domingo, 27 de mayo de 2018

PARES E IMPARES

Y de pronto viene a tu cabeza un recuerdo. Eres capaz de escuchar las risas, la voz de aquella persona, su manera de mirar en aquel instante. Puedes sentir sus dedos jugando con los tuyos, el roce de sus labios en tu boca. Es el momento de decidir si aquel recuerdo te hace daño o por el contrario eres capaz de acurrucarte en él sin más. De sonreírle y seguir hacia adelante.

Suena aquella canción que se convierte en él y piensas que ya son cuatro años los que han pasado desde entonces. Piensas que todo fue un engaño, que aquellos ojos estaban llenos de mentira mientras tú los mirabas convencida de que era amor. Y te das cuenta de que sí existen los cuentos de hadas aunque tú no seas una princesa.

Me he dado cuenta de que en los años pares recuerdo ciertas fechas y en los impares otras diferentes. Está bien porque así no agobian dando el coñazo un año detrás de otro. Siempre me ha llamado la atención eso, la anarquía de mi pensamiento, la libre disposición de mis recuerdos. Como se acercan a mi cuando ellos quieren y no porque yo les llame o necesite.

Me resulta interesante la necesidad del alma en ocasiones de sentir algo concreto al tiempo que la cabeza se sorprende. Y pienso y siento que poco a poco voy creciendo, que el libro de mi vida va teniendo aquello que siempre he deseado, páginas y páginas escritas. Subrayadas algunas líneas, dibujos al margen, rotuladas palabras y algún tachón.

No decido si el recuerdo me hace daño o por el contrario lo abrazo perdonando. Será cuando releea el momento de darme cuenta.

Hace algún tiempo el cosmos me enseñó a fluir y por ello le estaré eternamente agradecida.







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