Ayer, estaba sentada en la sala de espera de la consulta del médico, dormitaba cuando escuché una voz que decía “Papá, y a ese le conociste en la mili verdad?” La voz del padre se entrecortaba y sonaba poco clara. La curiosidad me llevó a abrir los ojos y girar mi cabeza hacía la derecha, de donde venían las voces.
Una mujer joven, de unos treinta y pocos años, a su lado una silla de ruedas acogía a un hombre seguramente no tan mayor como parecía. Le hablaba alto, le acariciaba la pierna, le miraba con una ternura que emocionaba. El hombre con dificultades respiratorias, asentía a las preguntas de su hija que se levantó para sentarle mejor, a la de tres. Entonces quedaron a la vista sus brazos, musculosos, fuertes, para poder levantar a ese hombre.
Y es que cuando hablamos de ternura solemos pensar siempre en lo mismo. Un bebé al que acabamos de alumbrar, el primer poema que nos escriben, ese rubor robado … Casi siempre va asociado a niños, enamorados, cachorros de perro, a la inocencia …
Afortunadamente la ternura está en más partes que en esas, ayer descubrí una inmensa, intensa y conmovedora. De las que disfrutas contemplando y te llevan a una realidad tan limpia… Y es que queridos, empezando porque la palabra es bonita, es cálida, y el significado.. Afecto, cariño y amabilidad… La ternura está en un gesto, está en una palabra dulce, está en un abrazo, está en un beso. En el que esa hija le dio ayer a su padre cuando le sentó bien, a la de tres.
Podréis pensar que soy cursi, demasiado sentimental o algo boba, y yo os diré con toda la ternura que pueda condensar en mis palabras que no estoy de acuerdo con vosotros.
Cada dia una sorpresa y cada dia descubres un nuevo sentimiento. No me extraña nada ese amor, porque yo despues de mis hijos, mi padre es el gran amor de mi vida y seria capaz de hacer por el todo, a la de una, a la de dos, a la de tres y siempre. Preciosa vivencia compartida Anita.........Gracias.
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