miércoles, 19 de octubre de 2016

¿HOY ES 19?

¿Os habéis fijado en que nos pasamos la vida luchando? Desde que nos engendran ya estamos dándole. Lo que pasa es que como las luchas van cambiando no nos damos cuenta. ¡Joé que agotamiento! ¿Será que en el fondo no servimos para otra cosa? A mí me hace gracia cuando alguien dice que soy una luchadora. Mira tú, como todos. Lo que sí cambian son los motivos del porqué.

Acabo de ver algo por lo que merece la pena seguir luchando, mira tú. Hoy es de esas mañana qué muy de vez en cuando me permito por un motivo u otro ir despacio y ver mientras miro. Estoy sentada en un acoger sofá de un sitio cercano a mi casa, donde la decoración es bonita y la música está muy bien; cosa nada fácil. He desayunado y me tomo el segundo café mientras espero que amaine la lluvia no prevista. El sofá marrón en el que estoy sentada está a la entrada, lo que me permite sentir la temperatura de la calle a través de las dos grandes puertas abiertas. Oigo la lluvia, cuando el paso de los coches se interrumpe.
El camararero es un tipo agradable, también de ver. Aunque habla un poco alto para el ambiente del lugar. Ha venido ya dos veces y me doy cuenta de que ya no sé actuar sin ligar.

Y todo esto por lo que había visto hace ya un rato. Pues sí. Una señora entró en este sitio chulo, pidió un café para llevar con varios sobrecitos de azúcar y al salir se lo dió a un hermano, que diría mi hijo, que estaba en la puerta. Un chaval africano bien abrigado y con gesto sonriente que agradeció ese café en parte como premio a su lucha. ¿La mía? Entre otras, que mi hijo nunca deje de llamarle hermano.

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