jueves, 22 de agosto de 2013

UN RECUERDO, UNA HERIDA, UN OJALÁ

Llevaba ya más de treinta minutos de retraso, ese tren nunca salía puntual, menos mal que no era la primera vez que lo cogía y en su destino ya no le esperaban a su hora. Había leído el periódico entero, hasta había hecho el crucigrama que tanto le gustaba. Era rápido, estaba acostumbrado, lo hacia todos los días... Todos los días...

De pronto el tren empezó a moverse, por fin pensó, 34 minutos... Apoyó la cabeza sobre el respaldo del asiento y miró fijamente a través de la ventanilla. Saliendo de la estación y ya sin ver los edificios de la ciudad, su mente comenzó a recorrer un camino de retorno, los RECUERDOS se agolparon de pronto y le transladaron a unos años antes de ese día. El tren también había salido con retraso, pero no le había importado, ese día, años atrás, no iba sólo.

Habían tomado un café antes de salir, se les había hecho tarde y en un taxi hicieron el corto recorrido que separaba su casa de la estación. Reía y le advertía a ella de que no se preocupara, que llegarían a tiempo. No se habían enterado del viaje, hablando sin parar, riendo y robándose algún beso cuando sus compañeros de vagón dormitaban.

Llegaron a la estación acalorados fueron rápidamente a su casa. Era verano como hoy, y hacia mucho calor. No se dieron tiempo a deshacer las maletas ni tan siquiera colocar el neceser en el baño. Dejaron de robarle los besos y se los regalaron sin pudor; aquí, allí, en cualquier parte... No dejaban de sonreír... Entonces el tren se detuvo, alguien que había llegado a su destino, tenía que bajar. Durante unos segundos se sintió perdido sin saber si era hoy o ayer, si era por la mañana o por la tarde, si había comido o era ya la hora de la merienda... El periódico sobre sus rodillas le ubicó en la realidad.

Aquel verano fue diferente, nunca ha podido decidir si el peor de su vida, o el mejor. Nunca lo ha tenido muy claro. Sólo cuando los RECUERDOS de aquella tarde regresan a su cabeza es capaz de sentir un pellizco en su corazón, pero en seguida la HERIDA vuelve a abrirse y piensa con esperanza que algún día llegará alguien que pueda ayudarle a curarla y que OJALÁ llegue ese verano, el mejor de su vida.

2 comentarios:

  1. Precioso.
    No dejes de regalarnos momentos especiales

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  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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