jueves, 17 de julio de 2014

MI VESTIDO DE FLORES

Hoy me he puesto un vestido de flores, me he recogido el pelo en una pequeña coleta y he dejado libre un alegre tirabuzón a un lado de mi nuca. En mis orejas unos pendientes de tréboles brillan queriendo tener su protagonismo, mis pulseras de plata en la muñeca izquierda y un discreto anillo en la mano derecha.

Hoy me he puesto un vestido de flores, he comenzado el día sonriendo sin saber muy bien porque, respirando hondo y caminando de manera firme. En mi corazón la esperanza de un futuro tranquilo, en mi cabeza el saber de lo positivo que me rodea. Presente en miánimo el color y el olor de todo la que me lleva, como ese río.

Quiéreme, me dice. Bésame, abrázame… Una cascada de soledad hecha palabras. Esa necesidad de sentir desesperada. Cerrar los ojos e imaginar, sentir la piel.Una búsqueda interminable de sensaciones olvidadas o a lo peor, nunca sentidas. Querer recuperar el recuerdo de un tiempo pasado. Ese no aceptar que todo pasa y mucho de ello no queda. Y me pide que le ame como a aquel al que le queda tan solo un suspiro de vida. Necesita mis besos como al que le falta el aire para respirar. Una y otra vez el deseo de tenerme cerca y la necesidad de ese calor anhelado en el corazón.

Ámame, me implora, como si amar fuese tarea fácil, como si eso significara todo para toda la vida, como si pudiera hacerlo. Amarle, ni a él ni a ningún otro, de ninguna manera posible cuando no consigues que eso brote de tu corazón, cuando el frío congeló los sentimientos, cuando las cicatrices no dejan espacio para una flor. Ámame, una y otra vez en mi cabeza resuena la súplica, sin saber que hacer con ella, golpeando sin descanso la puerta de mi corazón, recibiendo ese eco metálico que tanto duele. A él, a mi.

Cierro los ojos, siento una lágrima, respiro hondo y me dejo llevar por aquel río.  

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