sábado, 18 de junio de 2016

Y RESPIRAR HONDO

En la vida hay dos cosas que nos aterran, un cambio y una despedida. Y si lo pensamos un poco, ambos son necesarios e incluso convenientes.

Los cambios nos desestabilizan, crean inseguridad en nosotros mismos, nos hacen dudar de nuestras capacidades. A todos nos gustan las zonas de confort aunque no nos hagan felices. No pensamos, no requieren esfuerzo ni necesidad de cuestionarse las cosas. Nos dejamos llevar quedándonos quietos, como si el oso de la vida no nos fuera a ver si así lo hacemos y fuera entonces a pasar de largo. Nos volvemos cobardes.

Las despedidas nos cuestan, nos producen dolor y más cuando debemos de hacerlo, alejarnos de algo o alguien que nos hace sentir bien. Creemos que no seremos capaces de continuar, que nunca podremos encontrarnos con algo mejor y cuanto menos igual. Nos producen ahogo cuando intentamos dar el paso.

Ambas cosas son necesarias en la vida. Es una de las maneras que tenemos las personas de crecer, evolucionar, hacernos más fuertes y nos enseñan a tomar decisiones. Nada fácil en ambos ruedos.

Los osos dejaron de asustarme hace tiempo, aunque nunca les he perdido el respeto. Pero ya no me inmovilizan. Y por otra parte, acepto el ahogo producido por ese paso, el de decir adiós, de la manera más natural que puedo. Sintiéndome afortunada siempre. Sin dejar de querer continuar, sin dejar de hacerme preguntas, sin dejar de llorar unas veces y de sonreír otras. Reinventándome a cada paso.

Hay que aprender a decir adiós, a decidir que nuevo camino tomamos y saludar a ese destino que afortunadamente no deja de sorprendernos. Hay que ir tomando decisiones a cada paso, por qué son ellas las que en muchas ocaciones nos hacen felices. Y lo más importante, que más da que sean acertadas o no si nos permiten ser nosotros mismos aunque sea por unos instantes.

Sonrío

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LO MÁS LEÍDO