el pelo sin sentir mientras estabas mirando hacía el suelo o levantado la cabeza para poder soltar ese suspiro, largo, que te permita seguir respirando.

Hoy ha sido un día de buscar soledad. Un día de esos en los que necesitas decirte a ti misma que todo va a cambiar, que todo va a pasar, que llegará el momento de poder respirar sin suspiros. Un día de autoafirmación, de saber que si querer no es poder, al menos si son ganas de hacerlo.

Y es en este momento en el que mis ojos se humdecen de nuevo, y me vienen a la cabeza tantas cosas que debería de haber hecho y no hice. Tantas otras que hice sin tenerlas que haber hecho. Y el convencimiento de que todas me han servido, sirven y serviran para algo. ¿Qué me queda si no? Pero es que además así lo creo.

Nunca he creído en las casualidades, para mi no existen. Eso me ayuda a aceptar, a intentar entender, a aprender día a día. Sobre todo en días como los de hoy que son de buscar soledad.

viernes, 28 de marzo de 2014

ROSAS Y GRISES (Fantasías Sexuales -11)


Tengo que decírselo, tengo que invitarla a un café… Un día tras otro, al verla bajar las escaleras cada tarde, se hacía el firme propósito de abordarla.

Hace seis meses que aquella sugerente mujer se mudó a vivir en frente de él. Seis meses en los que él no ha faltado ni una sola tarde a su cita de las ocho; cuando ella llega de trabajar y baja de aquella manera tan sensual cada uno de los escalones que le llevan al portal de su casa, justo frente a la terraza del café donde él está una hora antes para poder asegurar sentarse en esa mesa; la de la esquina, la soleada, esa desde donde puede verla en el momento en el que ella se acerca al primer escalón.

Le gustan especialmente las tardes donde el viento mueve suavemente la falda de grises y rosas; esa de viscosa, no muy larga. La que deja entrever el interior de sus muslos a cada paso. Esa que ella combina con los tacones del mismo tono grisáceo de la falda, con ese suéter rosa ajustado a su pecho que también marcasus redondeces y largos pendientes de plata. Los pañuelos y los bolsos; cada díadiferentes. Esperarla cada tarde es una apuesta constante por el que llevará hoy.Excepto los viernes, siempre enfundada en esos vaqueros casual que tan bien combina con esas camisetas de diferentes colores. Y sus tacones, da igual zapatos, botas o botines. Siempre tacones.

La mira de arriba abajo, de abajo a arriba, y nunca le encuentra un defecto. Ella siempre elegante, sexy y seguro que huele bien, piensa cuando la ve. Su melena, morena, tan bien peinada. Ese contoneo, el sonido de sus pulseras al sacar las llaves de su bolso. Verla como lleva su pelo detrás de la oreja antes de introducir la llave en la cerradura del portal. Su cuerpo empujando la puerta pesada mientras esta se abre, ese momento en el que su cadera va hacia un lado y él siente como su corazón se acelera y como poco a poco va encogiendo la tela de la entrepierna de su pantalón. La tengo que invitar a un café, tengo que hacerlo.

Y como cada tarde desde hace seis meses, regresa a su casa a paso rápido y tímido, con el pudor del que se sabe excitado y está en el convencimiento de que si se encuentra con alguien, se lo va a notar.

Tumbado en el sofá de su casa, con una cerveza en la mano y en la otra el mando de la televisión, escucha sin oír lo que el presentador del programa está diciendo. En su cabeza solo hay espacio para ese pelo, para esos pechos, para esas caderas y esos muslos; en sus oídos, el toc, toc, de esos tacones. Da un sorbo de cerveza, está fría, muy fría. Acomodándose en el asiento, se la imagina al lado, sonriéndole, humedeciendo sus labios mientras cruza las piernas bajo los rosas y grises… Acercando la boca a su cuello, aspira el olor que ella desprende; sabía que olería bien. La mano se dirige a esas piernas entreabiertas y sin freno comienza a subir lentamente, sin prisa pero sin pausa… La besa y ella gime, se retuerce levemente mientras el suéter rosa comienza a desaparecer detrás de esa melena morena. Y del cuello va bajando con ya una excitación imparable; un pecho, luego el otro. Continua bajando por el ombligo hasta que su boca se funde con su mano en ese punto donde todo arde. Siente como ella está ya encima de él, como poco a poco entra en ella hasta final del camino. El placer es ya ilimitado, la penetra con un deseo incontrolado. Mientras ella jadea sin cesar pidiendo más.

