jueves, 19 de diciembre de 2013

EL CAPRICHO DEL AZAR (Fantasías Sexuales-6)


Tumbado en la cama, piensa en ese aleatorio que le llevo hasta ella. No tardó en preguntarle su nombre y comenzar así a conocerla un poco más. Piensa en como juega la vida con las personas, en como el azar tantas veces se ríe de nosotros. Piensa y siente como sería su cuerpo a su lado, siente su pelo rozar su pecho y escucha su voz. Esa voz que aquella tarde de invierno le dijo: ¿Hola, como estás? Aquella tarde en la que el capricho fue de él y no de ese azar maravilloso tantas veces.

Cuando ella entró en el coche, su olor le transportó a un lugar cálido, dulce y magnánimo. Se dejó acariciar por sus ojos y al besar sus mejillas quiso parar el tiempo en ese instante y disfrutarlo una y otra vez.

Quería mirarla sin cesar, contemplar a aquella mujer a la que tantas veces había deseado tener enfrente, aquella mujer que había hecho que más de una noche él se durmiera con una sonrisa en sus labios.

-
¿Dónde vamos? Preguntó ella con un gesto mezcla de rubor y deseo
-
Es una sorpresa, creo que te gustará. Le contestó él, con la impaciencia de un adolescente por dar ese beso.
-
Me gustan las sorpresas




Arrancó el coche como lo hizo la primera vez, con su corazón palpitando y su mano firme y segura.
Y ese silencio incómodo del primer momento, duró a penas un minuto. En seguida se pusieron a hablar, de todas aquellas cosas que se habían escrito y ahora repetían como si fuera una novedad. Se conocían más de lo que pensaban, pero todo era diferente ahora que se miraban a los ojos por primera vez.


 
Era excitante parar en los semáforos, mirarse y arder en deseos de besarse, de tocarse… Pero en ese corto tiempo del rojo al verde, tan solo rozar sus manos podían.

-
Hemos llegado, no digas nada todavía
-
Es bonito, eso si puedo decirlo ¿verdad?
 
Estaba tan cerca de alcanzar todo aquello que había imaginado… Tan cerca de poder quitarle la ropa con la delicadeza de un soplo de aire, tan cerca de descubrir la suavidad de todos sus rincones, de rozar sus hombros con sus labios. Estaba tan cerca del paraiso soñado…

Ya en el ascensor, no pudo más y agarrándola con esa firmeza del que sabe lo que quiere, la besó. Apenas podía meter la tarjeta de la habitación y se encendió la luz verde, se abrió la puerta y ya no pudo frenar su deseo. Ella, con una ligera patada cerró esa puerta dejando atrás las palabras, las sonrisas y los besos robados.

No había tiempo de llegar a la cama y contra la pared mientras quitaba el cinturón de su vestido comenzó a besarla; el cuello, los hombros, la boca… Ella, sin dejar de mirarle le desabrochaba los botones de la camisa. Le sonreía con sus ojos, esos ojos oscuros y penetrantes, le sonreía con su boca, esa boca de labios rosas hábiles en verbo, verso y besos.

Su imaginación le había llevado tantas veces a ese momento, ese deseo ahogado en el silencio de tantas noches gritaba ahora sin pudor. Repetía su nombre una y otra vez mientras ella se deshacía en gemidos de placer.
 



Esa noche no fue como otras, esa noche por fin pudo encontrarse frente a frente con todas sus fantasías y hacerlas por fin, realidad.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

LO MÁS LEÍDO