Vaya tarde
de sábado me espera, y con este tiempo ni ganas de pensar tengo… En eso estaba cuando
sonó mi móvil. Era Inés
- · Hola guapi, ¿cómo estás?
- · Hooola Inesita, ¿qué tal?
- · Bien, aquí en casa, que vaya rollo de tiempo!!
- · Eso estaba pensando yo ahora mismo. No me apetece hacer nada hoy…
- · Pues yo te llamo para que te vengas a casa a cenar. No seremos muchos, Alicia y Luis, Mamen y Carlos y nosotros. Ah! Y un amigo de Alberto. Y tú. En familia vamos…
- · Inés, no me jodas!! ¿Ya estamos con las trampitas? Paso tía, que no lo tengo para ruidos.
- · Sara, tía no seas muermo!! Vente joder, que no es una trampa! Jajajaja …
- · Que no, que paso… Hoy me quedo en casa y tan a gusto.
- · Espera que se pone Alberto
- · Inéssssss….
- · Hola Sarita, no me fastidies tía, vente, que mi amigo es un tipo majete.
- · Alberto, sois unos cabrones. Sabéis lo poco que me gusta este rollo y no es la primera vez…
- · Anda preciosa, hazlo por mí. Es un compañero del curro, no es de aquí y es un poco muermo para él encontrarse en la cena con tres parejas. Venga va… Y te debo una de esas enormessss.
- · Vaaale, voy! Vaya dos liantes tu mujer y tú. ¿A qué hora?
- · Yuhuuuu!! A las nueve…Gracias preciosa!! Te paso con Inés
- · Guapi, ya verás cómo lo pasamos bien… Luego nos vemos entonces. Besis
- · Hasta luego tía pija!! Besis
No sé cómo puedo
querer tanto a estos dos elementos. La verdad, es que han estado a mi lado en
todo el proceso de mi separación, que no ha sido fácil. Son dos soles, muy
perros, pero dos soles. – Pienso mientras sonrío y me dejo caer en el sofá sin saber que ponerme y cómo sería ese amigo de Alberto…
Después de
leer un rato y el te de media tarde; me voy a la ducha. Mirándome en el espejo me doy cuenta de lo mal que tengo el pelo, me lo tengo que cortar un poco.
El gusto que
dan esas duchas lentas, relajadas, en las que no se te olvida frotar nada con
la esponja porque tienes todo el tiempo del mundo. Y después darte la leche
corporal a conciencia, por todos los recovecos posibles, que bueno esto de no
tener prisa.
¿Y ahora
qué? Pienso. ¿Qué me pongo? Entorno los ojos, tuerzo la boca. Y… ¿Si está bien?
Hala, venga, tiremos la casa por la ventana, encaje negro. Hay que ver qué bien
me sienta este sujetador, un canalillo inmejorable. Me río yo sola… Me acuerdo
entonces de ese vestido negro que tengo sin estrenar. Ese que tiene ese detalle
tan sugerente en la parte de adelante. Hecho, decidido, me lo pongo hoy… Un
poco de maquillaje discreto, no me gusta sentirme alicatada. Mis ojos bien
pintados y un poco de brillo en los labios. Un toque de mi colonia favorita;
esa que me hace sentirme tan bien, y lista.
Llego a las
nueve y diez, me abre la puerta Alicia
- Hola Sara!! ¿Cómo estas guapa?- Me dice mientras me guiña un ojo. Mal empezamos...
- · Hola Alicee!! Bien ¿y tú?- Le digo mientras nos damos dos besos de esos de verdad, de los que te salen de dentro.
Inés aparece
como un torbellino y me da un abrazo de esos que necesitas luego recomponerte
entera.
- Esta muy bien tía- Me dice al oído riendo
- · Inés, como empecemos así, te doy mi palabra de que me voy
- · Vaaaale tonti, no te enfades.
- · Hola chicos!!- saludo a todos mientras voy dando besos
- · Sara, este es Javier, un amigo del curro- Dice Alberto, haciendo de perfecto anfitrión
- · Encantada Javier
- · Encantado Sara- me dice sonriendo
Me gusta
encontrarme con Mamen y Alicia; me gustan las personas positivas y vitales y
ellas lo son. Charlábamos de sus enanos y del mío cuando Carlos vino a
buscarnos al salón.
