Abril me ha robado una parte de la inocencia que aún me quedaba, se ha llevado la posibilidad de seguir debatiendo, discutiendo, reflexionando y caminando con él y a su lado. Abril me deja huérfana, con un montón de lágrimas que se resisten a salir, con el corazón encogido y mil recuerdos en mi cabeza que se agolpan sin ningún orden.
Me he quedado sin su voz, sin esa mirada llena de ternura, sin poder ver más su eterna sonrisa. No podré coger más su mano, la misma que no he soltado ni un minuto en tres días de desasosiego y dolor. Abril me deja la perplejidad, el vacío, el hablar de él en pasado.
Cuando hace muchos años pensaba que él sería eterno, tenía razón. Soy como soy por él en gran parte, mi hijo lo es por él y los hijos de mi hijo lo serán igualmente.
Aprendí de mi padre millones de cosas pero creo que la más importante ha sido entender que la vida es hoy, ni ayer ni mañana. Me siento tranquila y muy, muy orgullosa.
Se detuvo abril el día 9, pero solo unos instantes, los suficientes para coger aire de nuevo y seguir caminando.
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