ELLOS

Hace tiempo, mucho tiempo que escribí mi primer relato; lo mejor de todo fue cuando conseguí poner el FIN.

Viene a mi recuerdo de manera reiterada últimamente por que dos de los personajes eran Mateo y Daniel; dos niños que la protagonista (yo, claro) se encontraba misteriosamente en la calle. Mi hijo tiene un nombre muy similar al de Daniel y Mateo es él. Incluso cuando me los imaginaba al escribir, no los veía blancos … Los quise desde el momento en que aparecieron en mi imaginación y al final la vida me los ha puesto delante. A cada uno en su tiempo, a cada uno en un sitio diferente … Y lo sorprendente es que ellos parece que por fin se encontraron.

Mateo es un niño de 6 años; pequeño, menudo, de mirada inquieta y voz quebrada. Siempre creo que es de haber llorado mucho. Llegó asustado, nervioso, desconfiado … Y se encontraron en el patio del colegio, se abrazó a él sin motivo y solo musitaba una palabra “hermano”.

Joël tiene 9 años; es alto, fuerte, practica deporte. Su gesto calmo, amable y dulce. De repente se encontró con alguien que se abrazaba a él con tanta fuerza que no le dejaba respirar bien. Le acariciaba la cabeza y con una inmensa paciencia y amor le acompañaba a clase.

Esto ocurrió hace 3 años y todavía, todas las mañanas cuando Mateo llega al cole busca a su hermano para darle un beso y desearle buenos días.

Y a su hermano sigue abrazándole, regalándole su amor, ese que a él le gustaría darle a su madre y no puede por que ella no está. Ese amor que no cabe en ese cuerpo menudo que tanto sufre cuando en las fiestas del cole están las demás madres y no la suya. Pero ahí está “su hermano” que le coge, que le abraza, que le acompaña, que le regaña, que le aconseja, que siempre le regala una sonrisa, que siempre tiene para él un beso, que tanto le quiere …

Mateo es uno de esos niños de allí que están aquí, uno de esos seres humanos que están pidiendo a gritos justicia en su vida, una persona pequeña que ha sufrido y sufre demasiado. Por todo, siempre le guardo la mejor de mis sonrisas.