lunes, 5 de septiembre de 2016

PERDONO

Hace tiempo que llevo pensando en escribir algo sobre esto. Me parece más importante de lo que muchas veces parece. En ocasiones pedimos perdón y perdonamos de manera ligera, sin sentirlo de verdad. Sin ser conscientes de lo que ambas cosas significan.

Aprendí a pedir perdón antes que a perdonar. Nunca me ha costado trabajo reconocer mis defectos ni mis errores, las cosas que he podido hacer mal o así le han podido parecer a otras personas. Y no lo hago a la ligera. Lo hago sintiéndolo de verdad y de forma natural, sin dramas ni largos suspiros víctimistas. Por qué soy así, por qué considero que es parte de mí el mostrarme receptiva siempre e intentar aprender y mejorar.

Desde hace mucho ya perdono sin necesidad de que me lo pidan. En primer lugar porque no hago nada con los demás que no quiera que hagan conmigo. Porque me hace sentir bien conmigo misma, porque el rencor solo envejece el alma, porque quiero, del verbo amar, porque no miro hacia atrás, porque no me gustan las arrugas que salen en el entrecejo. Nunca lo he sido, rencorosa. Antes no olvidaba, pero el tiempo y la vida me han regalado la capacidad de hacerlo también. ¿De qué sirve guardar?

Sigo pensando que quiero en mi vida una mochila de alegría, de tolerancia, de ternura, de flores, de música, de comprensión y de perdón. Nada de esto pesa, al contrario, son cosas livianas en esa mochila. Cosas que hacen sonreír al corazón y liberan el alma.

Siempre perdono, incluso antes de que me lo pidan, incluso cuando ni tan siquiera lo hacen. Si yo os contara ... : )

2 comentarios:

LO MÁS LEÍDO