Dicen que los días de lluvia llaman a la nostalgia y a la melancolía. También dicen que ayudan a limpiarlo todo. Que después de la tormenta llega la calma y que luego siempre sale el arco iris.
El rio que nos lleva es el título de un libro, seguro que habrá un montón de canciones y miles de poemas escritos sobre esto.
Hoy en mi calendario pone que es Santa Luminosa, toda la mañana llevo mirándolo y preguntándome quien sería esa mujer con ese nombre y porqué la harían santa. Estoy por arrodillarme en un arranque de devoción y pedirle no sin vehemencia que me lo cuente todo.
Los días de lluvia traen recuerdos, afloran las frustraciones, agota el aburrimiento y el cansancio se hace más presente que nunca. Los días de lluvia me invitan a salir a la calle en el momento en el que más agua caiga; a mojarme, empaparme por fuera y dejar seco lo de dentro.
Reconozco que soy muy de fuego pero de igual manera confieso que necesito agua, salvo para fregar los platos, cosa que prefiero dejarle a otros.
Hoy ha amanecido lloviendo, un lunes tormentoso, de tormenta. Poco a poco ha ido saliendo el sol, me pregunto si habrá sido porque he comenzado a sonreír. Y ahora sentada en mi cama y con la ventana abierta, miro al frente y le dejo que me ciegue, respiro el aire limpio que ha dejado la lluvia y sonrío. Pasó el lunes tormentoso, de tormenta.
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