jueves, 5 de diciembre de 2013

SABÍA LO QUE QUERÍA (Fantasías Sexuales-4)


Después de algunos meses, me invitó a su casa. Estaría su madre, no importaba, no era la primera vez que conocía a la madre de una de mis novias. Nunca se me dieron mal, y no es falta de modestia. Soy el novio que toda madre quisiera para su hija.


Pero esta vez no iba a ser igual que el resto. Me cautivó sin conocerla solamente con ver como estaba decorada la casa. Espacios abiertos, tonos cálidos, minimalista decoración, exquisita. No había llegado todavía, una urgencia en el hospital era la causa del retraso. Curioseando vi una foto madre e hija. Joder, pensé! Que guapa!

Entonces se abrió la puerta de la calle y no sé muy bien porque pero sentí como se aceleraba mi corazón, estaba nervioso, yo!! Y es que iba a conocer a esa mujer que me tenía deslumbrado. Hola, dijo al entrar al salón con gesto cansado y algo de indiferencia. Hola mamá, contestó mi novia. Este es Luis. Se acercó a mi sin casi mirarme y me dio dos besos tan cerca, que por un momento sentí el roce de sus labios en los míos. Me gustó, mucho, demasiado. Entró en el despacho y esa tarde ya no la volví a ver.


Desde aquel día, el recuerdo de esa mujer empezó a ocupar muchos minutos de mi tiempo. Una y otra vez sentía su olor y cerraba los ojos dejando que sus labios volvieran a rozar los míos. Me excitaba, si. Deseaba a la madre de mi novia. No me sentía culpable, quizá extrañado, nunca había sentido eso por una mujer mayor que yo. Aquella fue la primera vez, pero ya no sería la última.


El deseo me dio el coraje para llamar aquella tarde a la puerta de su casa. Sabía que mi novia estaba en clase y que su madre libraba aquella semana. Sabía que su marido estaba de viaje. Sabía lo que quería.

Al verme se mostró extrañada, pero nada incómoda.

-
Pasa Luis, qué tal? Me dijo sonriendo.
-
Bien Elena, gracias. Y tú? Contesté educadamente.
-
Siéntate. Quieres un té?
-
Si, gracias.

No me gustaba el te, pero en aquel momento hubiera dicho que si a cualquier cosa que ella me hubiera ofrecido. Su pelo recogido en una pequeña coleta, sus ojos, la intensidad de su mirada… Cada segundo el deseo iba en aumento. Llevaba puesto un jersey de punto largoe iba descalza. Me parecía igual de sexy cuando descruzaba y cruzaba sus piernas de nuevo que si hubiera llevado un vestido corto.

-
Y dime, Luis. Que te trae por aquí?
-
Si, ayer me dejé un libro en la habitación de Laura.

Se levantó del sillón, dejando las gafas sobre el libro que estaba leyendo. Se acercó a mi sonriendo… Fuimos hasta la habitación, al entrar, se agachó para recoger una toalla que mi novia había dejado tirada en el suelo y yo pensé que mi vida terminaba en ese instante... Empezamos a buscar el libro sin éxito. Estaba mirando distraída sobre la mesa del ordenador, al darse la vuelta la cogi por la cintura y la besé con todo mi deseo. Si me iba a soltar un guantazo, al menos me llevaría el beso. No hubo guantazo y mi beso fue húmedamente correspondido. Nuestras respiraciones empezaron a agitarse, en algún momento mi camisa cayó al suelo y caímos sobre la cama. Ella quitó de debajo de su espalda aquel elefante de peluche que yo le había regalado a su hija las navidades pasadas.Deshice la pequeña coleta y su pelo alborotado cubrió parte de su cara. Cada gesto, cada mirada suya, su respiración, su cuerpo ya casi desnudo… Recorrimos nuestros cuerpos una y otra vez, hasta la extenuación. Nuestras bocas volaron de un lugar a otro sin cesar. Cada poro de mi piel era deseo…


Sonó el teléfono. Un mensaje de Laura. No había ido a la última clase, estaba llegando a su casa y desde allí me llamaría





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