jueves, 15 de noviembre de 2018

ESE CAMPO DE AMAPOLAS

Siempre repites que nunca mas y ese momento continúa sin llegar. Te dices una y otra vez que no puedes ni debes sentir con tanta intensidad mientras te lames las heridas. No encuentras el motivo por el cual te es tan difícil cambiar tu manera de vivir.

Y te levantas de nuevo con la certeza de que pronto volverás a caer y ya no sabes si es un vicio o se ha convertido en una automutilación emocial de la que no puedes prescindir.

Escuchas de nuevo esas mismas palabras una y otra vez en diferentes bocas y con distintas voces y que a estas alturas se antojan vacías por repetidas.

Y ya no sabes lo que es auténtico, lo que es verdad, lo que es sentido o amañado con el fin de lograr un objetivo fugaz y lleno de cinismo.

Tu mirada perdida, fija en algún punto de ese horizonte tal lejano donde en ocasiones parece que veas algo que se convierte en espejismo al instante te hace cada día más daño. Lloras, gritas, ríes y te derrumbas entre lodos y campos de amapolas. Analizas, piensas y sientes que eso debe de parar. No puedes más, no quieres poder más.

El agotamiento y el llanto te llevan a un sueño en el que descansas por fin y al despertar, de nuevo piensas que quizá ese nuevo día te traiga por fin el sosiego que necesita tu corazón, te lleve a ese campo de amapolas.

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