viernes, 27 de abril de 2018

REFLEXIÓN ANIMAL

Me pronuncio de nuevo en un momento de protesta real y golpes de pecho asquerosos. Muchas veces he escrito sobre nuestra responsabilidad en la educación de nuestros hijos. Me pregunto cuantas personas de esas que han puesto en sus perfiles lemas de moda no han dicho o pensando en algún momento e incluso delante de sus hijos eso de: “Mira esa cómo va, pidiendo guerra”. Me repugna la doble moral, la ausencia de responsabilidad, me da mucho asco la gente que diferencia mujeres y hombres. Este es un país pobre, pero no ya de dinero, si no de valores.

A mi hijo con 6 o 7 años un chaval le dijo: “Quita negro”. Eso no se le ocurre a un niño de esa edad. Tampoco se le ocurre a un chaval de 10 años decir de su profesora que es una vaga porque no ha corregido los exámenes durante el fin de semana. Desde pequeños reproducimos comportamientos y somos loros de repetición de lo que escuchamos en casa. Pero eso si, luego somos todo indignación. ¡Qué pereza! ¡Qué hastío y que aburrimiento!

¿Que las leyes deben de cambiarse? Por supuesto. Pero no servirá si no dejamos de juzgar, de criticar, de envidiar, de chafardear permanentemente. Ocupémonos de que nuestros hijos aprendan a ver personas, aprendan a sentirse parte de un todo. Aprendan y valoren a los demás sin ver color, tamaño o sexo. Lo más triste es que ellos lo traen de serie pero somos los adultos, muchos de esos que hoy están tan indignados, los que les enmierdamos. Miremos un poquito más hacia dentro y hagamos examen de conciencia de vez en cuando.

Se me atragantó la manada. Salud.












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