lunes, 9 de febrero de 2015

Y FUÉ SIN QUERER

Un día te levantas temprano y en el silencio de una ciudad que no ha despertado aún, te das cuenta de que estás cansado de vivir en pretérito. De que los recuerdos deben de acompañar, pero no ser protagonistas de tu día a día. De que esa mirada perdida al caminar puede dibujar en tu cara una sonrisa y no solo destilar nostalgia.

Te apetece escuchar aquella canción que te transporta a momentos felices y plenos en los que casi todo era fácil o así lo creías. Y lo haces, la escuchas una y otra vez hasta que te das cuenta de que hay más. Más historias que quieren ser contadas, vividas, cantadas. Más historias esperando ansiosas tu atención. Y comienzas poco a poco, sin prisa, con calma; comienzas a vivir presente. Te miras al espejo y a penas te peinas, alborotas tus rizos y con la cabeza ligeramente inclinada te miras a los ojos. Me queda bien el pelo así; estoy guapa, piensas, mientras dibujas en tus labios una sonrisa de color, de ese color de presente.

Me viene ahora a la memoria la imagen de una persona que conocí hace un tiempo. Un hombre al que ese pretérito le impedía sentir presente, ya que sabía que ese era el camino hacia el futuro. Ese que nos asusta como a los niños el coco. ¡Que viene el coco! les dicen cuando hacen algo mal o no obedecen. Nosotros nos decimos, que viene el futuro, cuando estamos asustados e inseguros. Y ese es un grave error, porque el futuro llegará, pero el presente se marcha a cada instante y no regresa y se convierte en pretérito sin darnos cuenta.

Las calles ya se han vestido de formas, colores y olores; sonidos de tacones, voces y bostezos. Sueños, pesadillas, ilusiones y alguna decepción. Un ir y venir de sentimientos, intensidad y vida. Y yo, que me levanté temprano, cansada de vivir de pretérito, abro la ventana de mi habitación y saludo a mi presente, mientras el aroma del café me guiña un ojo, el agua de la ducha acaricia mi cuerpo, mi ropa recién planchada me acoge en sus pliegues y esa canción me lleva en volandas hacia los brazos de la vida. Y ...


... fue sin querer.
Es caprichoso el azar.

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