sábado, 4 de marzo de 2017

EL VALOR NO SE ARMA


Estoy leyendo el periódico, las cartas al director sobre las declaraciones del eurodiputado polaco (xenófobas y machistas) Parece ser que una eurodiputada socialista le contestó y la mujer que escribe la carta la anima a ella y otras a que se armen de valor y continúen plantando cara a tipos como este.

Voy...

¡Manda güevos! Parece ser que tenemos que armarnos de valor siempre los mismos, los que lo llevamos de serie, los que respetamos, los que compartimos, los que escuchamos y queremos entender a los demás. ¡Y las mujeres! Manda güevos de nuevo. ¿Cómo que ármate de valor?  Mecagoentó y eso que acabo de desayunar estupendamente. ¡Ya se me ha fruncido el ceño! Pero hasta cuando vamos a ser las propias mujeres las que les digamos a otras "ármate de valor"!

Podréis llamarme demagoga, pero el machismo lo seguimos abonando nosotras mismas. Supongo que habrá algún eurodiputado negro ¿no? ¿Le contestó a este impresentable? Yo no he leído nada al respecto. ¿Entonces? Mi abuela decía que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Y la tía sabía un güevo de la vida.

Cuando esa buena mujer se levantó indignada a contestar al cafre de su compañero fue cuando cargó de importancia las declaraciones de la ignorancia. Los golpes de pecho no son curativos, pueden hasta resultar dañinos como te pases de intensidad.

¡Que no querid@s! Que avanzamos educando, no armándonos de valor ante lo que no es ni el enemigo. Menos indignación y más educación ( pedazo de eslogan me ha salido). Levántense ustedes a protestar por las leyes educativas, por la situación de muchos coles, por la imposibilidad de estudiar de chavales por falta de medios y ausencia de becas. Protesten por los programas en los cuales la música, el arte, la filosofía, cada vez están más ausentes. El valor se mama, se descubre en los libros, se respira cuando la cabeza está levantada. El valor es respeto, es confianza en uno mismo. El valor de mañana son nuestros hij@s.

No hagamos aprecio a algo que ni tan siquiera merece desprecio. El protagonismo hay que dárselo a lo que de verdad importa, ya sabéis.


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