miércoles, 16 de marzo de 2016

LA VERDAD NO EXISTE

Cuéntame la verdad.
¿Qué verdad?
Toda, desde el principio de los tiempos.
La verdad, no existe.

Mientras me ducho pienso que de verdad creo en lo que acabo de decirle. La verdad no existe, es cambiante. Hace diez minutos la verdad era una, en este momento es otra muy distinta y cuando salí del baño y él ya estaba vestido, fue otra diferente.

La cuestión, o eso creo, es que en realidad no importa. Quizá el secreto este en aprender a vivirlas todas con la misma ilusión e intensidad. Porque si no, ¿al final que nos queda?

¿Acaso la verdad es única? No lo creo. Cada uno tenemos, vivimos la nuestra. La vida en ocasiones es una gran mentira y muchas veces se percibe como una verdad absoluta.

Y en este punto, me pregunto cuál es la mía. Y sonrio y no tengo respuesta y eso me gusta. Significará entonces que las vivo todas, que no descarto momentos, que no renuncio a sentir el instante. Significará pues que estoy viva, que  miro y siento de manera espacial y no parceladamente.

La verdad, esa en la que todo el mundo piensa es una losa inservible. Yo siempre decía eso de que lo perdonaría todo menos una mentira. El tiempo, la vida y el azul del cielo de marzo, el más bonito de todo el año, me han enseñado que solo mentirme a mí misma sería lo imperdonable.

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