viernes, 27 de abril de 2018

REFLEXIÓN ANIMAL

Me pronuncio de nuevo en un momento de protesta real y golpes de pecho asquerosos. Muchas veces he escrito sobre nuestra responsabilidad en la educación de nuestros hijos. Me pregunto cuantas personas de esas que han puesto en sus perfiles lemas de moda no han dicho o pensando en algún momento e incluso delante de sus hijos eso de: “Mira esa cómo va, pidiendo guerra”. Me repugna la doble moral, la ausencia de responsabilidad, me da mucho asco la gente que diferencia mujeres y hombres. Este es un país pobre, pero no ya de dinero, si no de valores.

A mi hijo con 6 o 7 años un chaval le dijo: “Quita negro”. Eso no se le ocurre a un niño de esa edad. Tampoco se le ocurre a un chaval de 10 años decir de su profesora que es una vaga porque no ha corregido los exámenes durante el fin de semana. Desde pequeños reproducimos comportamientos y somos loros de repetición de lo que escuchamos en casa. Pero eso si, luego somos todo indignación. ¡Qué pereza! ¡Qué hastío y que aburrimiento!

¿Que las leyes deben de cambiarse? Por supuesto. Pero no servirá si no dejamos de juzgar, de criticar, de envidiar, de chafardear permanentemente. Ocupémonos de que nuestros hijos aprendan a ver personas, aprendan a sentirse parte de un todo. Aprendan y valoren a los demás sin ver color, tamaño o sexo. Lo más triste es que ellos lo traen de serie pero somos los adultos, muchos de esos que hoy están tan indignados, los que les enmierdamos. Miremos un poquito más hacia dentro y hagamos examen de conciencia de vez en cuando.

Se me atragantó la manada. Salud.












jueves, 12 de abril de 2018

ABRIL

Cuando hace muchos años pensaba que algún día tendría una hija, Abril era un nombre que me gustaba para ponerle. Utilicé durante algún tiempo una colonia que se llama así, no porque me gustara el olor especialmente, Sino por el nombre. Embarazada de mi hijo lamentaba que no fuera en abril cuando saliera de cuentas y naciera así es ese mes. La canción de Sabina ha sido una de mis preferidas siempre. Y ahora, como canta Ana Belén, se detuvo abril y el cielo rojo y gris...

Abril me ha robado una parte de la inocencia que aún me quedaba, se ha llevado la posibilidad de seguir debatiendo, discutiendo, reflexionando y caminando con él y a su lado. Abril me deja huérfana, con un montón de lágrimas que se resisten a salir, con el corazón encogido y mil recuerdos en mi cabeza que se agolpan sin ningún orden.

Me he quedado sin su voz, sin esa mirada llena de ternura, sin poder ver más su eterna sonrisa. No podré coger más su mano, la misma que no he soltado ni un minuto en tres días de desasosiego y dolor. Abril me deja la perplejidad, el vacío, el hablar de él en pasado.

Cuando hace muchos años pensaba que él sería eterno, tenía razón. Soy como soy por él en gran parte, mi hijo lo es por él y los hijos de mi hijo lo serán igualmente.

Aprendí de mi padre millones de cosas pero creo que la más importante ha sido entender que la vida es hoy, ni ayer ni mañana. Me siento tranquila y muy, muy orgullosa.

Se detuvo abril el día 9, pero solo unos instantes, los suficientes para coger aire de nuevo y seguir caminando. 


viernes, 6 de abril de 2018

DE ÉL APRENDÍ A LUCHAR

Hace unos días escribía que nada es para siempre y el cosmos, supongo, hoy me da la razón.

Es cierto también eso de que no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos. O como en este caso, exista el riesgo de hacerlo.

También comulgo con ese decir de que nos preocupamos demasiado de cosas banales y dejamos a un lado lo verdaderamente importante. Y que siempre tiene que pasar algo malo para darnos cuenta de ello.

Hace un par de años escribí sobre mi padre, le dediqué palabras en su ochenta cumpleaños, hoy quiero hacerlo en nuestra lucha por salir de esta como ya lo hemos hecho de unas cuantas.

De él he aprendido que todo es posible si crees en ello y no te rindes. Me ha enseñado a no ver nunca el lado negativo de las cosas ni de las personas. He aprendido a confiar en mí misma ante cualquier adversidad. Mi padre me ha enseñado que a veces la vida no es fácil pero nunca hay que rendirse.

Tengo la seguridad de que él está luchado desde ayer en esa cama del hospital. Intentaba hablarnos y se cabreaba por no poder hacerlo, apenas un susurro salía de su boca y el aparato que le controla la tensión comenzaba a pitar.

No ha llegado la hora, lo sé. Como decía anoche mi hijo: “mamá tranquila, el abuelo está hecho un toro”. Tengo la fortuna de poder decir que tengo un padre tremendamente generoso, valiente, terco y optimista. Aunque sea un mamonazo y se tome la medicación cuando le sale de los güevos. Seguro que muchos estáis sonriendo ahora mismo y pensando que me entendéis muy bien. ¿A qué sí?

Sr Melgosa, vamos a por ello. Nunca nos podrán tachar de cobardes. Te quiero papá.

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