sábado, 15 de junio de 2013

KAFALA

Esta aventura comienza hace ya muchos años… Después de una larga convivencia con una pareja cuya prioridad no era la de tener hijos, ella si tenía claro que quería ser madre y toma la decisión de adoptar, sola.

Primer objetivo, India. Había estado allí varias veces y existía un vínculo afectivo, beneficioso en estos casos. Las dificultades son grandes y no pocas, burocracia, abogados, idoneidades, etc. El hecho de ser monoparental, no ayuda mucho tampoco.

Después de varios años intentándolo sin éxito, le asaltan las dudas, piensa que quizá todas las dificultades tengan un por qué, piensa que quizá en el fondo no esté preparada para ser madre y deja que el tiempo la lleve. Pero sin darse por vencida retoma nuevamente la ilusión. Etiopía es el nuevo objetivo, parece que es de los pocos países que facilitan la adopción a monoparentales, pero llega en un momento en el que el gobierno etiope ha frenado esta circunstancia.

Yo lo estoy resumiendo mucho claro, no quiero ni debo dar más detalles, pretendo poneos un poco en situación. Recordemos que hablamos de una mujer que decide embarcarse sola en esta aventura. Una mujer a la que conozco desde hace mas de treinta años, toda una vida … Desde que íbamos al colegio, cuando existía la EGB y nos costaba tanto a ambas aprobar educación física.

Buscando información aquí y allí, oye hablar de las Kafalas. Para los que no os suena os cuento que una Kafala es el nombre que recibe en el derecho islámico la institución del acogimiento legal de un niño o niña por una persona distinta de sus padres biológicos. Se trata de una institución similar a la adopción en occidente, con la diferencia que en la Kafala el niño no deja su pertenencia a su familia de origen ni adquiere parentesco con su tutor.

Y comienza una batalla inagotable, un desgaste físico y sicológico solo apto para valientes, un sube-baja de estados de ánimo, un chorro de sentimientos casi imposibles de canalizar. Comienza desde el momento en el que le adjudican a su hijo, desde ese momento en que ya es madre, ese momento en el que lo acaba de parir, por que así estoy convencida de que sucede. Una no es más madre por empujar, ni por amamantar, ni por haberlo tenido 9 meses dentro. Una mujer es madre, cuando así se siente.

Los viajes interminables los fines de semana, el corazón destrozado y el alma sangrando cuando tiene que dejar a su hijo en la residencia y despedirse hasta dentro de 15 días. Esos días aquí de trabajo sin descanso y lucha sin cuartel.

Y ahí la tenéis, con dos ovarios muy bien puestos, con una capacidad de lucha y sufrimiento que ni ella misma reconoce, con un coraje que ya quisieran muchos que presumen de ello, sin darse por vencida a pesar de muchos momentos en soledad gritando “no puedo más”. Puede, sigue pudiendo y todos los que la queremos estamos con ella de una u otra manera.

Por que os diré queridos al final, ambas aprobamos educación física y con nota.

TE QUIERO AMIGA

No hay comentarios:

Publicar un comentario

LO MÁS LEÍDO