sábado, 6 de octubre de 2018

ME VOY

El aleatorio me trae a Julieta Venegas con su “Me voy” y la canción se convierte en recuerdo. Ese que después de tantos años ya, hace que mis ojos se empañen. Esa canción es la que cantaba ahogada en el coche camino del sur aquel verano, la que se aprendió mi hijo sin saber lo que su madre sentía al escucharla.

https://youtu.be/y8rBC6GCUjg

Y recuerdo el valor que tuve entonces y es el mismo que me ha faltado después en estos años posteriores. El mismo que me hizo soportar tanto dolor y pensar que en algún momento vería la luz al final de aquel túnel que se antojaba infinito. Gasté tanto, trabajé la paciencia de aquella manera tan salvaje que mi interior quedó inmóvil y así ha permanecido hasta hoy.

Ese valor que me llevó a querer sentirme de nuevo, a desear que la ilusión, la mía, volviera a mi vida. El mismo que hizo que volviera a respirar hondo sin miedo, ese que logró que de nuevo mirara de frente mi camino, me dejó exhausta.

Y durante una mano de años he vivido con miedo y esa paciencia elevada a la enésima potencia que me ha impedido decir me voy cuando debería de haberlo hecho en más de una ocasión. Ese miedo convertido en necesidad y esa paciencia transformada en conformismo. Sin duda dos compañeros de viaje poco recomendables.

Aquel “me voy” me costó mucho y aún hoy me sigue costando y he entendido que el precio de cualquier otro nunca será mayor, por lo que escuchando de nuevo la canción he decidido reencontrarme con mi valor y establecer una distancia con mi paciencia. A partir de hoy me iré las veces que sean necesarias, sin miedos y con paso firme.

Aquel verano camino del sur y escuchando a Julieta decidí no volver a parar mi vida por nada ni por nadie. En ocasiones lo hacemos por y para nosotros, pero solo debe de ser para coger aire y continuar.

“No voy a llorar y decir que no merezco esto, porque es probable que lo merezca, pero no lo quiero”.

1 comentario:

LO MÁS LEÍDO