sábado, 21 de octubre de 2017

Y DE REPENTE UNA MAÑANA

Cuantas veces he leído eso de "de repente una mañana te levantas y..." Como cuando los niños están en cama dos dias con fiebre y después tienes que renovar el vestuario y levantar la barbilla para mirarles a los ojos. Sin apenas darte cuenta de todo lo que ha pasado durante un tiempo, de repente una mañana te levantas y se amontonan los pensamientos en tu cabeza y descubres que sabes cosas que la noche de antes ignorabas. Y la sorpresa es mayúscula y piensas cuando y como has llegado a esas conclusiones que en ese momento son máximas vitales casi.

Algunos lo llaman madurar yo prefiero decir que aprendí. Y si el aprendizaje consciente produce satisfacción, cuando no te das cuenta de que lo estás haciendo, es mágico. Y esa mañana al despertar sientes que por fin has llegado a ese punto en el que no tienes expectativas frente a nada ni nadie. En el que sabes ya que todo lo que llegue será de más, porque tú no esperas nada. Y cuando vives ese momento en el que te sientes bien contigo y con lo que tienes, sabes que a partir de entonces todo lo que llegue serán regalos que la vida te haga.
No confundamos las expectativas con la ilusión, los retos y los sueños. Todos ellos permanecen intactos, pero de una manera diferente. Solo dependen de mi, de nadie más.
Y si en algún momento del camino los comparto, me sentiré feliz. Y si no, lo haré igualmente, porque una mañana de repente me di cuenta que había aprendido a vivir sin expectativas.

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