domingo, 23 de octubre de 2016

DETALLE DE DOMINGO

Me río. ¡Hay que ver las cosas que se me ocurren! Pensando sobre qué podía escribir hoy, me han pasado por la cabeza temas de lo más dispares. Y no he podido hacer otra cosa que reírme. ¡Pero que mente la mía! Podéis pensar bien o mal, eso ya va en gustos.

Los que habéis pensado bien, no os habéis equivocado, algo de sexo que hace mucho que no escribo ha sido una opción. Los que habéis pensado mal, habéis acertado también. Escribir sobre los sentimientos humanos ha sido otra posibilidad barajada. ¡¡Jajajajaja!! ¡¡Ayyy, que os pillado!!

Esto del bien y del mal da mucho juego. ¿A que sí? Pues no seré yo la que hable de este tema hoy. Además creo que hasta me aburre. Más inventos de no sé exactamente quién para no dejarnos en paz. ¿Cuándo sabemos de verdad que algo está bien o mal? ¿Quién determina los límites? ¿Tú o yo? Qué no, paso. Hoy no hace día de eso.

Amanece el día lluvioso, gris, aunque no frío. Un domingo absolutamente otoñal que invita a pasear por las calles semi vacías. Que huele a café recién hecho, a libro, sofá y manta.

En este punto y aparte han pasado varios minutos, pienso si inventarme una historia cuya protagonista sea la manta o dejar que mi mente me traiga alguna palabra y tirar de ese hilo. Es extraño, estoy indecisa. Algo poco habitual en mí y es que lo de tomar decisiones no me suele costar mucho aunque en ocasiones tarde en hacerlo.

     Mándame una foto de tus pies, me dijo.

¡Vaya cosas que piden a veces los hombres! Me la tuve que hacer en ese momento, menos mal que como siempre los tenía arregladitos.

     Me encantan, serán mi postre. Contestó.

Me llamó la atención ya que no era la primera ni la segunda ni la tercera vez que un hombre me decía que tenía los pies bonitos. ¡Qué cosas! Nunca me han gustado, tengo los dedos largos, el segundo más que el gordito incluso. Cuando era más joven tenía dificultad para encontrar zapatos de mi número, por lo que en ocasiones eran algo más pequeños y eso me llevó a no tenerlos uniformes. Sin embargo, él los quería de postre...

Esto me lleva a pensar que en realidad lo que importan son los detalles. Si mis pies fueran perfectos pero no estuvieran cuidados y con las uñas coquetamente pintadas siempre, nadie querría comérselos. Si no fuera conjuntada de arriba a abajo, no daría sensación de calidez y no sería resultona.

Los detalles, esos a los que personalmente doy tanta importancia, esos que me han llevado a estar por aquí más de dos años ya y que han llenado todo este espacio virtual. 

Detalle es una palabra bonita. Ese instante, ese momento que a veces pasa tan deprisa que no somos capaces de apresarlo. Un detalle es una mirada, un beso en la mejilla, una canción, una palabra, una caricia, un abrazo, tiempo, una sonrisa, una llamada, un recuerdo evocador. Es tocar tu pelo, cogerte de la mano, hacerte reír, dejar que llores y estar a tu lado. Un detalle es un amigo, ganas de vivir, un paseo, la lluvia en un domingo otoñal, el sol, el olor a vida.

Pocos cosas hay tan bellas como un regalo y más si es un detalle como yo lo entiendo.

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