viernes, 7 de octubre de 2016

PISANDO CHARCOS

Siempre me ha molao eso de pisar los charcos. Recuerdo a mi madre decir: "Ana, hija! Mira cómo te has puesto los leotardos". ¡Ostras, yo llevaba esas cosas! De color corinto, me acuerdo. Pero que estilosa he sido siempre, !hasta de pequeña!

Y crecí y llegué al instituto y me compré unos botines de agua azul eléctrico. Eran la caña de rompedores y a mí me ponían. Salía al patio cuando estaba lloviendo solo para meterme en los charcos. El conserje me gritaba: "Pero chica, te vas a empapar, entra ahora mismo". Me reía y le gritaba: "Espera". Ya entonces mojarme poco me debía de parecer insuficiente.

Los años siguieron pasando y yo continuaba en mi empeño. Pocos paragüas tuvo mi hijo. El chubasquero y a la calle. A mirar hacia arriba, cerrar los ojos, abrir la boca y empaparnos los pantalones pisando charcos. Y reírnos, reírnos mucho.

Sí, ya sé que lo tenéis claro. A mis estupendos 50, no he cambiado . Mantengo aquellas ganas de no pensar en las consecuencias cuando me lanzo al charco. No me apetece nada reprimirme. Asumo lo que pueda pasar si me empapo los zapatos. Mantengo las ganas de reírme en ese instante. De pasar del mundo y sentirme diferente, porqué me gusta ser como soy a pesar de todo.

Pero hay algo importante. Yo eligo mi charco, salto a la altura que me apetece, bailo cuando escucho la música y me alejo cuando yo quiero. Si a alguien le apetece, lo comparto, pero si decides irte, hazlo. No seré yo la que le diga a nadie que se marche. Tú has venido a él y tú debes irte cuando consideres. Porque mi charco está abierto, no hay cercas, no hay obligaciones. Quien decida quedarse es para pisarlo, sin importar cómo queden los pantalones ni los zapatos. Y sobre todo para reírnos, reírnos mucho. Porqué soy así, diferente y siempre me ha molao eso de pisar los charcos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LO MÁS LEÍDO