De pronto, un estruendo le despierta, la televisión encendida, las tres menos diez de la madrugada, la cerveza sobre la mesa y ya caliente. Sus pantalones en el suelo y sobre el sofá los restos de la contienda… Mañana a las ocho de la tarde volverá a esa mesa, la de la esquina, la soleada y lo hará. La invitará a un café.

viernes, 21 de marzo de 2014

HOY ES PARA TI ...


Hoy cumples 10 años, ya una década! Pasa el tiempo rápido, y de ello nos damos cuenta cuando de vez en cuando nos sentamos los dos en el sofá a ver las fotos de cuando eras pequeño. Nos reímos mucho y también nos emocionamos con la ternura de muchas de ellas.

Esperaste a la hora de la caña para salir, las 14:15 fue la hora que elegiste para tu primer llanto. Todavía recuerdo ese momento en que como es normal, las lágrimas llegaron a mis ojos y la sonrisa iluminó mi cara. En seguida me dijeron que eras guapo! Algo que no han dejado de hacer hasta hoy… Sonrío. Te enseñé a contestar esas palabras, y tú siempre lo hacías… “Me parezco a mi madre”; yo te guiñaba el ojo y después nos partíamos de risa…

Cómo lloraste la primera noche capullo, tuvieron que llevarte al nido porque no parabas. Y así estuviste los dos primeros meses en los que muchas noches me quedaba dormida contigo en brazos, agotada y rendida. Y es que ser madre se antojaba cansado…

Recuerdo lo bien que te portabas cuando te ponían las vacunas, nunca lloraste, nunca un grito, quien dijo miedo! No pasaba nada, tu madre estaba contigo. También recuerdo tu primer análisis, en el cuello, porque eras demasiado pequeño. Estabas dormido, te despertaste en la camilla rodeado de gente extraña. Me miraste, te acaricié, te dije “tranquilo”, y saliste con dos gominolas más que merecidas.

La biopsia en tu pierna, la consulta que me encogía el corazón del oncohematólogo, la cirugía cultural y de tradición con dos años; que dolor tenías y como aguantabas. Pocas malas noches me has dado por estar enfermo, poco has llorado, pocas ojeras he tenido por pasar noches en vela.

Y esta mañana te he mirado con todo el amor que cabe en mí, como lo hago todos los días. Hoy estabas más guapo que nunca, y no solo era porque te parezcas a tu madre, sino por que tú lo eres y no solo por fuera. Cuando hace hoy diez años me saliste de dentro, me prometí a mi misma que trabajaría duro sobre todo para que fueras una buena persona. Y la verdad, es que no me está costando mucho, tengo una excelente materia prima con la que trabajar.

Y seguiremos creciendo Joël, seguiremos caminando juntos todo lo que la vida nos regale. En tus partidos de fútbol, en tus estudios, en tus enfados, en nuestras risas, en tus confesiones, en nuestras reflexiones… Ahí estaré, a tu lado a veces, otras detrás, dándote espacio para crear, para equivocarte, para vencer… Seguiremos compartiendo esos silencios acompañados de mis caricias. “ Mamá, cuando me haces cosquillitas a veces tengo ganas de vomitar un arco iris”.