- · Chicas, venid que Javier está preparando el sushi, empieza la clase!!
- · Sarita, pedazo de escote que llevas coño, no me había cuenta- me dice mientras me agarra por la cintura
- · Carlitos, que te pones bizco- le contesto mientras reímos los dos
En la
cocina, están todos alrededor de Javier, mientras este va uno a uno explicando
cuales son los ingredientes que va a utilizar. Me quedo mirando entonces a aquel
tipo de gesto agradable, sonriente y coqueto. Le miro mientras él habla y habla
sin parar. Sus ojos verdes, su pelo no muy corto. No es muy alto pero bien
proporcionado. Me gustan sus zapatos; es una manía que tengo, siempre me fijo
en los zapatos de la gente. Mis ojos entonces en sus manos, mientras va
cogiendo las hojas, el arroz y lo desliza suavemente, colocándolo con esmero y
precisión y de pronto me pregunto cómo acariciaran esas manos tan concienzudas
en la preparación de esos rollitos.
Y siento un
leve escalofrío cuando con la yema de su dedo coloca la pizca de salmón en el
centro de uno de los rulitos… Le miro a los ojos, me está mirando, y aparece
entonces en mis mejillas ese toque de rubor que me sale cuando pienso que la
otra persona seguro que sabe lo que pienso.
- Luis es el que siempre aporta las risas extras.
- · Toma Sara, enciéndelo tú
- · Joder Luis, hace un montón de tiempo que no fumo esto
- · Por eso tonta!!- me dice riendo mientras me da el cigarro y un mechero
- · Alberto, como anfitrión te toca encenderte el otro
- · Yo no protesto, como la abuela esta- dice mientras me abraza en una carcajada
La cena
transcurre de manera agradable, sin dejar de reírnos, eso nunca falta cuando
quedo con esta pandilla y sobre todo si la maría es parte del grupo.
Terminamos
de cenar y después de recoger la mesa, mientras preparamos el café, Inés pone
música. Sin dejar ni un instante de decir chorradas y de reír sin parar.
- · Inéssss, esta canción es total!!- le digo mientras en ese momento veo de reojo que Javier se levanta y se acerca a mí.
- · Pues si es total, habrá que bailarla, ¿no?- me dice mirándome a los ojos. Que así no hay quien se resista claro …
Y
agarrándome de la cintura, me acerco a él y no hay nadie en el salón en ese
instante. Sin dejar de mirarnos nos dejamos llevar por el ritmo suave y
envolvente de la bachata y la voz susurrante de Enrique Iglesias. Se pega más a
mí en el estribillo “loco por besar tus labios… sin que quede nada por dentro
de mí diciéndotelo todo”. Ni un solo segundo se han separado sus ojos de los
míos. Oigo voces y risas, pero ni sé lo que dicen ni me importa. Deseo a ese
hombre que tengo tan cerca, quiero que así sea, que esté loco por besar mis
labios y que se vuelva más loco cuando lo haga.
Mientras su
mano sube lentamente por mi espalda, siento el roce de sus labios en mi cuello
y algo más abajo la certeza de que si, de que está loco por besarme. Mi deseo
va en aumento a medida que le voy sintiendo más y más. Y llega ese beso, lento,
los labios comienzan a conocerse, poco a poco un beso más abierto y húmedo, las
lenguas quieren ser protagonistas del momento y van rozándose; fuera primero,
dentro después. Y ese danzar de caricias, firmes sin ser apresuradas. Nada
torpes y certeras; conscientes y sabias. No sé cómo he llegado hasta este
taburete la de cocina contra la pared.
Desabrochando su camisa soy consciente
de haber olvidado mis bragas en alguna parte. Beso su cuello en el momento en
el que se me resiste el cinturón de su pantalón. Y entonces solo deseo y siento
y gozo y mirando por la ventana, le pido a luna lo mismo que hizo Enrique
Iglesias en la canción; que no se vaya…
No quiero que la noche se acabe, deseo seguir
acariciándole y que me acaricie; seguir besándole y que me bese; seguir riendo
sin pudor; no cesar de sentir y de volvernos locos…
Gracias a Felisardo Dabilbi (Facebook) por compartir una de sus estupendas esculturas.
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