domingo, 4 de agosto de 2013

CUÍDATE, HERMANO!

Siempre están aquí, por más que el mar se lleve sus huellas, ellos vuelven una y otra vez haciendo el camino de ida y vuelta tantas veces como sea necesario a lo largo de la tarde o dependiendo de la gente que haya en la playa o como el levante les permita.

Y un año más vuelvo a encontrarlos, son casi todos los mismos. El del gran tablero repleto de gafas de colores con la pegatina de uva 35 que se cae al rozarla y en el lateral tantos bolsos de mano como puedan caber. Las pulseras y los pañuelos los lleva a parte. Un chaval joven, serio, que nunca dice nada, sólo desacelera el ritmo cuando pasa junto a ti dejando de mirar al frente y girando levemente la cabeza como diciéndote si quieres algo.

Ese marroquí pequeño cargado de cestos de mimbre, a veces colocados en un largo palo de madera que pone sobre su hombro, a veces repartidos entre sus dos cortos antebrazos.

El chico argentino con sus pulseras y collares tan playeros, tan de esta zona. Siempre llamando tu atención, mostrando su mercancía e intentando envolverte con su acento porteño.

Siempre está Mohammed, lleno de perchas, siempre me saluda con amabilidad haciéndome la misma pregunta año tras año; " hasta el día 15 aquí?" No sabría deciros cuantos años tiene, es difícil, el aire y el sol de la playa, esos que a nosotros nos ponen tan morenos y tan guapos, a ellos les caen como losas. Mohammed siempre lleva una sonrisa, incluso al final de la tarde cuando ya llega el momento de hacer el último trayecto, el de vuelta a casa, donde darse cuenta de que las perchas siguen siendo prácticamente las mismas...

Hay más, pero he querido dejar para el final a Omar. Un chaval senegalés que ya hace unos años se llevó un pedacito de mi corazón. Omar no tiene más de 30 años, es alto, siempre va con sus gafas de sol y nunca le falta su gorra. No podéis imaginar todo lo que lleva encima!! Bolsos de imitación que a muchas les hace sentir más importantes cuando se lo cuelgan del brazo, camisetas del Real Madrid ( o eso creo, son blancas y no las miro mucho!) y del FCBarcelona y un enorme bolsón con polos de caballero y sudaderas para niños. En serio, todo a su espalda. Esa espalda joven pero que ya hace varios años que llegó a España en una patera, esa espalda de la que dependen sus hermanos pequeños en Senegal, esa espalda queridos que necesita descansar de vez en cuando y por eso Omar cuando encuentra en su paseo una cara amiga se deja caer sobre la arena y te dice con esa enorme sonrisa "que tal amiga, como estás?" Y te cuenta que está hecho polvo porque está en Ramadán como el año pasado y no puede tomar ni una gota de agua. Que esta deseando de llegar a casa para ducharse y comer. O cuando llega serio y le preguntas que pasa. Y Omar te dice que la guardia civil le ha quitado la mercancía y ahora se ha quedado sin polos y sin dinero. Omar es una de esas personas que van y vienen por la playa día tras día, una y otra vez. Una de esas personas que nos pasa tantas veces inadvertida por lo habitual. Una de esas personas que se gana la vida como puede. Me gusta hablar con él y año tras año le busco, pero es él que me encuentra. "Cuánto valen los polos Omar?", "20, pero para ti sabes que 16". Y mientras me cuenta como va su familia y le pregunta a mi hijo por su colegio. Y año tras año cuando llega el último día, Omar siempre viene a despedirse y cuando le veo alejarse agitando su mano diciéndonos adiós, la sonrisa se regalo yo y siempre pienso "cuídate Hermano".

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