viernes, 20 de febrero de 2015

PASÓ EL TIEMPO DE ...

Y de repente te das cuenta de que hay cosas que ya no tendrán su momento. Te paras un instante y compruebas que ya no podrás hacerlas, que pasó su tiempo. Y aunque intentes consolarte con eso de ¡Nunca se sabe¡, lo sabes, sabes que ya no serán.

36 años tiene esa mujer que me acaba de decir con una amplia sonrisa en sus labios que le han pedido matrimonio, enseñándome el anillo que luce en su dedo. Con esa ilusión que tanto mealegra, con esas ganas que tantos recuerdos me traen de otros tiempos. Compartes con ella esos momentos en los que recibía flores, mensajes cifrados de un viaje sorpresa, primeros pasos hace ya algún año de lo que ahora es un sueño cumplido.

Rebobino por un momento, pienso en esos sueños míos que nunca se cumplieron y no lo harán ya. El casarme nunca ha sido uno de ellos, pero si el que alguien quisiera haberlo hecho. He tenido un hijo, he plantado un árbol y estoy terminando de escribir un libro. ¿Quién nos engañó diciendo que con esto la vida sería plena? Y me pregunto si la insatisfacción es algo genético o es esa acumulación de sueños sin cumplir.

Paro de escribir y pienso, dejo que mi memoria me regale imágenes, inquietudes pasadas, anhelos ahogados. Y no siento desasosiego, sino paz. Y es que, me queda tanto por hacer Al fin y al cabo, me pregunto si quizá aquellos sueños no eran los míos. Si es tan necesario cumplirlos. Si el secreto del equilibrio es dejar que la vida te regale sin pedirla. Si en realidad todo es fruto de un querer y no saber.

Aquellos se fueron, pasaron discretamente por mi día a día, pero nunca me he quedado sin ninguno. Sigo teniendo sueños y a lo mejor estos si los son, los míos. O no. ¿Importa realmente?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LO MÁS LEÍDO