miércoles, 7 de junio de 2017

¿QUÉ QUIÉN SOY? PUES YO, ANA.

Cuando era pequeña; lo primero que quise ser de mayor fue maestra. Ponía mis muñecos en fila y les daba unas clases magistrales, aunque lo que me molaba de verdad era regañarles porque hablaban y castigarles mirando a la pared. Luego pasé a coger un lápiz a modo de micrófono y con mi tocadiscos chulísimo sobre el escritorio, soñé con ser cantante. Más tarde me dió porque quería ser geo. Si, el corrector no ha sido, lo he escrito yo, geo. Pero pensar en subir por paredes escarpadas me desanimó mucho. Pasé también por directora de orquesta, reportera de guerra, locutora de radio, actriz, filosofa y con 16 años decidí que quería ser funcionaria. Del Estado, eso sí. Yo siempre a lo grande.

Algunos años más tarde miré hacia atrás y me di cuenta de que no era nada de lo que había deseado e imaginado que sería. Estaréis pensado donde quiero llegar. Pues no penséis tanto que ni yo lo sé ahora mismo.

Y ahora, en este momento de miércoles relajado me doy cuenta de que en realidad he sido todo aquello. Porque en algún momento de mi vida asi lo viví y lo sentí. ¿Qué es lo que quiero decir? Pues que no vivimos solo una vida, que cada momento, cada instante, cada experiencia y cada deseo nos hace ser alguien diferente. Que no somos solo Ana, María, Pedro, Luis, Lucía, Javier, Antonio o cualquier nombre inventado. Que como digo siempre el libro de nuestra vida al final del camino debe de ser enorme, con miles páginas escritas, dibujadas, subrayadas... Que releer no debe de avergonzarnos ni hacer que nos arrepintamos de nada. Debe de hacernos sonreír, emocionarnos y sentir. 

No soy nada de todo aquello. He llegado hasta aquí conservando siempre ilusiones, deseos, teniendo anhelos, llorando mucho en ocasiones y riendo otro tanto. Sin pudor a querer, a mirar a los ojos y hablar. Con miedo que siempre se ha contrarrestado con valentía.

Soy yo, Ana. Muy Ana como ya escribí en una ocasión. Una Ana llena de caminos, bifurcaciones, atajos, callejones sin salida, praderas soleadas, paseos placenteros, soportales lluviosos y mar.

En realidad, creo que sigo siendo aquella niña tumbada en el suelo de su habitación llenando hojas de palabras escritas en forma de poemas. Creo que sigo siendo la de siempre, con algunas cicatrices, desengaños, kilómetros de amor, alguna arruga en el alma, más sabiduría, conservando la inocencia, habiendo aprendido del dolor y vivido instantes de felicidad. Esa soy yo, Ana.

4 comentarios:

  1. Nombres inventados, claro. Jajajajajaja

    ResponderEliminar
  2. ¡¡Me ha salido un pepito grillo Anónimo!! Jajajajaja : P

    ResponderEliminar
  3. Hay anónimos que son muy anónimos ... Jajajaja!! No era necesario ; )

    ResponderEliminar

LO MÁS LEÍDO