Sabes que te quiero el cielo y las estrellas y más, como me dices tú a mi.



miércoles, 19 de marzo de 2014

POEMA 4


POEMA 4


Sobran silencios en mis labios en el instante que los tuyos se acercan
Faltan palabras en mis ojos cuando tu mano roza mi espalda

Derroche de pasión desatada en todo mi cuerpo
Acopio de caricias pendientes tanto tiempo para ser regaladas

Mi boca en tu boca, mi alma junta a la tuya
Una cascada de sensaciones anheladas

Tu voz suena suavemente en mi oído
Notas regaladas, música para mi corazón aterido

Tu cuerpo en el mío, el mío en el aire
Danza etérea de placer sin límite

Y vamos alejándonos del tiempo y del espacio
Confundiendo luz y oscuridad
Jugando con el calor y el frío

Cierro los ojos, sello mi boca, el corazón en mi cabeza
Y en el corazón, tú.




martes, 11 de marzo de 2014

SUEÑOS INTERRUMPIDOS

Hace tiempo que no escribo y no sabía muy bien sobre que hacerlo hasta hace unos minutos, cuando he recibido un mensaje con un video. El shock que le ha producido al remitente me lo ha producido a mi también y sabéis por que? Por que la protagonista era la fragilidad, la ternura, una sonrisa rota, un sueño interrumpido, una vida marcada, un querer y no poder, una lucha contra un ahogo que no cesa.

¿Importa donde? En este momento a mi no, por que son tantos sitios, tantos momentos, tantos hogares y tantos niños...

Alguna vez he dicho que no hace falta parir o concebir para sentirse madre o padre, y lo mantengo. Pero he de reconocer que cuando ves cosas así, giras la cabeza hacia el sofá y ves a tu hijo ahí sentado hay algo que hace crack dentro.

Hablamos, escribimos tanto sobre situaciones terribles, sobre injusticias, sobre las cosas tremendas que ocurren, que muchas veces se nos olvida sentirlas. Y solo haciéndolo podemos acercarnos a penas a ese dolor. A la impotencia de esos padres y a tantas preguntas que seguro se hacen esos niños y que nadie es capaz de dar una respuesta. Que le respondes a un niño que no entiende por que de pronto en su vida ya no hay luz y todo se convierte en sombras. Como le dices que no puede ir al colegio por que ya no existe ... Como hacer que entienda que esta noche no va a cenar por que no hay comida y donde antes estaba la tienda donde comprabas la leche, ahora solo hay un edificio lleno de agujeros.

¿Sabéis una cosa? Solo por hijo yo daría mi vida, sin pensar, sin vacilar un instante. Y ahora pienso que sentirán esos padres que no pueden ni hacer eso por que su vida está vendida a una bala, a una bomba, a un estar en sitio equivocado en el momento erróneo.

Hablamos siempre y mucho de las ostias de realidad, pero nos hemos especializado en esquivarlas. Un minuto después ya solo vemos lo que tenemos delante de nuestras narices. Reconoced que es así. Hemos dejado que nos valgan los golpes de pecho del instante. Que nos valgan los gestos compungidos, tenemos bastante con hacer algún comentario condescendiente y muy sentido, eso si.

Soy consciente de que las soluciones no pasan por nuestras manos lamentablemente, pero queridos, si somos responsables de no sentir de verdad. Y no lo hacemos, y debemos de hacerlo. Sí somos responsables de no educar a nuestros hijos, de ocultarles las escenas que consideramos desagradables, de no hablar con ellos de lo que pasa ahí afuera.

Ellos, son el futuro, y en ese futuro si podemos participar y aportar. A nuestros niños, esos que van todos los días al cole, juegan con sus amigos, celebran sus cumpleaños soplando velas, cenan todas las noches y duermen en el silencio de la noche, tenemos que enseñarles que hay otros niños que no pueden hacer nada de eso. Y que sepan que muchos si podían hacerlo antes y que entiendan por que ahora no. No protegemos a nuestros hijos ocultándoles las desgracias, de esta manera impedimos crear un mundo comprensivo y solidario. Les estamos enseñando a no SENTIR.

No quisiera dejaros con una sensación frustrada, con un remordimiento encogido, con un sentimiento de culpa. Me gustaría que os quedarais en este momento con una lágrima y una sonrisa.

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