viernes, 23 de agosto de 2013

NO PUEDO PONERLE TÍTULO ....

Querida amiga:

Después de una dura semana en la que me han pinchado tantas veces que no sabría decirte si queda libre algún rincón de mi brazo... Tengo la fuerza suficiente para abandonar la cama y sentarme frente a la ventana para poder escribirte.

El médico dice que todo va bien aunque despacio, pero yo sé que no es así. Cada minuto que pasa me siento más y más cansada. No ya tanto de los pinchazos, de las vías en mi manos, sino de recorrer este camino que sé sin final.

Y tampoco me importa ya demasiado, tengo ganas de parar, de descansar de una vez por todas. Pienso mucho sabes? La morfina me ayuda a hacerlo entre nebulosas azules y verdes...

Amiga, me encuentro en paz. Estoy zen, te acuerdas? Esa era la señal, ver en el estado de mi Whatsapp; ZEN. Entonces sabías allí donde estuviéramos que todo estaba bien.

Si, claro que en estos momentos hago repaso de mi vida. Y seguro que te preguntas si cambiaría algo... No cambiaría nada, pero estoy segura de que intentaría ser más libre de lo que he sido. No le hubiera dejado escapar, te lo aseguro. Tantas veces son las palabras no dichas las que van dando forma a nuestra vida...

Tan difícil es encontrar a una persona a la que amar que cuando lo hacemos no sabemos... Entonces nos volvemos dialécticamente torpes, no somos capaces de darle la palabra a nuestra mirada, nos avergüenza abrazar y perdemos la oportunidad. Querida amiga, sé libre por ti y por mi que ya no puedo. El recuerdo de sus palabras, de su olor, de su boca y su sonrisa, de su inmenso cariño, que nunca amor, es mi respiro y ahogo al mismo tiempo. Pero no te apenes, son pensamientos tiernos, no dolorosos. Me canso, los dedos me pesan...

Ya me ha dicho la enfermera tres veces que debo de volver a la cama y no la quiero enfadar, es un sol.

Querida amiga hasta .... Te quiero

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