domingo, 11 de marzo de 2018

MIRAR Y VER

Hay momentos en que exhausta dejo que sea la historia la que me escriba a mi y no al contrario. Esto tiene una lectura clara y evidente ¿no? Cuando estás cansado, tus piernas pesan un quintal y medio (uno es poco), el camino se te hace muy cuesta arriba y en la mochila ya no quedan víveres. Es entonces cuando te sientas en el primer pedrusco que ves y dejando caer todo, hasta tu alma, decides que no puedes más y gritas ese “a la mierda” que tanto desahoga.
Mirando a tu alrededor no encuentras nada que te de un mínimo de esperanza de que vayas a salir de allí con vida. Resoplas, suspiras, sollozas. Gritos ahogados, lágrimas del alma que se vuelven puñales en tu interior. Y te haces la misma pregunta una y otra vez. Miras hacia arriba, a los lados, al suelo, al abismo y no hay nada que sentir. Las manos en la cara, los ojos empañados y el latido retumba. De pronto la historia comienza a escribirte, te crea, te lleva, te sorprende. Te quedas quieto escuchando y suena una canción. Y la historia hace que muevas ligeramente tu pie izquierdo; nada más. No puedes mover nada más hasta que lentamente vas levantando la cabeza, sientes ligeramente los dedos en tu rostro acariciar los ojos. Sigue sonando la música, cada vez la escuchas más alto y la historia comienza a sonreírte. A partir de ese momento dependerá de ti, solo de ti, decidir si esa es tu canción y quien de los dos termine contando el final. Tarareo.


2 comentarios:

  1. Me dejas sin palabras... Que manera más bella de "levantar la cabeza"... Chapó!!

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