Caminando, que de cosas ocurren cuando vamos caminando, ¿verdad? Podemos tropezar con esa baldosa levantada por alguna esquina. Encontrarnos con algún conocido o amigo en el sitio más inesperado. Caminando nos cruzamos con centenares de personas y yo siempre pienso que quizá alguno de ellos puede ser el hombre de mi vida… Tantas veces cruzamos la calle sin mirar y escuchamosese claxon que nos provoca el respingo y la mirada vergonzosa al conductor...
Caminando me gusta mojarme bajo la lluvia y sentir el sol en mi cara. Tantas veces apetece parar y sentarse en un banco a escuchar los pasos que van y vienen…
Y no nos damos cuenta del camino hasta que un día sentimos como nos pesan las piernas y ya la fatiga se convierte en una compañera más en nuestro día a día. Esos momentos en que creemos no poder continuar, o no queremos hacerlo, que tampoco es malo. Respiros, son necesarios esos respiros de agotamiento, esos respiros de dolor de alma y llanto de corazón.
Caminando me gusta mirar al frente y encontrarme con tus ojos. Tantas veces apetece parar y sentarse en un banco a escuchar la música…
Siempre termino levantándome, como lo haces tú, porque es el camino el que nos llama, es el camino el que nos hace respirar hondo y saber que merece la pena. Ese camino en el que tantas veces nos hemos quedado sin respiración, tantas veces hemos maldecido y tantas otras amado como nadie.
Caminando me gusta encontrarme conmigo misma y abrazarme con ternuray sonreírme con ilusión. Tantas veces apetece parar y sentarse en un banco a contemplar el camino por recorrer…
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